Desde apelar al trueque hasta vender pelo: las estrategias de los mendocinos para paliar la crisis
Frente a la emergencia por comprar mercadería y ropa, miles de familias apelan desde hace dos años a variados mecanismos de subsistencia. La realidad obliga a miles de familias a optimizar al máximo cada recurso. Hoy, la ropa que se regalaba se vende. Los datos que lo comprueban y las historias.
La crisis económica y las necesidades que atraviesan miles de familias en el país obligan a refrescar ideas y apelar a estrategias de subsistencia con la sola idea de reunir unos pesos extra. Es que hoy, las urgencias de basan en llegar simplemente, a costear los gastos básicos de impuestos, alimentos, transporte e incluso, alquiler. En ese contexto, desde pedir dinero prestado amigos o familiares o gastar esos "ahorritos" que con sacrificio se habían logrado hasta vender pertenencias, sacar "fiado" a ese comerciante del barrio que aún confía en la honestidad de sus clientes más asiduos, asistir a los sitios donde el trueque de comida y ropa retornó tanto o más que en 2001 forman parte de los recursos más repetidos en las charlas y que se comprueban en las estadísticas.
Subsistir frente a la emergencia
De acuerdo a la información por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de Mendoza (DEIE), que retoma los datos recabados en la Encuesta Permanente de Hogares, la realidad ya se perfilaba por demás compleja desde 2021, cuando tanto las personas de sectores más pobres como aquellas consideradas "no pobres" en los datos, comenzaron a marcar presencia en los comedores de barrio para pedir una ayuda alimentaria. Las cifras arrojan resultados que varían entre el 4,6% y el 1,7% respectivamente y son la prueba de la existencia de un indicador que prueba el empobrecimiento de la población que desde ese año a la fecha creció de manera acelerada y continua.
Solo tomando como referencia el 2021, último año publicado por el área a cargo de la elaboración de las estadísticas provinciales, se desprende que un cuarto de los hogares de Mendoza vendió alguna de sus pertenencias para poder recaudar algo de dinero, en tanto que al menos el 20% requirió del préstamo por parte de un banco o financiera y dos de cada diez tuvo que pedir dinero prestado a un conocido.
Ya para ese año, al menos 61% de los hogares pobres y casi la mitad de los considerados "no pobres" tuvieron que utilizar sus ahorros para costear gastos corrientes para vivir. En porcentajes similares se mantuvieron aquellos que compraron en cuotas o al fiado productos tan básicos como la mercadería para poder comer. Pero entre los datos de la DEIE hay más: en 2021, el 9,2% de los hogares pobres recibió ayuda por parte de un familiar para poder tener algo de mercadería en su alacena o vestir a sus hijos. Ese porcentaje fue menor entre los "no pobres" y llegó al 1,7%.
Lo cierto es que hoy, vivir al día y con lo justo se ha transformado en parte de lo cotidiano. La inflación y la falta de oportunidades para acceder a un empleo formal y con un sueldo superior a lo que marca la línea de la pobreza (182.241 pesos para una familia integrada por dos adultos y dos hijos) incrementan los índices de la pobreza y es en ese devenir, en el que las ideas para subsistir y "estirar" el centavo al máximo se activan. La supervivencia, de hecho, parece ser el común denominador de miles de historias. Lorena O. (41) asegura, por ejemplo, que desde hace al menos un año y medio que solo cortaba su cabello en las puntas para "dejarlo crecer sano y fuerte".
El motivo, esta vez, no fue la sola necesidad de lucir el cabello largo. "Supe que el pelo se puede vender, así que me lo dejé crecer lo que más pude; siempre tuve un pelo sano porque no me tiño así que como estaba sin trabajo, pensé que podría ser una opción más entre tantas que aplico para poder salvar algunas situaciones, como la compra de unas zapatillas nuevas para mi hija o algo de mercadería no perecedera", confiesa la mujer que acudió a una vecina que a la vez, recolectaba cabello natural para luego venderlo a las peluquerías que realizan cortinas de cabello. Solo por mencionar un dato en este sentido, hay que decir que una cortina de cabello natural hoy tiene un valor que ronda los 100 mil pesos. "Inclusive hay gente que compra en dólares el cabello natural en las redes sociales. La realidad es que nosotras no estamos trabajando con extensiones porque no están teniendo mucha demanda", asegura una peluquera que desde hace más de treinta años que trabaja con su negocio en la zona de Benegas (Godoy Cruz).
El trueque, como en 2011
En términos más profundos, la realidad muestra que las necesidades de alimentos y vestimenta (los dos rubros más afectados por la inflación) están a la orden del día. "Nosotros lo que hacemos es ir al trueque que están en la zona de Corralitos; ahí cambiamos lo que nos puede quedar de ropa a cambio de alimentos o al revés. Hoy, todo lo que se puede cambiar es bienvenido. Los vecinos apelan al trueque sobre todo cerca de fin de mes porque no se llega a cubrir lo básico para subsistir", confiesa Juan Villegas, quien hace poco ha tenido que cerrar el merendero con el cual ayudaba a las familias de El Algarrobal (Las Heras).
Para Julieta Lázaro (38), un recurso para poder vestir a sus dos hijos en edad escolar, ha sido vender la ropa que va quedando en desuso, en lugar de donarla, como lo hacía antes. "Ahora voy separando todo lo que queda más nuevo de los chicos y lo vendo a través de mis redes sociales. Con lo que logro reunir, pago una parte de la ropa nueva o le compro a alguien más que venda usado y en buen estado", comenta y agrega otro mecanismo al que ha apelado desde hace unos meses para paliar la crisis, consiste en comprar alimentos no perecedero en el mayorista para luego canjearlo por otro tipo de mercadería entre los integrantes de su familia extensa.
"Si mi mamá mis hermanos compraron leche a buen precio y el arroz y los fideos, entonces lo que hacemos es intercambiar mercadería. Con eso nos vamos ayudando", cuenta esta mamá que es empleada de un comercio y asegura que con el dinero que logra de sus ocho horas diarias de trabajo, no logra cubrir las necesidades básicas ni las de sus hijos. "Yo alquilo y con eso se me va buena parte del sueldo. El resto es hacer rendir hasta el último centavo", comparte la mujer, como haciéndose eco de la realidad que hoy comparten miles.