Psicología

Resolver dificultades en la vida cotidiana

¿Cuántos conflictos se pueden presentar en un día? ¿Muchos, pocos, ninguno? Cuando todo parece que nos sale mal, que pensamos “esto no puede estar sucediendo”, es habitual atribuirlo a la mala suerte.

Carlos Gustavo Motta
Carlos Gustavo Motta sábado, 1 de abril de 2023 · 11:00 hs
Resolver dificultades en la vida cotidiana
No pensar en quien tiene razón, es una buena soluciuón. Foto: Gentileza CGM.

Estos malos encuentros en la vida cotidiana resultan vitales para elaborar si los mismos no representan una oportunidad que se dirige a nuevos aprendizajes, nuevos modos de encarar al malestar, sobre todo en una sociedad que no nos da respiro.  Van entonces algunos modos de abordaje que generalmente son brindados por terapias de corte comportamental. Pueden ser efectivos si no se los toma como consejos, que ya sabemos, están para no seguirlos, pero que resultan advertencias de carácter positivo.

Dirección de la dificultad: intentar buscar la solución. Si la hay, no es problema. Podemos enfocarnos en ella sin pensar en culpables. Limitar un conflicto: si la cuestión es con otros, no enfurecerse. No alimentar algo que no sabemos y sólo podemos conjeturar. Contar con la presencia de un mediador puede ser acertado pero la persona elegida debe ser neutral al
conflicto. Por supuesto lo mejor sería llevarlo a terapia pero tampoco podemos depender de ese espacio, por lo tanto, en algunas ocasiones relacionarse con otros puede ser una solución.

Instrumentos de cambio: buscar el tiempo propicio, diálogo, concertar una reunión, cuidar las palabras y los tonos de voz. Una de importancia: escuchar al otro sin interrumpir, no querer responder todo lo que se dice. No pensar en quien tiene razón. Respeto, cuidando las emociones que pueden desajustar el encuentro. Utilizar la experiencia propia para transmitirla sin que el otro piense que es una crítica personal. Tampoco interpretar o juzgar las intenciones supuestas.

Buscar el tiempo propicio para dialogar.
Foto: Mundopsicologos.

Modos de presentar lo problemático: aludiendo lo que uno ha sentido con eso y no a la persona u otros en cuestión. Preguntar: por qué hemos llegado a esta situación en el caso que el conflicto sea vincular. Evitar el tema de la culpa dando paso a la responsabilidad de las acciones. Cada uno es responsable de lo que hace y eso es vital recordarlo. Rescatemos los buenos recuerdos, los tiempos vitales que hemos compartido con esa persona que hoy nos encontramos en conflicto. Malos encuentros o señalar a otros en cuestiones desafortunadas que nos ocurren, no forma parte de una solución clara y precisa. Recordemos que la perfección se la llevan los ideales y que eso formulado y pensado, puede resultar un punto de vista equivocado. No consultar al “Dr. Google” acerca de los conflictos y depositar los mismos en ámbitos profesionales.

Algo de todo esto hemos visto en la televisión a lo largo de 166 días aproximadamente: Gran Hermano fue un muestrario de conflictos. Quién gano? El que menos problemas presentó. Quien no confrontaba directamente sino que ubicaba un compás de espera, casi el método Wu Wei de la espera. De utilizar la fuerza del contrincante para poder salir ileso y triunfante. “Los hombres no se perturban por las cosas, sino por las opiniones que tienen de ésta” decía Epicteto. Los acontecimientos externos no están bajo nuestro control, pero existe un área que sí controlamos.

Tenemos el poder de elegir lo que estos acontecimientos significan para nosotros y son nuestras elecciones las que importan. No los acontecimientos. Los acontecimientos externos básicamente no tienen ningún significado. Son nuestros juicios y cómo os percibimos los que les da significado y los hacer aparecer buenos o malos. No culpar a otros personas o a los acontecimientos de las emociones de carácter negativo que sentimos. Asumir la responsabilidad.

No culpar a otros personas.
Foto: Pinterest.

Nuestras opiniones a veces se ubican como causa de perturbación. Sufrimiento o infelicidad surgen cuando nos creemos las historias que nos contamos a nosotros mismos. No hay nada bueno o malo a menos que decidamos que así sea. No intentemos dirigir los acontecimientos, sino seguirlos.  Resistirse es inútil. Debemos tomar las cosas como vienen y hacer lo mejor que podamos dentro de nuestras propias posibilidades.

* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.

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