Francisco responde: el gran comunicador del siglo 21
El Santo Padre, abordó temas difíciles como: sexualidad, aborto y feminismo en un nuevo documental. Sergio Buenanueva es el Obispo de San Francisco, Córdoba, y pone el documental bajo la lupa en MDZ.
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. Lo escribió Francisco en su documento programático “La alegría del Evangelio”. Lo ha repetido muchísimas veces. Y lo ha puesto en práctica, una y otra vez. Una de estas ocasiones está, por estas horas, dando su vuelta al mundo. Es el documental: “Amén: Francisco responde”, realizado por Disney y que, aquí en Argentina, se puede ver en la plataforma de streaming Star Plus.
¿Qué decir al respecto?
Ante todo, que hay que tomarse el tiempo (unos 82 minutos) para ver, escuchar y rumiar ese encuentro. Vale la pena. Ojalá que, en un tiempo, podamos tener un mejor acceso (es decir, gratis), porque el documental puede resultar un magnífico material evangelizador. Verlo, hacerlo ver, reflexionar sobre él y los múltiples aspectos que tiene: el Papa, su actitud e intervenciones; los jóvenes, sus rostros y vivencias, sus cuestionamientos y lo que dejan dando vueltas en el corazón de quienes los escuchan; el modo de entrecruzarse la fe, la vida, las esperanzas y las inconsistencias que habitan el corazón humano.
El equipo que lo preparó reunión a un grupo de jóvenes que representan distintos mundos juveniles. No son todos e incluso se puede criticar una prevalencia de temas y preocupaciones (aborto, lgtb+, increencia, etc.) que dejan en sombra -o, a la espera- otras realidades juveniles. Vuelvo sobre la frase que abre este artículo. En esa hora y media que dura el documental ha pasado precisamente eso que el papa Francisco propone a la Iglesia.
El hecho es evangelizador. Es más: es Evangelio, buena y alegre noticia. Francisco, anciano y rengueando, se expuso a la mirada, a las preguntas y a los corazones de esos diez chicos llegados a Roma desde distintos rincones del mundo, pero, sobre todo, desde vivencias muy duras de la vida y de la fe. Y Francisco fue desarmado. En algunos tramos del diálogo, incluso se notó que esa exposición no estaba guionada. Se dejó interrogar y, como nos pasa a todos, se lo vio buscando palabras para decir; pero, sobre todo, tantear gestos de genuina cercanía… y también de exquisita ternura.
Imposible no pensar en lo que los evangelios nos cuentan de los encuentros de Jesús con -aquí hay que usar la palabra- los “pecadores”: Jesús toma la iniciativa y, con su sola presencia de amigo, pone en marcha el reencuentro. El gesto es lo que cuenta como hecho de salvación. Los evangelios no nos dicen nada acerca de qué hablan en torno a la mesa. Siempre destacan la iniciativa de Jesús, la alegría de sus eventuales comensales y lo que desata en sus corazones: ver, si no, lo que pasa en Jericó y, sobre todo, en el corazón de Zaqueo.
El diálogo, en sí mismo, es también destacable. Se dio entre los jóvenes y el papa, pero también, en torno a Francisco, los mismos jóvenes dialogaron entre sí, intercambiaron miradas, experiencias y silencios. Al finalizar, Francisco le puso nombre a ese estilo de encuentro: la fraternidad que nace de ese Dios Padre que nos ha mostrado Jesús. Potente mensaje. El encuentro tuvo sus momentos álgidos. El intercambio con el joven español que saca a la luz el drama de los abusos.
En cuanto al momento en que la joven argentina (de Santiago del Estero) que se declara católica y feminista, le acerca al Papa el pañuelo verde, Francisco tuvo la claridad del amor y la misericordia. Tuvo el equilibrio que supone decir la verdad del amor y en el amor (el Logos cristiano -al decir de Benedicto XVI- es también Agape). Lo más fuerte -para mí- es el diálogo que se dio en torno a la experiencia de la joven que trabaja en el mundo de la pornografía. Ahí, Francisco recibió la inestimable ayuda de una veinteañera española, neocatecumenal, que entró en diálogo con exquisito tacto.
Francisco se sumó a ese difícil intercambio de miradas. A esta joven, el Papa le reservó lo que a mis oídos sonó como una evangélica bienaventuranza: le agradeció y felicitó por el testimonio de su fe en medio de un contexto difícil y, como buen padre en la fe, le señaló con claridad que ese viaje que es la fe cristiana siempre estará marcado por la prueba. La fe -le dijo- solo crece como fe probada, e impugnada, añado yo.
Aquí me detengo. Espero verlo de nuevo con mayor detenimiento. Hay mucha tela para cortar de este intenso encuentro del papa con el mundo de los jóvenes… o, al menos, con algunas situaciones juveniles. ¡Qué bueno es vivir la fe en una Iglesia que muestra lo mejor de sí misma (el Evangelio animado por el Espíritu) cuando se ve obligada a salir de sí misma, a dejarse herir y hasta “ensuciar” por el barro de la historia! Sí, yo también “prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle,
antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.
¡Gracias Francisco y gracias chicos y chicas que nos regalaron este momento de Pascua en medio de esta Pascua 2023!
* Sergio Osvaldo Buenanueva, obispo de San Francisco (Córdoba)