Trastorno de déficit de atención e hiperactividad: ¿cuál es el origen?
El TDAH es un trastorno mental que comprende una combinación de problemas persistentes, como dificultad para prestar atención, hiperactividad y conducta impulsiva.
Lucila es una niña de nueve años que tiene problemas en la escuela. Desde preescolar, sus maestras han observado que se distrae constantemente, se para en el banco y pide muchas veces salir de clase. No logra copiar las consignas del pizarrón o terminar los ejercicios. Las maestras de Lucila han tratado de abordar este problema como si fuera un problema de conducta. Le han pedido a su familia que hable con ella y le pongan límites. Sin embargo, Manuela, la madre de Lucila, cree que hay algo más. No cree que su hija sea una desobediente o que este problema sea derivado del uso de las pantallas. Finalmente, la maestra de tercer grado de Lucila le recomienda a su madre que haga una consulta psicopedagógica. En la consulta, se diagnostica a Lucila con un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la capacidad de una persona para prestar atención, controlar sus impulsos y mantener un comportamiento organizado. El TDAH puede afectar a personas de todas las edades, pero suele diagnosticarse en la infancia. Los estudios muestran que los niños o las niñas de padres con TDAH tienen un 50% de probabilidades de presentar el mismo trastorno. Además, según investigaciones de Estados Unidos, se estima que este trastorno afecta alrededor del 5% de la población mundial, y más del 60% de los casos de dislexia también presentan TDAH.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, define el TDAH como un patrón persistente de funcionamiento que se caracteriza por la falta de atención, el exceso de actividad y la impulsividad. En otras palabras, el TDAH implica una alteración en los circuitos biológicos relacionados con la atención, el control de los impulsos y la capacidad de distinguir estímulos. Este trastorno, que puede o no incluir hiperactividad, es decir, la necesidad de movimiento constantemente, no solo afecta el desempeño académico, sino también el desarrollo personal en su totalidad, ya que altera la capacidad de organización, planificación y regulación de las emociones y la conducta.
El diagnóstico es profesional
Para diagnosticar adecuadamente el TDAH, se necesita una evaluación neurológica y psicológica realizada por un neurólogo, un pediatra del desarrollo o un psiquiatra. Actualmente, no existen imágenes que muestren las alteraciones en la actividad cerebral asociadas con este trastorno.
El TDAH puede a menudo confundirse con problemas de conducta. Hasta hace algunos años, muchos niños y niñas con este trastorno eran etiquetados como “revoltosos”, sin explorar más a fondo el diagnóstico. En ocasiones, quienes padecen TDAH no presentan dificultades escolares, y a la inversa, quienes las tienen no necesariamente padecen de TDAH. Por esta razón, es importante hablar con los maestros de la escuela si surge alguna duda y buscar la opinión de un especialista.
El diagnóstico del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad suele realizarse alrededor de los 6 o 7 años, cuando los niños y las niñas comienzan a autorregularse y enfrentan las demandas de la escuela primaria, requiriendo mayor concentración, permanencia quieta y control de su conducta.
Es fundamental descartar otras condiciones como problemas de visión u audición, cuestiones de salud como el hipotiroidismo, dificultades emocionales o déficits específicos de aprendizaje. Lo complejo es que el TDAH frecuentemente se asocia con otras dificultades, como la dislexia (se estima que el 60% de las personas con dislexia también presentan TDAH), o un bajo rendimiento académico que puede ser resultado de dicho trastorno.
Algunos rasgos característicos del TDAH pueden incluir
Dificultad para mantener la atención en tareas específicas. En general, las personas con TDAH suelen no tener problemas para concentrarse en actividades placenteras como películas o juegos, pero luchan cuando deben enfocarse en algo menos atractivo o que les presenta desafíos.
Dificultad para controlar los impulsos y la conducta
Dificultad para organizarse. Los niños y las niñas con TDAH suelen perder sus útiles o pertenencias, y no gestionan su tiempo de manera eficiente. Dificultad para planificar. Los niños y las niñas presentan dificultades para estructurar etapas de juegos, o muestran desorden en su desarrollo lúdico.
El tratamiento a tiempo es la clave
La buena noticia es que, con un diagnóstico temprano y preciso, es posible planificar una intervención multidisciplinaria para ayudar a los niños y las niñas a abordar las áreas donde presentan dificultades. Equipos de intervención que incluyan psicólogos, psicopedagogas, terapeutas ocupacionales, neurólogos y psiquiatras pueden trabajar juntos en este proceso. Además, la familia puede encontrar orientación útil a través de consultas con psicólogos para apoyar a sus hijos o hijas.
Los niños y las niñas con TDAH implican un desafío para los maestros en el aula, ya que muchas veces requieren de adecuaciones y permisos especiales, así como estrategias específicas de presentar los contenidos. Por ello, la formación de los docentes en estos temas es fundamental.
MasterClass sobre TDAH en Wumbox
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