Entremedios

La veda anticipada por la violencia

Después de una semana con mucha violencia en nuestra sociedad, llega el momento de hacer un alto y reflexionar como seguimos como sociedad. Desde la Universidad Austral y en su columna semanal de Entremedios, Damián Fernández Pedemonte se enfoca en este tema actual en MDZ.

Damián Fernández Pedemonte
Damián Fernández Pedemonte domingo, 13 de agosto de 2023 · 07:00 hs
La veda anticipada por la violencia
Los medios nos cuentan que los presuntos asesinos de Morena viven en la villa, donde los vecinos dicen ver a policías tomando cervezas con los chorros Foto: Télam

La palabra veda se aplica en primer lugar a la prohibición de pescar o cazar. En el caso de la veda electoral quiere decir que se cancela la campaña oficial, aquella reglamentada por el Estado. Quedan prohibidos los actos públicos, cualquier forma de proselitismo, publicar y difundir encuestas preelectorales. Es decir: se les impide a los políticos y a sus equipos de campaña seguir pescando o cazando.

Menos claro es el caso de la campaña oficiosa, donde la regulación del Estado no llega, y que es tanto o más influyente en los resultados. En ese terreno se dan las publicaciones en las redes sociales de los usuarios, las declaraciones de los diversos actores políticos que no son candidatos y las palabras no proselitistas de los candidatos. Sobre todo, se dan las reacciones que provocan las noticias que recogen acontecimientos de una realidad que no se atiene a ciclos electorales.

The shock of the real se llamaba un famoso libro de comunicación de los años noventa. Primero el crimen de Morena Domínguez, la nena de 11 años asesinada en Lanús por dos motochorros, luego el de Juan Carlos Cruz, un médico de 52 años a quien mataron en Morón para robarle el auto. La protesta de grupos de izquierda en el Obelisco sumó la muerte por infarto de un manifestante después de la represión policial de la ciudad.

Juan Carlos Cruz, un médico de 52 años a quien mataron en Morón para robarle el auto.
Foto: MDZ

El crimen de Morena hizo que Patricia Bullrich suspendiera el cierre de campaña, que iba a realizar justamente en Lanús, donde es intendente Néstor Grindetti, su candidato a gobernador. Los restantes políticos también cesaron sus campañas explícitas.

En los medios también hubo un corte. De una agenda dominada por el dólar y la crisis económica se pasó al tema de la inseguridad como central. Son efectos repetidos en los casos mediáticos conmocionantes: cambiar de golpe la agenda pública, dejar descolocados a los actores políticos. Y a los medios, obsesionados por la carrera de caballos de las elecciones y el impacto electoral de la economía. Incluso cuando hablan, y lo hacen mucho, de la inseguridad los medios suelen destacar delitos violentos contra la propiedad que padecen las familias de buena posición. En estos casos las víctimas son los pobres.

El caso de Morena acerca a los medios, y a través de ellos a la población, a una realidad muy extensa pero que no suele ser la más mirada. La de la inseguridad permanente que sufren las familias de los barrios más pobres, en donde conviven víctimas y victimarios, en un contexto completamente deteriorado en el que la pobreza se mezcla con la drogadicción, la complicidad
de la policía y el abandono del Estado. Los municipios parecieran conformarse con poner cámaras donde luego podemos ver a motochorros arrastrando a una niña, igual que en una película de terror.

Así, los medios nos cuentan que los presuntos asesinos de Morena viven en su misma villa, donde los vecinos dicen ver a policías tomando cervezas con los chorros y donde las bandas siempre se enteran a tiempo de los allanamientos. Nos cuentan también que la mañana del jueves, en el velatorio de Morena realizado en la casita donde vivía con sus padres se guardaba un respetuoso silencio. El silencio que la veda le impone a la política. Es muy triste leer en un diario el relato de la última conversación que la hermana de Juan Cruz mantuvo con el médico asesinado en Morón: “Charlamos de Morena”.

La inercia de las palabras aviesas de la política sobrepasó los límites de la prudencia que requería esta veda anticipada. Desentenderse o culpar a los otros fue la reacción preponderante. El ministro de Seguridad Aníbal Fernández afirmó: “No tengo por qué meterme en ese tema. No es un partido de fútbol para comentar. No tengo jurisdicción”. El responsable de seguridad de Lanús, Diego Kravetz salió a dar la cara por su intendente. En su raid por los medios intentó derivar las responsabilidades a sus contrincantes políticos. Ernesto Tenenbaum se lo enrostró en una entrevista radial: “me da vergüenza que durante la tarde ayer se decía que fuentes del Municipio de Lanús decían que el asesino era un chico de 14 años y lo vinculaban a una diputada nacional”. Se refiere a una versión que la Justicia desmintió.

Los incidentes en el Obelisco.

“Lo que en todo caso pasó fue que el chico de 14 años, al que la diputada Zaracho cuando llegó con una moto robada quiso liberar, es de la misma banda de motochorros. Cuando fue detenido por la Policía Bonaerense de Kicillof –a quien no llamaste para preguntar por el plan de seguridad pública–, el chico dijo que había sido el responsable”. El periodista trató de volver
a poner la discusión en su punto que no era la política de seguridad de la provincia de Buenos Aires sino la del municipio de Lanús, ni el activismo social de una diputada de Grabois sino la eficacia de la política de seguridad del gobierno local.

En Twitter el discurso punitivista se enganchó a la noticia falsa que responsabilizaba del crimen a un menor e intentó sacar rédito político al filo de la veda. Milei dijo que los políticos son los culpables y “el zaffaronismo que genera delincuentes sin ningún respeto por la vida". Su candidata a vice, Villarruel, volvió sobre la historia de la protección de la diputada Zaracho al menor: “Zaracho debe responder por ser cómplice de un delincuente. Zaracho responsable”. López Murphy, por su lado, también dio por cierto que el autor era menor de edad y espetó: La delincuencia y los detractores de la baja de edad de imputabilidad le robaron el futuro a una
criatura camino al colegio. Quiero a los asesinos presos, tengan la edad que tengan". Y otro tanto hizo Espert quien escribió: "No se aguanta más. Delito de adulto, pena de adulto".

Este fin de semana habremos podido reflexionar, acallar las palabras extremistas, la competencia agresiva, porque afortunadamente el turbión de la compaña se habrá acallado. Habremos podido empezar a empatizar con los que perdieron toda esperanza, cuyo duelo queda siempre afuera de las especulaciones de los políticos en campaña. Ojalá esa breve pausa nos lleve a depositar una vez más la confianza en las posibilidades de regeneración de nuestro sistema democrático e ir a votar para poder exigir luego que la política se ocupe de los dramas de nuestra sociedad y no de ella misma.

Damián Fernández Pedemonte, Director de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral.

 

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