Opinión

La importancia de la comprensión en el amor conyugal

Sin lugar a dudas el matrimonio hoy en día es un gran desafío a través del tiempo, desde el Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad Austral, la doctora María Ana Cornu Labat, reflexiona en MDZ on line.

María Ana Cornu Labat domingo, 23 de abril de 2023 · 07:10 hs
La importancia de la comprensión en el amor conyugal
Lo que comprendemos, pero nos duele, lo podemos abordar desde la esperanza. Foto: Foto: Youtube

La comprensión aparece poco y nada en la literatura académica cuando se buscan estadísticas que explican lo que ocurre en un vínculo tan único como lo es el conyugal, constituido en el formato que sea. Un vínculo de dos que se han elegido para llevar
conjuntamente el yugo de la vida cotidiana. Es difícil por lo simplista que se puede presentar o, tal vez, por lo costoso que implica
soltar todo lo que hay que soltar para alcanzarla, que se vea como una solución que está por encima y es superadora de cualquier otra más elaborada, frente a los conflictos de dos.

Asumiendo la responsabilidad de mi vehemencia, afirmo que la promoción de la comprensión entre los cónyuges revertiría muchos procesos de deterioro. Para poder llegar a comprender un fenómeno, o lo que le sucede a una persona, primero hay que conocer. Desde este amor tan único como el conyugal, se conoce en profundidad como desde ningún otro amor, y quedan al descubierto las luces, las sombras, las glorias y las miserias. Se elige al otro en su totalidad, todo lo que el otro tiene y es, se abraza. Y, así, se comprende.

El amor es para siempre. Foto: Blogspot.

Desde este amor también se perdona. Y al perdonar, se pueden dejar pasar los ocasionales males recibidos. ¿Cómo? No deteniéndose en el rencor. Y, por sobre todo, no buscando terminar primero de resolver todos los temas “pendientes” para luego
poder amar. Amar. Y a partir de esa premisa, y sin condicionarla, resolver. El amor de los cónyuges no condiciona. El amor está. Si tan solo se tomara conciencia de la diferencia que hace en la resolución de un conflicto esta inversión en el orden. Amar, comprender, para resolver. Y no: resolver y tener todo claro para recién permitirse amar.

Y este amor que comprende, todo lo cree. Nada se le ha ocultado. El otro se da tal como es, con lo lindo y lo no tanto. Comprendiendo, entonces, cree. Y cree desde la comprensión. Cree porque no hay mentiras. Porque las miserias que frente a terceros se busca disimular, en el amor conyugal, desde la convicción de que serán comprendidas, quedan expuestas. 

¿Qué implicancias tiene esto que suena tan lindo? En primer lugar, no es una propuesta de “aguantar” lo que sea, porque hay que amar. La propuesta es amar con todas estas características, para poder abordar lo que comprendemos, pero, aun así, y porque no hay resignación, queremos que mejore nuestro vínculo. Lo que comprendemos, pero nos duele, lo podemos abordar desde la esperanza. Intentar abordar los desencuentros, las confusiones, las frustraciones, dejando de lado el amor que comprende, con lo que implica, sin condicionamiento, es sacarle las muletas a un herido y esperar que camine.

Foto: Youtube

Buceando en las profundidades del significado de cada una de estas particularidades que tiene el amor conyugal cuando es atravesado por la comprensión, encontramos muchas de las respuestas a tantas inquietudes que surgen del desencuentro, o de una discusión cotidiana. Situaciones, planteos, que claman por la comprensión de la otra parte. Quien está de malhumor de manera constante, quien se deprime y llora sin saber por qué, aquella persona que no encuentra el sentido a su vida, el que perdió su trabajo y siente su autoestima lastimada, lo que más le urge, es la comprensión desde su amor incondicional.

Es la base sobre la cual apoyarse para empezar a reconstruirse. Es poder expresar la frustración por la realidad sabiéndose no juzgado. Es, sin pudor, poder expresar la vergüenza que provoca el fracaso. Y el amor que comprende no es un amor que no sufre, que no se enoja o que se resigna. Es el amor que expresa, con firmeza, sinceridad y, casi siempre, sin palabras: estoy, te sostengo. No entiendo nada, pero te quiero. No la estamos pasando bien, pero estamos juntos en esto y en todo. Y para siempre. 

* María Ana Cornu Labat, Abogada, magister en Matrimonio y familia, coach de Familia, doctoranda en Psicología y profesora del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad Austral.

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