Mama Antula: la milagrosa de nuestra Patria
El papa Francisco anunció que a inicios de 2024, María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, será canonizada en El Vaticano, convirtiéndose así en la primera santa Argentina.
Los santos son los que han vivido el evangelio, han encarnado el evangelio, podemos leer- en sus vidas- páginas del evangelio; y por eso los santos que son faro y son luz, también son modelo y son siempre actuales y vigentes. Mama Antula- María Antonia de la Paz y Figueroa- que nació en el año 1730 y murió en el año 1799- a pesar de la distancia cronológica de nuestra historia- es muy actual, porque su santidad es vigente, es para nuestro hoy, también.
Creo que como toda canonización- este caso es una mujer concreta, una mujer entera, una mujer firme, fuerte y de fe y que se convertirá en la primera santa argentina- nos vuelve a recordar que la santidad- a la que todos estamos llamados- es posible. Actualiza, como respuesta, a aquella enseñanza del san Juan Pablo II, cuando nos decía “preguntar si quieres recibir el bautismo, es lo mismo que preguntar si quieres ser santo”.
La santidad en Mama Antula nos recuerda ese trabajo pastoral, tan importante, de ser instrumento, ser puente para que los hombres se encuentren con Jesús a través de los Ejercicios Espirituales. El trabajo de ella, es fundamental, haciendo presente la obra de los Jesuitas, que habían sido expulsados de nuestras tierras. Ella, poniéndose esa obra al hombro, trabajó sin descanso con todo lo que le implicaba para que los hombres se encuentren con Jesús.
Me gusta pensar en esa imagen de los hombres que le ponen por el techo un paralítico para que Jesús lo cure, para que Jesús lo mire; así sucede cuando llevamos a los Ejercicios Espirituales- de alguna manera- es hacer todo el esfuerzo para poner, a esos hombres y mujeres, frente a una mirada que cura, una mirada que sana, una mirada que restaura, una mirada que ama, que es la mirada de Jesús, ese es el fin de esta practica de piedad.
Mama Antula es una referente de nuestra patria, es- como decía el cardenal Poli- una “Madre de la Patria”, en ella, es como canonizar también nuestras raíces, nuestra historia, donde el evangelio debe ser plasmado, debe ser predicado y debe ser
aceptado. Ella, como madre, tiene una palabra en el hoy de nuestra historia. Nos invita a recordar esta gracia, esta grandeza de vivir apasionados por anunciar el evangelio que transforma y así- transformando corazones, vidas- transformamos nuestra familia, nuestra sociedad, nuestra Patria querida.
Especialmente nuestra Patria, en este tiempo tan difícil que estamos transitando y este regalo de la santidad de Mama Antula, nos recuerda justamente la vigencia de su propuesta en la Iglesia de hoy, una Iglesia que sale el encuentro, una Iglesia de camina juntos, una Iglesia que habla de sínodo, que es caminar juntos, una Iglesia que habla del anuncio del Evangelio, una Iglesia que es para todos. Mama Antula lo ha vivido en aquellos tiempos suyos y nos regala- por su santidad y por su hondura- que podamos recrearlos hoy con nuestra propia vida.
Agradecidos por la labor de tantos y la plegaria de muchos, sabemos que para los procesos de canonización se necesitan ambas cosas. Destaco la labor de la Postuladora, la Dra Silvia Correale, quien también trabajó en la causa del Cura Brochero y trabaja, además de la causa de Mama Antula, en las de los Venerables Siervos de Dios Enrique Shaw, hombre ligado a nuestra Familia Castrense por sus años entrañables, para él, en la Marina y Camila Rolón, que la sabemos cercana también, por la cercanía con las Hermanas Pobres Bonaerenses que- entre otras misiones- asisten a los enfermos de nuestros hospitales.
Decimos también, la importancia de la oración, Mama Antula fue proclamada beata, porque alguien tuvo fe y rezó que, por intercesión de ella, Dios le concediera una gracia, un milagro, el mismo se trató de la sanación de la religiosa de Rosa Vanina, del
instituto de las Hijas del Divino Salvador, quien habría recuperado la salud en el año 1900 por intercesión de la fundadora y madre espiritual de esta congregación. Su cura no tuvo ninguna explicación médica. Para la canonización se necesita un segundo
milagro, él cual fue aprobado, recientemente, por el Papa Francisco, y se trató, también, de una curación, Claudio Perusini, tuvo un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo.
Había sufrido un “ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico”. Podía permanecer así el resto de su vida o morir. Para los médicos, no existía una tercera posibilidad. Su pronóstico era poco auspicioso y muy reservado, las chances de que pudiera volver a su vida normal por la condición irreparable de sus lesiones cerebrales eran exiguas. Pero un amigo jesuita llevó a la clínica una estampita de la beata Mama Antula y empezó a rezarle pidiendo un milagro. De repente, su condición se revirtió. Su mejoría era notable. Después de unos meses de fisioterapia, Claudio recuperó todas sus funciones vitales.
Tanto la próxima canonización de la beata Mama Antula, como las distintas causas argentinas que están en proceso, y van dando pasos; son como los frutos de la vida de tantos, como decía al inicio, que se animaron a vivir con radicalidad y pasión el Evangelio, que se sabían débiles- sabemos que los santos no son inmaculados- pero confiaban en la fuerza de la gracia y la cercanía de Dios y su misericordia que los alentaban. Sabían poner siempre su mirada en Dios, dejaba que sea Dios quien guie sus pasos. Hoy nosotros podemos alegrarnos y gozar por estos estos regalos de Dios- por estos hombres y mujeres santos de nuestro país-.
En esta misma línea quiero invitarlos- particularmente- a que el 1° de noviembre “Solemnidad de todos los santos”, elevemos nuestra oración, unidos en todo el país, por “la santificación del pueblo argentino y la glorificación de sus siervo de Dios”. Haciendo click en la Causa de los santos en Argentina ahí podrán conseguir material e información y descubrir, con mucha alegría, que son muchos los que habitaron nuestro suelo y dejaron huellas profundas de Evangelio, acogiendo su bondad, belleza y verdad en sus
palabras y gestos.
* Monseñor Santiago Olivera es obispo castrense.