Nunca se apagaron: el problema de incendios subterráneos en Guaymallén
Es habitual ver humo en una zona agrícola del Gran Mendoza. La combustión continúa gracias a la sequía y al abandono y loteo de fincas ricas en turba.
Los efectos del cambio climático, y la consecuente sequía que afecta a Mendoza desde hace años, ha permitido la expansión de incendios subterráneos en Guaymallén. Quienes viven en el lugar aseguran que el problema inició hace más de dos años, cuando ardió un cañaveral en una finca abandonada y el fuego "se metió para abajo". Mientras el fenómeno se expande, despacio y silencioso, hay quienes siguen con el hábito de “limpiar” en la zona, prendiendo fuego.
El recorrido comienza por calle Silvano Rodríguez, de Kilómetro 8. La vía tiene un pequeño declive hacia abajo. El asfalto está roto y las tierras sembradas son casi negras. Siglos atrás toda la zona, que hoy forma el cinturón hortícola del Gran Mendoza, era una gran ciénaga. Los nombres Rodeo de la Cruz y Rodeo del Medio nacieron de aquella antigua geografía, porque para llegar desde el este hasta lo que hoy es la Ciudad de Mendoza había que dar grandes rodeos al terreno pantanoso, lleno de vegetación, mosquitos y olor a podrido.
A fines del siglo XIX, el gobernador Emilio Civit, promovió el saneamiento de la ciénaga. El lugar se habilitó para la producción agrícola. “Son zonas muy ricas en turba, suelos muy potentes en materia orgánica y eso puede producir combustión espontánea”, explicó Elena Abraham, investigadora del Conicet, especialista en desertificación. Sin embargo, los focos reaparecen con fuerza en invierno, cuando es una práctica usual la quema de pasto seco y desechos de las fincas.
Incendio en Silvano Rodríguez
Para llegar al loteo de los incendios subterráneos, que toda Mendoza vio el año pasado por televisión, hay atravesar un callejón desparejo, que tiene partes hundidas, rellenas de piedra bola. Rogelio Rojas, vecino del lugar, cuenta que hasta hace unos años hacían un pozo de 50 centímetros y encontraban agua. “Cuando llovía, todo esto era un charco, pero ahora no, se ha empezado a agrietar la tierra y por ahí sale el humo”.
De aquella antigua ciénaga, además de la materia orgánica que alimenta lechugas y acelgas en las fincas, quedó el “paleocauce”, explica la especialista del Conicet. Habla del Arroyo Leyes-Tulumaya, el humedal casi seco del que Elena Abraham se declara ferviente defensora, "porque es una esponja natural necesaria que regula el agua del sistema". No es casualidad: a diez kilómetros de los incendios bajo tierra está la Laguna El Viborón, que terminó de deshidratarse el último verano.
Rojelio y los vecinos evitaron que el incendio invadiera sus lotes, haciendo una zanja y uniendo el caudal de tres bombas pequeñas de agua. Ellos lograron más que los bomberos, que de vez en cuando siguen visitando el lugar. Pero el fuego siguió más allá, el hombre señala un campo seco y cañaverales, donde se alcanza a ver humo.
Incendio subterráneo en La Superiora
Hay que volver al centrito de Kilómetro 8 para tomar la calle Benjamín Argumedo, donde empieza La Superiora, una calle de tierra. Allí está Mariela Cuello, quien asegura que el humo es una constante en la zona. Los ingenieros agrónomos que visitaron el lugar cuando se hizo público el incendio de la turba subterránea, indicaron que nadie debe quemar basura; pero por esa calle no pasan camiones recolectores de residuos. Con algo de culpa, Mariela muestra que arroja los desperdicios en una acequia, frente a su casa. Otros vecinos contaron que queman arriba de chapas o echan agua alrededor para evitar que se vaya hacia abajo, como pasó antes.
En la misma calle vive Ramón Moreno Flores, quien escarba en una pequeña grieta y muestra como aún sale humo. Más allá, Diego González señala la gran zanja que excavó su hermano para evitar que el incendio invadiera la propiedad donde ellos eligieron seguir viviendo, pese a tener el fuego al lado. Cuando toda la turba se queme, ese terreno será seguro; pero nadie sabe cuándo dejará de arder.
Las tierras quemadas no sirven para plantaciones ni para construir
Incendio subterráneo en Las Champas
Una etapa más. Queda visitar el extremo del incendio por calle Las Champas. Allí hay una gran área negra abandonada y el terreno sigue ardiendo. Marcos Calvente, secretario de Obras y Servicios Públicos de Guaymallén contó que esa zona los pobladores saben de incendios subterráneos de larga data, pero que estos eran contenidos por la humedad de las plantaciones. “Era un fenómeno conocido por los lugareños, pero ahora afecta a terrenos que no tienen plantaciones, están secos y el fuego se expande con mayor demasía”, explicó Calvente a MDZ Radio. Sobre la posibilidad de apagarlos, el candidato a Intendente de Guaymallén, indicó que también debería intervenir la Dirección General de Irrigación con una dotación de agua para asistir a los vecinos. “El fuego levanta hasta 600 grados de temperatura, solo se puede atacar a través de cunetas y agua”, sostuvo el funcionario municipal.
Un vecino de Las Champas, que prefiere no decir su nombre, riega la calle con una lata atada a un palo. Su casa parece a salvo, pero tiene una pequeña finca que no puede cultivar por falta de agua. Su vecino se negó a firmar la extensión de riego cuando adquirió el terreno de al lado, que sí tiene pozo subterráneo. “Ya sabemos, nos han dicho que no podemos prender fuego. Pero somos ignorantes. Acá atrás Tejerina prendió fuego el sábado y todavía no se apaga. Hay mucha basura acá, de años, que está enterrada y se sigue quemando”.