Posta de Yatasto: la imperdible visita al solar donde Belgrano y San Martín sellaron un histórico abrazo
La Posta de Yatasto es innegablemente la posta más popular y conocida de la historia argentina. Es un lugar referencial, “marcado a fuego” desde nuestros años de escuela primaria por ser el ámbito del encuentro entre San Martín y Belgrano, cubriendo cientos de páginas en nuestros libros y cuadernos escolares. “La Posta de Yatasto", donde los dos máximos héroes de la patria se abrazaron para siempre y cuya imagen simbólica, resguardada en la obra del pintor Augusto Ballerini (1857 – 1897), invadió nuestras retinas infantiles y, hoy con la nostalgia del lejano recuerdo, aún perdura.
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Han pasado muchos años desde aquel verano de 1814, cuando muy cerquita de San José de Metán (Salta), a la vera de aquel colonial “Camino Real” que unía Buenos Aires con el Alto Perú, junto al río Yatasto, tuvo lugar durante las guerras por la independencia americana, la reunión entre los generales Manuel Belgrano y José de San Martín.
Así fue, como supuestamente en dicha posta, el General Belgrano por orden del gobierno central traspasará el mando de las tropas del Ejército del Norte al General San Martín. Agregaremos también que una investigación histórica sostiene que el lugar preciso del encuentro no fue puntualmente en Yatasto, sino en la Posta de Algarrobos, a unas leguas de Yatasto.
De posta en posta y el recuerdo de una postal
Las postas tienen un fuerte valor histórico y cobrarán enorme importancia pues resultaban el paraje obligado de jinetes, arreos de ganado y caravanas de carruajes. Servían para que los viajeros se resguardaran de las inclemencias del tiempo, cambiaran las cabalgaduras y, en muchas ocasiones, para protegerse de asaltantes o malones indios.
Se encontraban a una distancia aproximada entre 30 y 50 km. También eran la sede del cartero, ya con antecedentes de un “Real Correo Oficial” desde 1748.
Naturalmente las postas fueron el ámbito del encuentro. El espacio para la recreación de la cultura y para la transmisión de las ideas. Como nota saliente y colorida resaltaremos que en el mismo paraje estaba la "pulpería" (licorería y almacén). Las pulperías se convirtieron rápidamente en el lugar de la concentración ciudadana y el eje socio – comercial de la vecindad. En torno a sus mesas se difundirían las ideas políticas, historias fantasmagóricas, hazañas heroicas y milagros divinos. Las postas además constituyeron la cuna de trovadores, los juegos de naipes y de míticos duelos como respuesta al honor herido. La presencia femenina era escasa, aunque “calificada”, siendo motivo sustancial de más de una rencilla.
Así como cumplían el rol de proveeduría (una especie de minimarket o drugstore actual) también eran el ámbito natural de las transacciones comerciales, trueques y reclutamiento de peones o soldados para completar “las milicias”.
Las gruesas paredes de adobe de las postas y pulperías, al margen de la improvisada y típica ornamentación campera, sirvieron siempre de “pizarrón informativo” para la comunicación lugareña. Desde sus paredes se propagaban los panfletos de noticias, los folletos políticos, la fecha de la próxima “cuadrera”, carrera de galgo o riña de gallos. También, “las buenas nuevas”, o las no tan buenas: decesos, fugitivos y recompensas por algún malandra suelto. Aquellos reportes pegados con un clavo oxidado o con engrudo hecho con los sobrantes de la harina, donde siempre estaba la cara de los “bandidos rurales” (tomando la copla de León Gieco). “El buscado” que había desertado de la milicia o cometido alguna “cosa e’ mandiga”. Seguro que había una recompensa en “patacones” para quien aportara un dato o atrapara al “sotreta”.
Esas postas típicas, extraídas de una postal, no debieron haber sido muy distinta a la propiedad en el casco de la estancia de los Toledo y Pimentel, dueños por entonces de la mítica Posta de Yatasto.
Y continuando con la postal de una posta tradicional, expresaremos que pegado a la posta estaban los corrales que guardaban los caballos para el recambio de la cabalgadura, con “la marca a fuego en el anca”. Identificación representada con un símbolo iconográfico o con las iniciales del dueño del animal. “La marca” establecía la pertenencia del “matungo” a la tropilla de tal hacendado. Fue de esta forma que a los “pingos”: bayos, tordillos, alazanes, manchados, cualquiera fuera su tono, con dicha marca se los reconocía y prevenía el robo de los “cuatreros”. También en los corrales podía encontrarse mulas y bueyes; para la venta, permuta o alquiler.
Además, circundando la posta estaban los gallineros plagados de pollones, “batarazas” y ponedoras; y los “chiqueros” con los chanchos esperando por los “carneos” después de “aparecidas” las primeras heladas del otoño y, como en caso de algunas postas también, hasta tenían un palomar.
Un aljibe, un horno y un oratorio “cristiano”, generalmente, completaban la escena del lugar. Un ámbito importante de la posta lo ocupaba el improvisado tambo. En ocasiones, solamente para satisfacer el consumo doméstico, y en otros, por tener varias vacas “lecheras”, para la comercialización y el reparto.
Era común también que las postas ofrecieran el servicio de hospedaje y albergue, pero solamente a los privilegiados que viajaban en diligencias. Para “los ricachones”, diríamos. Excepcionalmente para los que formaban parte de las caravanas de arreos. El descanso de estos era a la intemperie, “al cobijo de la luna y las estrellas”, como dirá la canción gauchesca.
Sobre la puerta de la casa de la posta se ponía un escudo de las armas reales y un rótulo con grandes letras moldeadas con estas palabras: “parada de postas”.
Cada posta requería un "maestro de posta", quien en ocasiones también oficiaba de veterinario (pero también de “curandero”, barbero o dentista, según la audacia de susodicho), mientras que los viajeros debían cumplir con los requisitos que exigía el "Reglamento Oficial de Postas": documento personal, autorización de carga, pasaporte de tránsito, registrar un inventario del cargamento y ''pagar por adelantado".
La Posta de Yatasto: legado y actualidad
En la actualidad solo una parte del edificio perteneció a la posta original. Pero se puede percibir una excelente restauración completa de lugar. Hay restos de piedras de las antiguas habitaciones, una pequeña iglesia y se mantienen los originales cimientos. La casa, el mobiliario y los objetos que integran su patrimonio permiten evocar acontecimientos históricos significativos de los siglos XVIII y XIX, además de recrear usos y costumbres rurales de la región. Las especies autóctonas (algarrobos, palos borrachos, mistoles y ceibos) que rodean la casa completan el paisaje tal como en la época colonial.
Fue declarada Monumento Histórico Nacional de Argentina el 14 de julio de 1941, mientras que los antiguos propietarios donaron la Posta de Yatasto al estado argentino en 1950 y desde entonces funciona como museo con una constante y asidua concurrencia de turistas. Unos 300 metros al suroeste se encuentra la vieja “Estación Yatasto del Ferrocarril General Belgrano”, otro atractivo de la zona.
La posta se encuentra a unos 20 km. al sur de San José de Metán (tras pasar por las localidades de “Metán Viejo” y “Paso del Durazno”) rumbo a Rosario de la Frontera por la Ruta Nacional Nº9, componiendo un punto de confluencia histórico entre aquel antiguo “Camino del Inca” proveniente de la cordillera y el antiguo “Camino Real” español que llegaba a Buenos Aires.
Horarios de visita del museo
- Lunes | Cerrado
- Martes | Abierto de 09:00 a 17:00hs
- Miércoles | Abierto de 09:00 a 17:00hs
- Jueves | Abierto de 09:00 a 17:00hs
- Viernes | Abierto de 09:00 a 17:00hs
- Sábado | Abierto de 14:00 a 18:00hs
- Domingo | Abierto de 10:00 a 14:00hs