La impresionante alfombra de plástico que se acumula en Potrerillos
Potrerillos es un lugar emblemático. Pero nadie lo cuida: lleva más de dos décadas de abandono y la basura se acumula. El lugar donde se acumula la basura.
La cordillera nevada, arena, el río Mendoza que ingresa en la cola del Dique Potrerillos y un tapiz de botellas de plástico. Algunas, corroídas por el tiempo, otras nuevas; incluso un par mantienen líquido en su interior. Hay una chancleta derecha y otra izquierda, pero no son del mismo dueño. Hay ojotas, pedazos de telgopor; pero lo que cubre todo es el plástico de las botellas que se acumulan en el sector oeste del Dique, donde va a parar la basura que los mendocinos y turistas arrojan al agua o dejan a la deriva.
Esa mugre es una de las señales de abandono del único dique que administra el Río Mendoza y que es la “caja de ahorro” de agua para más de 1 millón de personas. Como un cementerio de naufragios, la corriente los lleva hasta allí. Hay botellas de todo tipo. De Coca Cola en todos sus formatos y muchas de jugos que se promocionan como saludables para quienes los consumen, pero no lo son tanto para la zona de descarte. Algunas latas rompen con la monotonía del plástico transparente. En las más de 1700 hectáreas del lago y perilago, casi no hay tachos de basura, servicios ni indicaciones.
Potrerillos es un dique “chico” que tiene mucha variabilidad en el nivel del agua. La fluctuación del agua hace que la “orilla” de hoy, sea el fondo del lago en la época de deshielo. Por eso toda la basura que queda, en algún momento queda bajo el agua o flota y es arrastrada.
Potrerillos regula el Río Mendoza. Comenzó a contener el río a fines de los ’90 y fue inaugurado testimonialmente en 2001, aunque se terminó de llenar varios años después. Es un dique multipropósito y su principal fin es regular y almacenar agua para cuando falta. Solo alcanza para una estación, pues tenía un volumen total de 420 hectómetros cúbicos que ahora se redujo por el sedimento. Los otros usos son la generación de energía, a cargo de la empresa concesionaria CEMPPSA, y también el uso turístico. Allí está la más notoria falencia, pues en más de dos décadas el Estado no logró ejecutar un plan y sigue liberado a las voluntades.
Por segunda vez se realiza un “master plan”, aunque sin señales de mejoras. El Gobierno concesionó por 5 décadas el perilago a dos empresas que no tuvieron ninguna exigencia real hasta ahora para mantener o dar señales de cambio en el área que les entregaron. A principios de los 2000 hubo otro amague que terminó en nada, pero esta vez hay responsabilidades contractuales.
La imagen de Potrerillos se transformó en un ícono del turismo mendocino, sobre todo desde que fue inaugurado el túnel que une al lago con Cacheuta. Este año la postal es aún mejor porque el Cordón del Plata está nevado. La vista general es espectacular; la mirada en detalle, lamentable por la mugre que se acumula en algunos sitios.