Pasado y presente del Cementerio Británico: historia del descanso de los “disidentes"

En el barrio porteño de la Chacarita se encuentra el Cementerio Británico, que nació por la necesidad de esos inmigrantes europeos, en su mayoría comerciantes, de acceder al rito funerario sin ser católicos.

Los protestantes de la Ciudad de Buenos Aires buscaban un cementerio con identidad propia. Así, el primer cementerio protestante nació en 1821 de la mano de británicos, norteamericanos y alemanes, en un terreno lindante a la Iglesia del Socorro en Retiro. Éste no duró mucho: fue cerrado en 1833, tras la obtención de un nuevo terreno.

Según reconstruyó el arqueógrafo Oscar De Masi para el Cementerio Británico, fue justamente en 1833 que se abrió el segundo cementerio protestante de Buenos Aires, al oeste del centro porteño (en ese entonces, la calle se llamaba Victoria, hoy Hipólito Yrigoyen entre Pasco y Pichincha).

El mismo recibió varias denominaciones: "Cementerio Protestante", "Cementerio Inglés", "Cementerio de Disidentes", "Cementerio de la calle Victoria" o, simplemente "de Victoria".

El lugar contó con una capilla neogótica proyectada por el arquitecto Richard Adams, a quien también se le encargó el plano del enterratorio.

Pero el crecimiento de aquella parte de la ciudad y los reclamos de los vecinos pusieron le pusieron fecha de vencimiento al nuevo cementerio, que debió clausurarse

La "Chacarita de los disidentes"

Con el cierre del “Cementerio de la Victoria” la entonces municipalidad local acordó en 1869 donar un sector de lo que actualmente es el Cementerio de la Chacarita para dar lugar a la nueva necrópolis protestante.

Los feligreses pertenecientes a los cultos o ritos denominados disidentes, representados otra vez por británicos, norteamericanos y alemanes, formaron la "Congregación de Disidentes Extranjeros" y obtuvieron los terrenos en la Sección XVI del Cementerio de la Chacarita o del Oeste, el 28 de agosto de 1891.

De Masi explicó que fue en octubre de 1892, las partes que integraban el nuevo Cementerio de Disidentes (o "Chacarita de los Disidentes") suscribieron un convenio mediante el cual acordaban la forma de repartir los terrenos, deslindarlos y administrarlos. Estos quedaban divididos en cuatro secciones: ingleses, alemanes, norteamericanos y una "reserva" para protestantes de otras nacionalidades o de habla española.

Por razones prácticas, en 1915 se dividieron las administraciones, aunque durante una década se siguió utilizando la vieja capilla, que había quedado en el sector británico. Un alambrado primero y un muro después, deslindaron lo que pasaron a ser, ya no dos sectores de un mismo cementerio, sino dos cementerios distintos con impronta diferente: el Alemán y el Británico.

El "portón ceremonial", más que un símbolo

Muchos años después, las direcciones y gerencias de ambos cementerios coincidieron en la necesidad de realizar un gesto simbólico que denotara la unidad de origen y exhibiera las cordiales relaciones entre ambas instituciones y colectividades.

Esto tomó forma con el "portón ceremonial" que conecta internamente ambos predios. El mismo fue inaugurado recién en 2018, al conmemorarse el centenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial.

El objetivo fue mostrar que dos países que alguna vez se vieron enfrentados en un conflicto bélico, ratificaban ahora su amistad y su concordia, en nombre de sus gobiernos y de sus pueblos.

El Cementerio Británico, hoy

Hoy el Cementerio Británico es una Asociación Civil, de carácter privado, que recibe a todas las comunidades y religiones. Ubicado al 4500 de la Avenida Elcano, tiene incluso visitas guiadas para aquellos que quieran conocerlo.

Entre los personajes célebres que descansan allí figuran, entre otros, la escritora Poldy Bird; el fundador del diario crítica, Natalio Botana; la familia Kavanagh y Cecilia Grierson, primera médica argentina.

Un dato de color es que, además de los clásicos paisajes, entre su capilla, sus bóvedas y criptas, el Británico ofrece nuevas posibilidades de la mano de la tecnología. Así, se puede optar por el servicio de código QR que se instala en la tumba, donde los familiares del difunto pueden cargar toda la información que deseen, desde fotos y videos, hasta mensajes o una biografía.