Nico da Rocha: "Ser artista no es tarea fácil"
Se busca reivindicar y homenajear el trabajo creativo de los artistas plásticos en todo el mundo. Una de las principales características de este profesional de las artes, es su capacidad creativa.
No había cosa más hermosa que recibir de regalo una caja de marcadores de esas de plástico con tapa transparente, enormes, o una cajita chiquita de sylvapen y un block “Original Lancaster Bank” que abría deseoso de encontrarme con la primera hoja impoluta y empezar a dibujar “de un lado solo”. Siempre fue una pasión que - por cuestiones de la vida - fui mirando de reojo, posponiéndolo por cosas más importantes como estudiar y trabajar. En algunos ratos libres e incluso en los distintos trabajos en tecnología fui dejando mi impronta con caricaturas de compañeros y jefes. Así transcurrió la vida, usando el arte como vía de escape o divertimento.
Quizás es porque no le hice caso a mi niño interior
Cuando cumplí mis 36 quise retomar y volcarme a pintar abstracto. Me sumé al taller de Ana Mercado para aprender a pintar. Y pinté –al principio de su mano– obras abstractas durante varios años. En un momento de bloqueo creativo busqué la ayuda
de Luis Altieri, un exponente del arte abstracto argentino. Fue allí donde comencé a cambiar el estilo llevando las experiencias del abstracto al figurativo fusionando ambos mundos sobre el lienzo. Y no paré más. Publiqué aquellas primeras obras que fluían de mis manos en las redes sociales y se vendieron en minutos. Comencé a exponer en ferias pequeñas, en el mercado de pulgas, con unas mantas en un shopping de decoración en Buenos Aires, entre otros lugares.

Foto: Nico da Rocha.
Luego llegó mi primera muestra individual, y participé en varias grupales y en diversas ferias importantes de Argentina y hasta viajé a España para participar en una feria directo de artista. Una vorágine que casi no me permitió pensar en el mediano ni el largo plazo. No tracé mi carrera. Se fue dando, a veces de manera exitosa y veloz y otras veces de forma lenta y con resultados infructuosos. El mercado es a la vez bastante voraz - me usaron y me dejé usar - e incluso puede llegar a ser cruel: “Es plagio”, “es igual a”, “eso no es arte”, “qué ridículo”, entre tantas frases destructivas que vas escuchando a lo largo de los años de personas que no saben de donde venís, qué transitas ni qué transitaste, de donde salen tus obras ni por qué.
Este camino me resultó bastante particular, supongo que reforzado porque vivimos en Argentina, donde hay mucho menos mercado que en otros países y donde el arte, con excepción de algunos pocos casos, está visto como algo decorativo y que debería tener
un bajo valor para estar al alcance como para poder ponerlo arriba del sillón. Lo que nadie te cuenta es que esta actividad requiere de mucho (muchísimo) esfuerzo personal. La creación de obras, si bien es una parte esencial del trabajo y que en mi caso insume muchísimas horas, a veces no es la que más energía y tiempo requiere. En general el artista luego de crear su obra se ve obligado a buscar la forma de comercializarla.

Foto: Nico da Rocha.
Esto implica que hay que saber cotizarla, se debe convertir en experto en redes sociales o contratar uno, tiene que entender de costeo y contabilidad como cualquier emprendedor y le deseamos mucha suerte a la hora de encontrar lugar donde poder mostrar su trabajo. Las galerías – capítulo aparte – generalmente representan a unos pocos artistas de entre cientos de miles de artistas disponibles, y tampoco les garantizan a ellos la venta de obras. Como artistas, entonces, nos quedamos con nuestra obra solos y a la deriva, buscando la forma de salir adelante. Debemos aprender a remar, probar, jugar, autogestionarnos, ir a ferias directas de artistas pagando valores que a veces se hacen imposibles - ferias que tampoco abundan - como también postear en portales de arte que los hay y muy buenos, pero - lamentablemente – exportar la obra es otra odisea que dejo para otro capítulo.
Durante todos estos años mis obras se comercializaron en Argentina, viajaron a Australia, Estados Unidos, Japón, Madrid, Shanghái, Taiwán, Hong Kong. Absolutamente todo este camino se hace con esfuerzo, contactando, generando redes,
ingeniándotelas, buscando la hendija donde meter tu obra. Si me preguntás si el camino es igual para todos, creo que es como la vida: lo que sirve a uno puede no ser el camino del otro. El camino del artista es personal y es tan particular como la obra que nos va distinguiendo.

Foto: Nico da Rocha.
Ser artista no es tarea fácil.
Debemos seguir siendo ese niño estrenando los marcadores sobre esa hoja en blanco, pero a la vez ser lo suficientemente adultos como para saber que hay que pagar las cuentas y a la vez armarse una carrera. Durante mis 50 años de vida siempre dibujé, pinté e incluso disfruté escribir pequeños cuentos y decenas de poesías. No concibo la vida de otra forma más que dejando fluir esta pulsión de crear casi constantemente. El arte me permite seguir siendo ese niño que dibuja algo en ese block de hojas buscando la sonrisa cómplice del adulto que se reconoce también niño al ver mis creaciones.
Me despido deseándonos un feliz día del artista plástico.
Queridos colegas, a seguir creando que sin sensibilidad el mundo carece de sentido.
* Nico da Rocha, artista plástico.
Instagram: @nicodarocha

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