Nuevo paradigma: síndrome del intestino permeable

El miedo inexplicable o la sensación de angustia no radica allí mismo al pensar que algo malo va a pasar, una especie de presentimiento de carácter inquietante?.. En el 460 AC, el célebre médico griego Hipócrates sostenía que las enfermedades empezaban en el intestino y promovía una función digestiva equilibrada a través de dietas, plantas digestivas y enemas.
Muchísimos años después, en los 60 del siglo pasado, el Dr. Jeffrey Bland creaba la medicina funcional quien apuntaba a buscar la raíz de los problemas antes de usar los medicamentos.

En sus observaciones clínicas descubrió que un mal funcionamiento intestinal provoca alteraciones en la permeabilidad con el consiguiente acceso al torrente sanguíneo de varios productos químicos que resultan nocivos y que irritan de modo crónico, las paredes del tubo digestivo con el consiguiente impacto en el sistema inmunológico ocasionando distintas enfermedades incluso ansiedad, depresión, síndrome de fatiga crónica entre otras.

Investigaciones actuales señalan que el concepto de intestino permeable más los componentes metabólicos bacterianos de la microbiota pueden diseminar a sitios distales desde la barrera epitelial intestinal alcanzando la barrera hematoencefálica (la capa protectora del cerebro). En estas instancias la inflamación causaría síntomas de depresión, ansiedad, fatiga. Caso por caso, uno por uno, no podemos evitar como psicoanalistas estar atentos a esta regla, pero resulta operativo en todas sus formas y edades
posibles, saber comer y cuando lo hacemos mal (o de modo poco variable alimentariamente) la microbiota se altera provocando un desequilibrio de la permeabilidad intestinal. Hoy debemos tener en cuenta el eje intestino- cerebro.

Facundo Pereyra es un médico argentino, especialista en Medicina Interna, autor de “Resetea tus intestinos” (2023, Editorial El Ateneo). Afirma que los trastornos de ansiedad y depresión continúan siendo un estigma social en el siglo XXI. Nadie quiere aceptar que está ansioso o deprimido por considerarlo un signo de debilidad ante el resto. Por estas razones, afirma Pereyra, el tiempo promedio desde el inicio de los síntomas al diagnóstico oscila entre los ocho y diez años. Según un estudio epidemiológico, un 10% de la población mundial tiene trastorno de ansiedad.

La explicación médica al respecto es que cuando la microbiota se empobrece, hay menos producción de serotonina en el intestino provocando una neuroinflamación. Esta particularidad además instala, fisiológicamente hablando, contracturas, inquietud, irritabilidad hasta miedos intensos entre otros síntomas corporales. Al existir numerosos enfoques psicoterapeúticos, la mayoría implica el trabajo con un profesional para disminuir esos síntomas. No está mal que el psicoanalista sepa sobre este tema pero apuntar sólo a lo que emerge como dificultad sería caer en la trampa de hablar sólo de una cosa evitando el resto de otras.

Estamos de acuerdo con conocer acerca de este síndrome intestinal que nos conduce en definitiva a una buena alimentación y a un ajuste equilibrado, en ese sentido, en nuestra vida y que suma mucho por la actividad que desplegamos cotidianamente en una ciudad de las furias como es Buenos Aires. Las terapias a corto plazo que se proponen son efectivas pero el retorno de lo mismo acontece desde otro lugar. Debemos entender que no siempre lo rápido resulta lo más adecuado y sobre todo, cuando de ansiedad se refiere.

Permitirse una cita con uno mismo en un espacio terapeútico de modo constante, es revisitar con serenidad cuestiones que hasta nuestro intestino puede agradecer y nuestra psiquis elaborar para que finalmente el equilibrio se establezca en nosotros y con los otros. Reseteamos el intestino si podemos resetear nuestra forma de construir los pensamientos.

* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.