Análisis

Sin paz: el pulso de Rosario y Santa Fe lo marcaron los enfrentamientos entre bandas narcocriminales

Las dos principales ciudades de la provincia vivieron otro año de terror. Cuantitativamente, la capital registró un puñado de homicidios menos que en 2022 mientras que Santa Fe se incrementaron.

José Graells
José Graells domingo, 31 de diciembre de 2023 · 13:13 hs
Sin paz: el pulso de Rosario y Santa Fe lo marcaron los enfrentamientos entre bandas narcocriminales
Rosario y Santa Fe sufren diariamente el flagelo que provocan las bandas narco Foto: Télam

Sin paz, así vivieron el 2023 los santafesinos. El problema de la violencia en Rosario y Santa Fe comenzó hace décadas, pero estos últimos años la sensación, confirmada por la cantidad y la disparidad de hechos, se agravó. Hablamos de más homicidios, sí, pero también de más enfrentamientos armados, ajustes de cuenta, balaceras a instituciones públicas en comisarias, hospitales y escuelas, medios de comunicación, amenazas, intimidaciones y mensajes mafiosos.

Quizás en este último eslabón aparezcan parte de las respuestas al drama que desde hace años describe a Rosario: la violencia narco-mafiosa. Un negocio que se amplió y ramificó, que ya no solo incluye a los soldaditos que son los encargados de custodiar los precarios búnkers, que a su vez los tienen como las principales víctimas en los homicidios (chicos mayoritariamente entre 15 y 30 años) sino que se afianzó a partir del poder territorial, económico y armamentístico. Muchas armas en control de las bandas dispuestas a ser utilizadas para matar.   

El negocio se agrandó a partir del poder que a fuerza de balas las bandas fueron ganando e imponiendo en los distintas capas de la sociedad, desde el control primario en los barrios, la necesaria participación de sectores de la policía corrupta, el Servicio Penitenciario habilitando comunicaciones de presos de alto perfil, la extorsión a comerciantes a cambio de dinero y la complicidad de sectores de la política y la Justicia.

Un combo perfecto que hace de Santa Fe una provincia regada por sangre. Rápidamente se recuerdan durante este 2023 hechos de enorme impacto social, principalmente en Rosario, donde el desarrollo de las bandas narcocriminales es mucho más sofisticado: la balacera al supermercado de la familia de Antonella Roccuzzo, esposa de Leo Messi, con mensajes para el propio futbolista y el intendente Pablo Javkin, entra en el triste podio. La ciudad también es conocida y visitada diariamente a partir de Messi y las personas que buscan saber dónde vivió y cómo se formó de pibe. La noticia dio la vuelta al mundo en minutos. "Cruzaron un límite", se dijo en ese momento. Ganaron ellos.   

Amenaza a Messi en Rosario. Foto: MDZ

Sin embargo, los hechos continuaron. Pocos días después, otra situación desataría la bronca y la indignación: Máximo Jeréz de solo 11 años cayó desplomado después de recibir un impacto de arma de fuego cuando salía de su casa hacia el kiosco en el barrio Los Pumitas. Después de las discrepancias entre el Gobierno provincial y nacional se definió el desembarco de Gendarmería Nacional, aunque poco cambió la realidad. 

El homicidio a sangre fría de Leoncio Bermúdez, policía de 42 años, acribillado en la puerta del Hospital de Emergencias, del cual se supo en la audiencia que se desarrolló en estas últimas horas que dos presos pagaron 500 mil pesos para ejecutarlo. También se debe recordar el crimen de Luis César Roldan, de 39 años, colectivero ultimado de siete disparos de arma de fuego mientras trabajaba.  A este repaso aleatorio se deben sumar una cantidad enorme de balaceras a instituciones públicas y privadas que en la mayoría de los casos están acompañadas de carteles con mensajes dirigidos a alguien: otra banda, Policía, Gobierno, empresario. 

Como se puede apreciar se trata de, por los menos dos grandes objetivos que persiguen las bandas narcos y que muestran como, a diferencia de una década atrás, cuando el esquema era mucho más precario, el negocio creció, potenció y sofisticó: por un lado, seguir ampliando su marco de acción territorial que incluye barrios, rutas, cielos y ríos por donde entran y salen todos los días enorme cantidad de droga valuada en millones. Por otro, instaurar el miedo entre la población: las amenazas y balaceras a comerciantes y empresario no tiene otro objetivo que extorsionar a cambio de. Sin miedo no funciona. Mientras el Estado se retrae y es incapaz de resolver la dimensión del conflicto, las bandas crecen.

A pocas horas del cierre del 2023, Rosario anotaba durante el año 259 homicidios, 28 casos menos que en el 2022 cuando se cometieron 287 y se estableció como el más violento de la historia, según los datos del Observatorio de Seguridad Pública del Gobierno. Como vemos, el descenso no implicó la baja de la violencia y crecimiento narco. 

En sentido contrario, la ciudad de Santa Fe que durante el 2022 registró 66 homicidios, el número más bajo en 20 años, durante el 2023 se llevan la cifra aumentó y se llevan cometidos 79 crímenes.

Cada una con su particularidad respecto al proceso delictual, Santa Fe y Rosario muestran que la violencia, la inseguridad y la proliferación de bandas narcocriminales es el tema que mayor preocupación genera. Hasta el momento el Estado, en sus distintas esferas y bajo distintos signos políticos no solo no fue capaz de resolver el problema sino que retrocedió en sus capacidades y el margen de acción cada vez se acorta más.    

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