Los dos núcleos de la inteligencia corporal-kinestésica
Esta inteligencia tiene dos núcleos, el manejo del cuerpo y la motricidad fina. Ambos necesitan ser educados.
En estos tiempos, estamos ya acostumbrados a señalar que todos tenemos varias inteligencias, algunas más desarrolladas que otras, además el autor que las difundió, Howard Gardner, pudo definir a la inteligencia como la capacidad de resolver problemas y además, generar productos nuevos y útiles en una determinada cultura y tiempo. Pero en este artículo deseamos profundizar y destacar dos núcleos que posee esta inteligencia corporal-kinestésica, los cuales son básicamente educables. Por un lado “la capacidad de controlar los movimientos corporales propios y por el otro, la capacidad para manejar objetos con habilidad”.( Gardner - 1983)
Estos dos núcleos, la diferencian substancialmente del resto de las inteligencias. Cuando menciona la capacidad de manejar los movimientos corporales, está diciendo que somos conscientes que los mismos existen dentro de nuestras posibilidades y que además, podemos controlarlos, lo podemos observar en la danza o en las diversas disciplinas deportivas. Las personas, somos naturalmente inteligentes, en el sentido que le da Gardner al concepto de inteligencia, además tenemos la posibilidad de darnos
cuenta de lo que estamos haciendo en este momento, ello implica un nivel de abstracción destacado, que por cierto, creo, nos diferencia del resto de los vivientes, esta posibilidad de la abstracción nos lleva al nivel de la reflexión.
Con esta capacidad de reflexión, la inteligencia, en este caso la corporal –kinestésica, puede darse cuenta en su ejercicio, qué capacidad de rendimiento poseemos en nuestro cuerpo, además, tiene la posibilidad de mejorarlo. En este punto se asienta la necesidad de perfeccionamiento de nuestro nivel de destreza corporal y justifica las horas de entrenamiento para lograr objetivos. Pensemos, por ejemplo en un deportista, que va midiendo cotidianamente su rendimiento físico para participar en una competencia. Sabe que su cuerpo debe ser entrenado para las exigencias que la competencia solicita y por ello invierte horas en ejercitarlo para lograr una armonía en los movimientos que le permitirán participar con muchas posibilidades de triunfo en diversas competencias.
Esto indica que las inteligencias, en este caso la corporal –kinestésica, se pueden desarrollar, además va formando un carácter que permite a la persona afrontar las necesidades que se requieren a cada instante frente a los desafíos que las distintas circunstancias de la competencia plantean, permitiendo tener una manera de pensar donde una derrota no es el fin de un proceso, sino la invitación a levantarse y volver a trabajar para que la próxima vez lo que se logre sea una victoria.
Por otro lado, el otro núcleo que habíamos indicado arriba, era la capacidad para manejar objetos con habilidad. Es la motricidad fina. Este aspecto que contiene la inteligencia corporal-kinestésica, nos permite realizar un abanico de acciones que están vinculadas a los detalles, a la precisión en la manipulación de objetos pequeños o delicados, y en la cual podemos utilizar las manos, los pies o la boca. Pensemos en una persona que necesita manipular objetos de relojería, o en alguien que debe solucionar un problema en una cirugía en un lugar pequeño del cuerpo, también pensemos en aquellas personas que realizan obras de orfebrería, donde la precisión y el manejo de herramientas y objetos pequeños permiten la creación de belleza estética, etc.
Por lo tanto, esta inteligencia, nos es muy útil a nivel personal y comunitario, además, como todas las inteligencias se puede desarrollar con la práctica, lo que nos permite optimizar los movimientos. Como podemos ver en esta inteligencia también podemos realzar esa capacidad muy propia de la persona como lo es el lenguaje, podemos decir cosas, con nuestro cuerpo y nuestras manos en una propuesta permanente de gestos cargados de sentido, que a su vez van mostrando y por lo tanto van transmitiendo un mensaje a los otros.
Y esa transmisión implica un acto propiamente inteligente, debido a que para poder transmitir este mensaje es necesario procesar previamente el mismo en nuestro cerebro, no solo dando sentido a los contenidos que deseamos transmitir, sino también, buscando los gestos apropiados para hacerlo. A modo de conclusión, queremos poner énfasis en la necesidad desde el campo educativo, que se ponga un grado importante de atención al desarrollo de esta inteligencia en los niños y jóvenes, a los efectos que puedan expresar sus estados de ánimo y a la vez, pueda decodificar los mismos en otras personas en la sociedad en la que vivimos.
* Lic. José Miguel Toro
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