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“Entendí que podía conservar a mi padre aún sabiendo que fue un represor”

Las familias de las víctimas del terrorismo de Estado conviven con el dolor de las pérdidas de sus seres queridos pero también los familiares de represores tuvieron que atravesar un proceso doloroso de aceptación. En primera persona el testimonio de Leonardo Miranda, hijo de un represor condenado.

Andrea Ginestar
Andrea Ginestar viernes, 24 de marzo de 2023 · 08:17 hs
“Entendí que podía conservar a mi padre aún sabiendo que fue un represor”
El ex D2 se transformó en un espacio para la Memoria, Verdad y Justicia en Mendoza. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Para algunas personas, cada 24 de marzo se abre un pequeño portal que los conduce hacia una etapa oscura de la historia argentina pero también de la propia historia individual y familiar. Leonardo Miranda es integrante del colectivo "Historias Desobedientes", un espacio donde participan familiares de represores que condenan el accionar de sus parientes durante la última dictadura cívico militar.

El dolor de muchas familias que perdieron a sus seres queridos durante la última dictadura cívico militar sigue vigente al igual que el pedido de justicia, acompañado por la frase "Nunca Más" que se transformó en una consigna indiscutible para todas las generaciones. El Día de la Memoria y todas las significaciones que surgen están atravesadas por incertidumbre, impotencia y el terror que genera saber los detalles de los secuestros, torturas y desapariciones de seres humanos que eran hijos, hermanos, padres, amigos, vecinos...

Leonardo es uno de los 5 hijos de Ricardo Benjamín Miranda Genaro, jefe del ex D2 de Mendoza, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad en el 2013. Su relato comienza de manera cuidadosa, y las palabras que elige para contar parte de su historia están atravesadas por mucho dolor y una extrema soledad. 

El Departamento 2 de Informaciones (D2) fue un centro clandestino de detención, torturas y exterminio durante el terrorismo de Estado

"Nací en el año 1970, me crié en el seno de una familia policial y todo el proceso de la dictadura lo transité como un niño en la escuela primaria", expresó.

Su infancia transcurrió como la de cualquier niño, era el menor de 5 hermanos e hijo de un policía que se había retirado con la máxima jerarquía. "Mi papá estaba muy presente en nuestra crianza, compartía actividades conmigo y mis hermanos, nos gustaba ir a pescar... fue un buen padre, amoroso y presente", manifestó.

Su voz se entrecorta cuando vuelve a esos días en los que era un niño que jugaba con sus hermanos y disfrutaba de las actividades familiares, todo fluía de manera casi perfecta y sólida. Los almuerzos y cenas transcurrían como en cualquier otra familia pero al hablar sobre la realidad que atravesaba el país se hacía presente un discurso antisubversivo. 

"En mi casa siempre se habló del tema de la subversión y de los terroristas, era un idioma antisubversivo. Había una mirada y un posicionamiento muy claro al respecto. Siempre fui partícipe de esos de esos discursos pero cuando empecé a transitar mi vida universitaria, comencé a vincularme con otro nivel de conciencia y con otra lectura de la realidad. Mi mirada y posicionamiento político fue propio, autónomo, independiente de la mirada política de la familia. Empecé a mirar las cosas desde otro lugar y justamente era el lugar opuesto al discurso familiar", agregó. 

A medida que avanza su relato, es muy difícil no pensar en el proceso individual que transitan las personas que estuvieron o están vinculadas con los represores juzgados y condenados por la última dictadura. Tomar conciencia de la participación de un ser querido en los crímenes de lesa humanidad cometidos no es algo sencillo y, en el caso de Leonardo, ese proceso fue transitado en soledad hasta el momento en que comenzó a ser parte del colectivo "Historias Desobedientes". 

"No podemos desconocer el vínculo, no lo podemos negar porque es parte de nuestra historia, parte constitutiva nuestra...de nuestros padres. Asumimos una mirada desobediente y venimos trabajando mucho el concepto de la desobediencia. Hacemos un trabajo de romper algunos mandatos sociales y culturales rompiendo el silencio. Reconocemos, nos adaptamos y hacemos cargo de la parte que nos toca por ser hijos de quienes participaron de las fuerzas represivas de la dictadura", expresó Leonardo haciendo hincapié en que ese trabajo de reconocimiento y memoria es un posicionamiento social y colectivo.

Leonardo Miranda.

El inicio de los juicios por los crímenes de lesa humanidad en el 2011 marcó la historia de miles de familias y para Leonardo significó un antes y un después en su vida. "En el 2011-2012 empieza el tercer juicio de esa humanidad donde mi padre es procesado y luego condenado. Todo ese periodo lo recorrí con mucha vergüenza como muchos de los compañeros y compañeras del colectivo. Atravesamos momentos de mucho dolor, sentimientos y emociones encontradas en contradicción por por la mirada propia política y la situación que atravesaba mi padre y mi familia completa", recordó Leonardo.

-¿Cuál fue tu reacción al enterarte de las acusaciones contra tu padre?
-El primer sentimiento fue sentir que era un error y mi papá no tenía nada que ver, que eran otros...siempre pensamos que nadie cercano puede cometer esas atrocidades, pensamos que son otros, no puede ser un papá, un tío, un amigo o ser querido. El primer sentimiento fue de negación, porque como hijo puedo decir que era un buen tipo, un buen padre. 

-¿Estuviste presente en las audiencias? 
-Participé de casi todas las audiencias incluso en la última donde se leyó la sentencia a mi padre que fue el 23 de marzo del 2013.

-¿Lo visitaste mientras estuvo alojado en el penal San Felipe?
-Fui muchas veces y hoy sigo sosteniendo el vínculo en honor a lo que soy como ser humano, como persona ya que también soy producto de eso. Aún en la desobediencia, soy lo que soy gracias a mi familia pero llega un momento donde tenemos que elegir, tomar decisiones y posicionamientos. Elegí una búsqueda colectiva más que personal o individual porque en lo individual es más fácil o es más cómodo reconfortante quedarse en la zona de confort.

-¿Cómo viviste el momento de la condena a tu padre?
-Fue difícil asimilar su participación en las atrocidades que se cometieron durante la dictadura ya que la persona que estaba siendo juzgada era mi padre... un padre que siempre estuvo muy presente durante toda mi infancia. Pensé mucho en eso, a pesar del dolor y la soledad que suponía asumir una postura frente a los hechos que era contraria a la de mi familia, fueron muchos años de absoluta soledad. Me posiciono en rechazo al sistema del cual mi padre fue parte y lo hago en soledad porque nadie más de mi familia me acompaña. En el 2019 elegí y elijo formar parte del colectivo "Historias desobedientes" como un aporte en función de la memoria, no ser un negacionista...asumiendo una posición crítica respecto a mi padre. Repudio y rechazo el accionar de la Policía de Mendoza, de la fuerzas que intervinieron y fueron parte de la represión y el genocidio, tortura y desaparición de personas.

-No debe ser fácil para vos separar al padre amoroso del genocida. ¿Cómo transitaste ese proceso durante estos años y cómo es la relación con tu padre actualmente? 
-No me resigné a perder a mi padre. Hay un papá que quiero seguir teniendo aún con todo lo que pasó. Es un trabajo doloroso pero yo no corté el vínculo, agoté las conversaciones posibles con él y en un momento entendí que, si yo quería seguir manteniendo algún tipo de vínculo, debía asumir cómo fueron las cosas. Venimos culturalmente formateados por el cine de Hollywood donde el malo siempre es malo y el bueno siempre es bueno... En un momento pude entender que podía conservar a mi padre aún sabiendo que había sido parte del sistema represivo del Estado.  No es un proceso fácil, necesité de terapia y mucho acompañamiento de mi pareja y mis hijas. A diferencia de lo sucedido en otros casos de compañeros del colectivo, mi padre no era una persona violenta con la familia, si hubiese sido de esa forma el rompimiento hubiera sido más fácil. 

El dolor también va por la incapacidad de hacerse cargo por parte de quienes fueron parte del sistema represivo. Como sociedad nos hace muy mal, tenemos que hacernos cargo de que los policías, las Fuerzas Armadas y todos los que participaron eran personas, eran nuestros padres, vecinos, familiares, docentes, digo... no fueron personas de otro planeta que aparecieron acá para cometer esas atrocidades.

-¿Consideras que te has reconciliado con tu padre?
-Es una palabra fuerte, creo que el término sería aceptación. Estoy en paz conmigo mismo aún con este trabajo muy doloroso que tengo que hacer todos los días de asumir que es la realidad que me tocó y me toca vivir. Hoy lo visito y mis hijas también lo hacen sabiendo todo lo ocurrido y siendo conscientes de todo el proceso que atravesamos a nivel familiar e individual.

-¿Estás en una búsqueda de sentidos?
-Mi búsqueda es una construcción de sentido, tiene que servir para algo este dolor y está contradicción emocional del padre y el represor. Esto tiene un sentido y tiene que ver con lo que le dejamos a nuestros hijos, las generaciones que vienen y un profundo anhelo de que nunca más se repita una situación así.  No solo lo digo desde el punto de vista de los actos físicos de violencia (secuestros, tortura y desaparición de personas) sino también desde el modelo económico. El aparato represivo funcionó, debemos hacernos cargo y tomar dimensión del daño.

El transcurrir de la charla con Leonardo tuvo momentos de mucha emotividad y reflexión. Tomar conciencia de una historia individual y familiar atravesada por el dolor de cientos de familias que perdieron a sus seres queridos y otros que físicamente están presentes pero tienen facetas desconocidas. 

"Además de la desaparición de personas, desaparecieron políticas públicas, líneas de investigaciones de estudios y trabajos científicos por lo que se buscaba era implantar otro modelo cultural, político y económico, ese fue el verdadero motivo de la dictadura y el terrorismo de estado fue la herramienta utilizada para ello", reflexionó Leonardo.

"El sistema represivo logró que personas como mi padre que no tenía una matriz violenta fueran parte del sistema. El dispositivo cultural de transmisión que tenían las fuerzas armadas era muy fuerte y lograba que buenas personas formarán parte de su sistema, su estructura y fueran funcionales. Reconocer eso implica una vulnerabilidad muy grande frente a estos dispositivos del terror que estaban preparados para hacer cualquier cosa", expresó.

"Es complejo porque los dispositivos no están desactivados, están presentes y vigentes estos dispositivos del odio a partir de la demonización de ciertos sectores de la sociedad. Podemos pensar que están un poco maquillados y diluido en otras cosas pero están vigentes", finalizó.

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