En todo el país

Por qué es feriado este lunes 20 de noviembre

Desde hacía varios años los conflictos diplomáticos con Francia e Inglaterra estaban a la orden del día. Qué sucedió aquel 20 de noviembre de 1845.

Gustavo Capone
Gustavo Capone lunes, 20 de noviembre de 2023 · 10:31 hs
Por qué es feriado este lunes 20 de noviembre
Parque Histórico Natural Vuelta de Obligado. Foto: Archivo MDZ

En un rincón del Río Paraná, en lo que hoy es la localidad de Obligado, perteneciente al partido de San Pedro (Buenos Aires), se produjo el 20 de noviembre de 1845 la batalla conocida como Vuelta de Obligado. Fue ahí, donde el Paraná se hace angosto. Giraba y dibujaba un recodo. Se encaprichaba en el terreno. Daba una vuelta. Esa era la Vuelta de Obligado.

Mientras tanto, Lucio Norberto Mansilla, conductor de aquella jornada, ante el inminente combate arengaba a sus soldados:

“¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Tremole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea”.

La batalla contra los poderosos del mundo

El 20 de noviembre de 1845, siendo Juan Manuel de Rosas responsable máximo del territorio nacional, tuvo lugar el enfrentamiento con fuerzas anglo - francesas. Desde hacía varios años los conflictos diplomáticos con Francia e Inglaterra estaban a la orden del día.

El primer gran conflicto contra Francia había ocurrido en 1838 cuando una escuadra francesa llegó para bloquear el puerto de Buenos Aires y todo el litoral del Río de la Plata, ocupando la Isla Martín García. Todos estos enfrentamientos (a los que se sumaba la guerra de Buenos Aires contra Montevideo y Corrientes) estaban teñidos por la guerra civil entre unitarios y rosistas. En octubre de 1840 las negociaciones llegaron a buen puerto con la firma de una convención entre la nación europea y el gobierno de Rosas, pero se mantenía abierta la guerra con el Uruguay de Fructuoso Rivera.

No tardará Rosas en recibir un ultimátum para que pusiera fin a la guerra con Uruguay y permitiera la libre navegación de los ríos a los extranjeros. Ante la negativa, comenzó el bloqueo anglo - francés. Era noviembre de 1845 y las fuerzas enemigas se dispusieron a remontar el río Paraná. Rosas dispuso que se cortara el paso a las naves extranjeras y, dando cumplimiento a la orden, el 20 de aquel mes, Lucio N. Mansilla preparó el escenario haciéndose cargo de la defensa. La batalla tuvo lugar, precisamente, en esa Vuelta de Obligado del Río Paraná.

El escenario que preparó Mansilla.

Sintetizando, acotamos. Al intentar avanzar los buques europeos, las fuerzas argentinas cortaron el río cruzando gruesas cadenas, de una orilla a la otra, a lo ancho del cauce, comenzando de inmediato el ataque. Esa es la imagen iconográfica que invadió las escuelas y que el revisionismo histórico multiplicó por décadas.

Las bajas de las tropas nacionales fueron diez veces mayores y los agresores lograron avanzar cortando las cadenas, recibiendo una nueva embestida “río arriba”, aunque el resultado final fue una derrota criolla. Los tratados de paz recién se alcanzarían en 1849 y 1850.

Aquella jornada, que desde entonces se recordará como un acto de defensa de la integridad territorial, y que fuera declarada por Ley Nº 20.770 de septiembre de 1974 “Día de la Soberanía Nacional”, ha sido discutida desde varios puntos de vistas.

La otra orilla

Desde la otra orilla del pensamiento, criticarán con argumentos la estrecha relación entre Rosas, la Vuelta de Obligado y la soberanía nacional, negando a la fecha el sentido y valor otorgado por la conmemoración. Para muchos, el “Restaurador de las Leyes” sigue sin ser un representante del federalismo. Es más, redoblan la apuesta: “En tiempos de Rosas, el centralismo porteño llegó a su máxima expresión”, argumentando además que es muy antojadizo relacionar al rosismo con la soberanía.

La batalla de la Vuelta de Obligado.

Es cierto que Rosas había conseguido como gobernador bonaeresnse que las provincias le delegarán las atribuciones para gestionar las relaciones internaciones y el manejo de las rentas de la Aduana. ¿Será por eso que se negó a dictar una constitución nacional como le pedían tanto unos como otros (unitarios y federales), pues tal situación favorecía su posición hegemónica? No lo podría afirmar. Lo real fue que nunca dictó una constitución y que fue venciendo a todo aquel que se opusiera, aún a sus propios aliados federales. Facundo Quiroga fue asesinado en Barranca Yaco (1835). El gobernador de Corrientes, Genaro Berón de Astrada, y el de Santa Fé, Domingo Cullen, en 1839, le pidieron que habilitara el río Paraná y sus puertos para la navegación y el comercio internacional. Rosas respondió enviando a sus entonces aliados entrerrianos Urquiza y Echague a sofocar esta rebeldía. A la postre: Berón de Astrada fue muerto tras la batalla de Pago Largo por desmembramiento y Cullen torturado y fusilado por la espalda.

Cartas del general San Martín

Volviendo a la orilla del revisionismo federal, diremos que hay cartas escritas por José de San Martín poco tiempo después de iniciarse el conflicto donde expresó su posición encontrándose en Nápoles. En una primera, respondiendo a una consulta de Federico Dickson, Cónsul General de la Confederación Argentina en Londres, por la cual intentó desalentar la continuación de hostilidades por parte de Gran Bretaña y Francia. En la segunda, escrita pocos días más tarde, se dirigió a Rosas calificando la intervención de “injustísima agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia” y manifestó su apoyo al Gobernador de Buenos Aires, lamentando ya no poder ofrecer sus servicios por su deteriorado estado de salud.

También una misiva referencial sobre el asunto en la expresó su admiración por lo actuado, desde su exilio en Francia a su amigo Tomás Guido:

“Ya sabía la acción de Obligado; ¡qué inequidad! De todos modos, los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudoso en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España”.

Cuáles fueron las consecuencias

La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus posiciones políticas (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el Coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación.

Esta batalla, reitero: que fue una derrota, dio “oxigeno” diplomática y militar de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana - Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana - Lepredour.

Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.

Desde otra visión, Alberdi sostendrá: "Bajo el pretexto de ejercer la política exterior común, el gobierno de Buenos Aires (Rosas), retuvo en sus manos exclusivas, durante cuarenta años, el poder diplomático de toda la nación, es decir, la facultad de hacer la guerra y la paz, de hacer tratados, de nombrar y recibir ministros, de reglar el comercio y la navegación, de establecer tarifas y de percibir la renta de aduana de las catorce provincias". 

En el fondo; siempre habrá dos orillas. Fue una constante en nuestra pasional patria. Ayer, hoy y siempre. Probablemente, a eso se deba el desvelo de los historiadores, la comodidad de los políticos y el festín de los literatos.

Archivado en