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Relatos del pasado ante las urgencias del futuro político

Una novela melodramática puede ser representativas de la realidad, en una nueva temporada de reflexiones, los amigos de Entremedios vuelven a dejar sus buenas impresiones en MDZ.

Damián Fernández Pedemonte
Damián Fernández Pedemonte domingo, 26 de marzo de 2023 · 07:11 hs
Relatos del pasado ante las urgencias del futuro político
Un ex Presidente y una vice presidente Foto: Gentileza: Youtube

Acaba de publicarse mi último libro: "Grieta entre el relato y la conversación. Comunicación política argentina del 2001 a la pandemia". Postula que, además de ideológica y actitudinal, la grieta que divide a la política argentina desde hace veinte años, es también una grieta en los modelos de comunicación, en el modo de entender la relación entre la comunicación y la política. El kirchnerismo entendió que la comunicación profesional era fundamental para poder gobernar. El relato mantiene en el tiempo el mito de gobierno, sostiene el libro.

Del otro lado, el macrismo nunca vio la necesidad de apuntalar la gestión con comunicación estratégica. Sí avanzó en el marketing electoral y quiso llevar esta lógica a la comunicación de gobierno. Ensayó tímidamente un modelo alternativo al relato populista, sólo para contrastar con el kirchnerismo: el de la conversación. Conversación con el periodismo y con la gente a través de las redes y de la fantasía de la cercanía de los funcionarios de gobierno con los vecinos.

Esta semana Cristina Kirchner y Mauricio Macri ambos tuvieron sonoras reapariciones públicas. Cristina fue la principal oradora en el encuentro organizado por el Grupo de Puebla, que integran dirigentes progresistas de América Latina, fundamentalmente expresidentes de la anterior ola populista de izquierda. Cristina reconstruyó nuevamente la historia de la llegada al poder de Néstor Kirchner y de los logros de su gestión, estableciendo un paralelo entre los golpes militares que asolaron a la región en los años setenta y el lawfare que han padecido algunos expresidentes latinoamericanos actualmente.

La línea de fuerza de su argumento es que tanto los militares como los jueces buscan detener un proceso de igualación de la sociedad. Las razones de fondo de la guerra judicial contra ella serían, pues, económicas. Para este ataque al modelo nacional y popular se alían facciones políticas, poder judicial y medios de comunicación: “el lawfare no se explica sin los medios de comunicación. Las sentencias se escriben en los medios de comunicación y después un juez o fiscal suscribe la acusación o la
sentencia".

Todos los componentes del relato singuen vigentes. El mito de origen (el infierno de la dictadura, de los noventa y del 2001), el poderoso enemigo de varias cabezas (entre las que siempre se encuentra el neoliberalismo, el poder judicial y los medios), su carácter de heroína perseguida. Como muestra Camila Perochena en Cristina y la historia, CFK (que en la mitad de todos sus discursos como presidente hizo alusiones al pasado) usa su reinterpretación del pasado polarizador para fundamentar la radicalización del conflicto de su proyecto político.

¿Cuál es el problema con esta narrativa poderosa? Que no tiene la eficacia que tenía diez años atrás, el núcleo duro de seguidores de la Vicepresidente que lee la realidad con estos lentes, está cada vez más alejado de la lectura que de la realidad hace la mayoría. De hecho, la narración se detiene en 2015. Hábilmente cita a referentes de la oposición para confirmar que ella dejó el gobierno sin deuda, con reservas en el Banco Central y con salarios altos. Pero ni siquiera menciona la gestión de cuatro años del presidente elegido por ella y del cual es la Vicepresidenta.

Es verdad que la situación económica que ella dejó fue mejor que la que dejó Macri, pero la que dejará Alberto será aún peor. Dejó picando que la revolución liderada por ella puede volver a suceder, porque ya una vez se hizo. Su rival sigue siendo Macri, Alberto no es ni siquiera considerado (hubo una guerra de streaming entre el discurso de Cristina y el que simultáneamente pronunciaba Alberto desde Mendoza). Tampoco Macri pierde su tono electoralista, pero su prosodia sigue siendo la del outsider de la política, del empresario de la gestión pública. “Vamos a hacer desaparecer el miedo de Argentina”, sostuvo en Rosario donde fue a presentar su libro Para qué, ante sus fans. “Ya hemos demostrado que podemos hacer cosas buenas, esas mentiras que se caen ahora son oportunidades para trabajar de manera sana, en equipo, siendo parte del mundo, no podemos seguir apoyando dictaduras, todo es un combo.

Habíamos hecho mucho con mucho esfuerzo, no sin errores, pero habíamos llegado a un rumbo correcto”. Igual que Cristina repite ante su cada vez más restringido grupo de incondicionales los tópicos de su discurso: trabajar en equipo, integrarse al mundo, con un lenguaje naïve: “hacer cosas buenas”, “trabajar de manera sana”, poniendo al gobierno del lado de la mentira y de apoyar dictaduras. Así como Cristina soslaya no haber podido impedir el fracaso del gobierno de Alberto, Macri olvida cómo terminó su propio gobierno.

Es esta la batalla del 2015 entre los líderes del 2015. Sólo se aclarará el panorama electoral del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio una vez que Cristina (y Alberto, su Némesis) y Macri digan con claridad que no van a ser candidatos presidenciales y el debate de los presidenciables, pase a centrarse en las urgencias del futuro. Se destacará quien logre proponer una conversación para alcanzar los consensos de base sobre los temas que realmente le preocupan a la ciudadanía, entre los cuales, según todos los sondeos, destaca hoy la inflación.

En la primera encuesta nacional de 2023 de Zuban-Córdoba, además de reflejar que la desaprobación del gobierno es del 69%, y que sólo el 16% de la población cree que la inflación bajará, consigna que el 84% cree que la dirigencia política debe dialogar más. El modelo de comunicación que viene tiene la forma de una conversación, guiada y polémica, con escucha primero y conducción después, sobre el futuro del país. De lo contrario, los ciudadanos frustrados seguirán buscando en Javier Milei al salvador de la patria, por afuera de la conversación democrática.

* Damián Fernández Pedemonte, director de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral.

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