Todo un romántico

Viajó hasta Mendoza para proponerle casamiento a su novia y su historia se hizo viral

Un viaje pensado al detalle y un detalle que no podía fallar. Un usuario de Twitter compartió lo que tuvo que atravesar para pedirle matrimonio a su novia. En cuenta regresiva para el Día de San Valentín su relato rompió corazones y se hizo viral.

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MDZ Sociedad lunes, 30 de enero de 2023 · 17:00 hs
Viajó hasta Mendoza para proponerle casamiento a su novia y su historia se hizo viral
Foto: Twitter.com/PukeBateman

Spoiler: todo salió bien. Así y todo, la historia atrapó a los tuiteros de principio a fin. Se hizo viral: hubo quienes la compartieron con la ilusión de recibir una propuesta que esté a esa altura. En cuenta regresiva para el Día de San Valentín, muchos la compartieron deseando una suerte similar o lamentando no ser protagonistas en esta historia. 

"Rocío, la dama en cuestión, tremendamente entusiasta de esta bebida alcohólica fermentada de uvas frescas que conocemos como vino, fiel acompañante de personas en sus early 30´ como nosotros. Por eso decidí que el lugar ideal sería una linda bodega", contó, a modo de introducción, Nicolás. Acompañó su texto con un clásico meme de Twitter y a partir de ahí, construyó el relato como si se tratara de una foto novela. 

La historia se remonta a octubre de 2021. "Comencé un trabajo fino para inducir a que nuestras próximas vacaciones sean en Mendoza, fui plastando en excel un cronograma de fechas y lugares donde podríamos ir", contó Nicolás, que se presenta como alguien que "hace dibujos y escribe código". Y reveló que para lograr y mantener el interés de ella en el destino, "cada par de semanas le mandaba fotos o algún artículo de actividades mendocinas. Pa' manijearla ¿vio?". 

Entonces, comenzó a hacer una búsqueda exhaustiva. Tenía que encontrar el lugar indicado para llevar a cabo su plan. "Investigando las diferentes bodegas de Mendoza, decidí ir por alguna de Valle de Uco, donde no sólo hay excelentes vinos sino también paisajes inolvidables y bodegas con una arquitectura increíble. Bodega Salentein fue la elegida, ¿Cuánta bola me iban a dar?", se preguntaba entonces. 

A medida que avanzaba con su plan, tomaba consciencia de que algo podía fallar y hacer que su sueño se cayera como un castillo de naipes. Consiguió hacer una reserva en la fecha que esperaba. Y decidió poner en juego la siguiente etapa del plan: la sorpresa. 

Para eso puso en juego sus habilidades como diseñador. "Se me ocurrió emular una carta/menú de Salentein, para disfrazar un poco el momento y que el factor sorpresa juegue a mi favor. Busqué unas buenas tipos, imágenes y ejemplos de menúes", confesó y siguió: "Después de tirar magia en el Illustrator, guardé el archivo y lo vinculé con un código QR". Con esta tarea lista, escribió un mail a la bodega para reservar un tour y almuerzo. El día D sería el 8 de febrero. Faltaban unas semanas todavía...

Con la confirmación de su reserva, volvió a escribir a la bodega para ver si lograba sumarlos como cómplices. "Dejé pasar unos días y les escribí para ver si me daban una mano con la propuesta, al ser una bodega bastante grande y conocida, podía esperarse que no me den pelota", contó y admitió que pasaron 20 días antes de que le contestaran.Lejos de desilusionarse, cambió de estrategia y les explicó puntualmente en qué necesitaba su colaboración. 

El segundo mail de Nicolás a la bodega, pidiendo ayuda para ejecutar su plan

Le confirmaron que estaba OK. Qué podía contar con la colaboración del personal de la bodega para su plan. Nicolás y Rocío partieron hacia sus esperadas vacaciones en Mendoza el 4 de febrero. "Logré guardar el anillo en una parte media escondida de mi valija, procuré tener buena pilcha para ese día e intentar no pensar tanto el asunto hasta que no sea EL día. Obvio, estuve todos los días maquinando qué podía salir mal", reveló. 

Cada día Nicolás sentía más nervios de que algo saliera mal. 

Ese día tuvo la precaución de recordarse muchas veces a sí mismo que debía llevar el anillo. "Me calzo la pilcha, abro la ventana y ya se notaba que el día iba a estar hermoso", recuerda. El viaje a la bodega le pareció eterno. Rocío también estaba nerviosa y él le decía -al tiempo que internamente se lo repetía a sí mismo- que todo iba a estar bien.

"Llegamos a Salentein, lugar imponente, clima inmejorable, por dentro estoy muriendo pero por fuera tranqui. Encaro hacia la puerta, lo primero que pienso es que quizás deba anunciarme, veo una especie de recepción y me acerco", contó Nicolás. Esperaba un guiño de alguien de la bodega, pero no recibió ninguna señal de que supieran quién era o qué estaba por hacer. En busca de algún signo, el protagonista de esta historia habló con la recepcionista. "Le comento que tengo reserva para el tour y almuerzo, me cobra y y me dice que esperemos por ahí hasta que sea la hora del tour (Creo que esperaba algún guiño). Miro el cel, sin señal, primer alarma (voy a necesitarlo para leer el QR). Ro va al baño, aprovecho para pedir el WiFi", dice. 

Así salió al tour y sus nervios aumentaron cuando llegaron al restaurante: sentía que todo su plan podía fracasar y nadie la daba una señal clara de estar al tanto de la misión. Mientras tanto aparecían en su mente distintas cosas que podrían fallar. Una de ella era la falta de conexión: "Me conecto bien. Cuando Ro vuelve le propongo ir a un museo que hay dentro de la bodega hasta que se haga la hora. Vamos, paseamos, saco el cel para ver la hora, sin señal ni wifi. Corroboro que efectivamente tienen muchas redes, divididas por zona. Segunda alarma, la piloteo", comentó. 

Cuando llega la hora de la reserva para comer, Nicolás se adelanta a su novia. "Mientras camino relojeo las mesas, absolutamente todas tienen un corcho con un código QR, todas iguales. Paniqueo un toque. Me presento ante la chica del restaurante, esperando por favor que me haga un guiño, un comentario en voz baja, mirada cómplice, ALGO. No sucede", dice con cierta desesperación y sigue: "La chica totalmente seria me dice 'Señor, su mesa es aquella'. Me quedo sosteniendo la mirada unos segundos, todavía tenía esperanza de recibir algún gesto. Me doy vuelta, le hago seña a Ro, camino hacia la mesa que está afuera. Era la mejor ubicación, quizás ese era el guiño". 

Ya en la mesa, Rocío es la encargada de scannear el menú... Y, sí, todo sale como estaba previsto. "Pasan dos segundos que parecen horas, intento seguir mirando el paisaje, la veo comenzar a leer y de pronto ponerse seria y cambiar la postura. Acerca su rostro a la pantalla, empieza a respirar distinto. Excelente, justo lo que quería, mi cuerpo lo sabe y empieza a descomprimir", rememora Nicolás. 

Un menú muy particular. 

"Inclina la cabeza, puedo verle los ojos (antes me tapaban sus lentes), sigue leyendo. Recuerdo que al final del PDF puse unas flechas hacia abajo con la pregunta, pero me agarra un impulso de querer verbalizarlo. Veo que desliza hacia abajo, me mira. "¿Te querés casar conmigo?"", escribe en su relato Nicolás. 

Ya lo había adelantado al inicio de la historia: la respuesta fue sí. Nicolás suma un recuerdo más a modo de nota al pie: "Nos felicita una extraña de la bodega, descorchan un champagne. Los de la bodega la tenían atada, la hicieron excelente".  

Así fue como, en cuenta regresiva para el Día de San Valentín y a un año de comprometerse, Nicolás y Rocío se encuentran en la recta final hacia su boda. Y, mientras ellos se ocupan de los últimos detalles antes de la celebraicón, la historia de su compromiso se hizo viral y sigue girando por las redes. 

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