La dura realidad que enfrentan los profesionales de la salud en entornos rurales
El rol de los médicos rurales es fundamental para aquellos entornos alejados y en donde las condiciones pueden distar mucho de las urbanizaciones. De allí radica la necesidad de ampliar la plantilla de este ámbito. ¿Cuál es el rol y las dificultades que atraviesa un médico rural?
El rol de la medicina en entornos rurales implica un valor fundamental a partir del hecho de que están presentes en lugares muy dispersos en el territorio geográfico de una localidad o provincia, en donde pueden tratarse de lugares casi inhóspitos o en donde las condiciones pueden distar bastante de la realidad que acostumbran aquellas localidades con mayor concentración de población y entornos más urbanos. De allí radica la necesidad de contar con personal de la salud en las diferentes realidades distribuidas a lo largo del territorio.
El director general de la Región Metropolitana Norte, del Ministerio de Salud de Mendoza, Gabriel Mengual, reconoció a este medio la dificultad existente para conseguir profesionales de la salud en muchas áreas, no sólo en las zonas rurales, sino también en las urbanas. Y señaló que, actualmente, en la provincia, hay “aproximadamente entre 100 a 110 médicos rurales y entre 140 a 150 agentes sanitarios, distribuidos en diferentes zonas”.
“Hay médicos distribuidos con diferentes poblaciones a cargo o a las que atienden de manera constante o periódica, y hay lugares en los que también accedemos a través de operativos particulares, como son los camiones sanitarios, operativos episódicos que se van dando según el requerimiento y las características”, explicó en ese punto.
Mengual señaló que se encuentran en el proceso de adjudicación de cargos médicos distribuidos principalmente en Valle de Uco, zona Sur y Este, y dentro de la Metropolitana Norte, específicamente en Lavalle, además de estar trabajando para incentivar la presencia de profesionales que quieran arraigarse en esos entornos rurales. Allí remarcó la necesidad de erradicar el concepto de ruralidad como una complicación en cuanto a la accesibilidad en salud, sino que implique “tomar medidas que tiendan a que el acceso a la salud en diferentes poblaciones, por más dispersas o chicas que sean dentro de la provincia, tengan el mismo acceso a la salud que una persona que vive en el microcentro de la Ciudad de Mendoza, por dar un ejemplo muy claro”
En ese sentido explicó que, a pesar de que se vea limitado el recurso humano, hay estrategias para hacer que la oferta sanitaria no se vea afectada: “Las estrategias de Abordaje Territorial, como son los camiones, operativos, y el hecho de tener equipos itinerantes que van a ese lugar de manera periódica a hacer un seguimiento lineal y oportuno de la salud mitiga este tipo de dificultades”
“Lo importante es la red que armemos alrededor del sistema de salud al que la gente accede. Es importante entender que va más allá del recurso particular de una persona, sino cómo armamos los sistemas para poder dar la accesibilidad y la participación comunitaria del sistema de salud”, agregó.
Un trabajo que requiere mucha vocación
Francisco Pinol es uno de los referentes dentro de la medicina rural de la provincia. Especializado en Medicina de Familia, desde 2010 se desempeña en el terreno, primero en una pequeña localidad de Neuquén durante un par de años, y desde 2012 afincado en Malargüe, más precisamente en Agua Escondida. Además, durante la pandemia de coronavirus fue el coordinador del Área Sanitaria del departamento sureño.
El profesional señaló que el médico de familia es “especialista en problemas de salud o consultas muy prevalentes. Trata de tener una población mejor cubierta con lo que llamamos atención primaria de la salud (APS). Por ejemplo, que si tiene problemas de presión no vaya al cardiólogo en primera instancia, por un dolor de panza no vaya al gastroenterólogo y así. En un barrio o un centro de salud, donde convive con un cardiólogo, un clínico, un pediatra y un obstetra, su actividad queda muy relegada porque la gente no entiende o no sabe y por eso no lo considera como una primera alternativa para hacer una consulta”.
Se trata de un trabajo en el que pueden llegar a recorrer 400 kilómetros en un día, a bordo de la movilidad que posea el área, transporte público o en un vehículo particular propio, a través de caminos muchas veces en mal estado, rumbo a diferentes puestos con familias que pueden llegar a sufrir la falta de tecnología o algunas situaciones particulares.
“Yo tengo un cronograma porque es difícil conseguir que cubra una carga horaria de ocho horas por día ya que mi lugar de trabajo está a casi 200 kilómetros y no puedo ir y volver todos los días. Trato de buscar la forma para trabajar de corrido y cumplir toda mi carga horaria. Entonces, me voy desde acá de Ciudad de Malargüe, donde vivo, y voy recorriendo algunos puestos, sea porque la gente me pide que vuelva o que haga algún control, o porque un agente sanitario o el enfermero me comenta que hay un paciente que necesita hacerse un control. Aprovecho el viaje para poder hacer ese control. Por ejemplo, ahí puedo tardar siete horas en llegar al centro de salud de Agua Escondida donde trabajo”, contó.
Otra parte de su función implica salidas con agentes sanitarios. “Hicimos una hace unos días, salimos a las 7 de la mañana y estuve de vuelta acá a las 10 de la noche. Habré recorrido unos 400 kilómetros. Más o menos, en promedio, en cada una de esas salidas habré atendido a unos 20 pacientes”.
Piñol señaló que para poder desempeñarse en el terreno, hay que tener mucha vocación: “Creo que lo más importante es que quieran hacer este trabajo, que lo entiendan, que les guste. Creo que es un requisito para poder tener una muy buena atención con todos los pacientes y entender cuáles son las necesidades que tiene la población que estás atendiendo”.
Para él, el desarrollo en el territorio es un aspecto esencial y se trata de un ambiente muy diferente respecto a las zonas urbanas, en “donde las limitaciones hacen que uno tenga que agudizar mucho el tema del interrogatorio, y la evaluación del contexto y entorno del paciente es fundamental para tomar la mejor decisión”.
“Uno es la única alternativa que tiene ese paciente y por eso tiene que tratar de conservar la mejor relación posible. Entonces tiene que mediar en función a lo que tendría que hacer el paciente y lo que quiere hacer el paciente”, señaló.
En ese sentido, también comentó que también se diferencia en cuanto a zonas urbanas por el vínculo que se forja con el paciente: “puede llegar a tornarse inclusive más familiar”. “La relación que uno puede crear es muy diferente a la que puede haber en un consultorio. Y es muy difícil cuando uno está en estos lugares, donde empieza a darse cuenta cuáles son las diferentes posibilidades, que alguno no tiene medio de transporte, no tiene comunicación o no tiene una farmacia cerca”, describió.
“Muchas veces estas personas son reacias a tomar medicación o a hacer consultas, entonces ahí está el tema de la negociación, hasta dónde uno tiene que insistir u ofrecer una intervención, o todo lo contrario. Uno tiene que tener cierta diplomacia, cierta “cintura”, para poder lograr un acuerdo con el paciente”, añadió.
También, describió en base a su experiencia que, en la actualidad, “ya no hay médicos rurales propiamente dichos, que son aquellos que viven dentro de la población e interaccionan” y añadió que “es muy difícil conseguir un médico o un profesional que quiera arraigarse en una población alejada”.