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Conmovedor ejemplo: tiene 88 años y sigue corriendo maratones

El testimonio de Elisa, que con 72 años conoció un nuevo deporte y cerca de los 90 se anima a seguir compitiendo contra los estereotipos.

Gonzalo Barrera
Gonzalo Barrera martes, 28 de noviembre de 2023 · 12:13 hs
Conmovedor ejemplo: tiene 88 años y sigue corriendo maratones
Elisa corriendo por la ribera de Vicente López, donde entrena cada mañana. Foto: Analía Melnik/MDZ

El deporte suele vincularse más con la juventud que con otro momento de la vida, siendo esto lo que vemos en las máximas competencias del mundo. La realidad es que, algunas veces, está muy lejos de ser así y Elisa Forti es un buen ejemplo de ello, siendo maratonista a sus 88 años, actividad que conoció a edad avanzada.

La sola mención de la palabra maratón ya hace pensar en un esfuerzo inhumano que "hay que estar loco" para hacerlo. Aunque en el caso de Elisa no tiene nada que ver la locura para hacerlo, sino el valor para superar el miedo al "¿qué dirán?". Esa primera barrera fue la que logró vencer: "¿Cómo será para una vieja de 72 años caer a un grupo joven?", recordó Elisa, pero reconoce que la realidad le respondió sola esa pregunta: "Me abrieron las puertas como si me hubieran conocido de toda la vida y, entonces me di cuenta que este era mi deporte".

"Lo elegí por la parte social, porque no sabía lo que era. Ahí empecé, a los 72 años", reflexionó Elisa y contó que el próximo 31 de diciembre cumplirá 89 años. Nacida en Como, al norte de Italia, llegó a la Argentina tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, en busca de mayores oportunidades y dejando atrás un país muy afectado por el mayor conflicto bélico de la historia. Fue allí donde, a pesar de los tiempos tristes, recuerda jugar cada noche, correr por las calles, los bosques y las montañas que circundan al famoso lago de los Alpes italianos.

A pesar de aquel tiempo de guerra en el que se crió, se vinculó con el deporte mediante el vóley, el cual siguió practicando cuando llegó al país. "Todas las mañanas me levanto, me pongo las zapatillas, desayuno y me voy al río", explicó la mujer de 88 años que vive en Vicente López y, aunque no puede correr como años atrás, sigue yendo a entrenar cada mañana pensando en su próxima carrera.

No sabe cuántas carreras corrió, pero son muchas. En su casa, un sector está especialmente dedicado a sus trofeos, una enorme cantidad de medallas decoran mensajes que les fueron escribiendo sus hijos y amigos por la demostración de valentía que significó a sus 72 años llegar a correr una media maratón. "La primera carrera fue en Tandil y me dijeron: 'bueno Mamá, andá pero diez kilómetros'", pero su condición de "cabeza dura", cómo ella misma se describe, no la dejó quedarse allí.

Mirá la entrevista con la maratonista

"Vos viste cómo son las carreras. Empiezan en llanura y después suben. Cuando me quisieron parar a los diez kilómetros era cuando empezaban las piedras y había que trepar y yo dije: 'Al demonio. Yo sigo y se terminó", contó Elisa y agregó que, al cruzar la meta, valoró: "Fui capaz. Ganaste. Te ganaste, Elisa".

Elisa con uno de sus tantos recuerdos que le dio el running. Foto: Analía Melnik/MDZ.

"No llorar lo perdido, recordarlo con alegría y vivir el día", reflexionó Elisa sobre su forma de seguir adelante, tanto con su edad como con su gusto por el deporte. "El running a mí me da mucha fuerza interior. Un motivo por el que, cuando abro los ojos a la mañana, levantarse y empezar a vivir", explicó la mujer que en su juventud vivió practicando vóley, tenis y al mismo tiempo siendo madre de cinco hijos, por lo que reconoce la compañía de su esposo que siempre estuvo a su lado: "Tuve suerte que mi marido me acompañó siempre en eso, porque teniendo chicos no lo habría podido hacer si él no se ocupaba de ellos":

Medalla de Elisa por realizar "El Cruce", una carrera que cruza la cordillera de los Andes. Foto: Analía Menik/MDZ.

El testimonio de Elisa no es solo una charla motivacional sobre cómo correr carreras a pesar de la edad, sino también una prueba de como puede llevarse la vida a pesar de la realidad que atraviesa a una persona. También una especie de concientización sobre cómo el deporte puede cambiar la vida de una persona a cualquier edad y también termina siendo una escuela en la cual se adquieren valores distintos a los que se conocen en otros ámbitos.

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