Epopeyas históricas

Cruce de los Andes: una gesta memorable de reconocimiento universal

Aquellas cartas de San Martín con su amigo y confidente Tomás Guido nos enseñaron cómo se fue construyendo la libertad de un continente, pues corroboraron hechos y conmemoraciones ineludibles, pero por sobre todas las cosas nos siguen enseñando lo que representará esa gesta en nuestra historia argentina.

Gustavo Capone
Gustavo Capone martes, 17 de enero de 2023 · 11:03 hs
Cruce de los Andes: una gesta memorable de reconocimiento universal

“El 17 empieza la salida de la vanguardia: las medidas están tomadas para ocultar al enemigo el punto de ataque. Si se consigue y nos dejan poner pie en llano, la cosa está asegurada. En fin, haremos cuanto se pueda para salir bien, pues si no todo se lo lleva el diablo”. Será esta carta del 13 de enero de 1817 dirigida a Guido, el documento que oficializó la fecha conmemorativa de la partida de la campaña libertadora del Ejército de los Andes. El 17 de enero de 1817 arrancará el cruce de Los Andes la vanguardia de la columna principal de la expedición. Si bien fueron seis las columnas que partieron hacia la cordillera haciéndolo en diferentes fechas y por distintos pasos, se tomó como referencia para conmemorar el aniversario del inicio del cruce de los Andes la partida de la columna al mando del General San Martín. 

Lo grandioso que solo representó un eslabón más

Aunque parezca mentira, cruzar la cordillera de los Andes no era suficiente. Mucho se ha escrito y comentado sobre esta grandiosa gesta sanmartiniana, aunque todo hubiera sido circunstancial (más allá de la proeza) si no hubiera estado enmarcado dentro de un plan estratégico continental que contempló cruzar los Andes como un eslabón imprescindible para conseguir la emancipación americana, pero que precisamente representaba solo un eslabón más.

Lo virtuoso del cruce andino radicará en todo lo qué, cómo, cuándo y por dónde se movilizó un ejército de algo más de 5.000 hombres y un puñado de heróicas mujeres, pero también en la convicción y visión estadista de San Martín que tenía como absoluta premisa llevar adelante la conjugación de acciones desde Mendoza que contemplaron todo América del Sur como su escenario de operaciones.

Es ahí donde cobrará valor cruzar la cordillera para liberar a Chile, pues era el paso ineludible para cumplir el objetivo político final: emancipar medio continente.

Como los cóndores, volar alto para mirar desde otra estatura

Resulta imposible desprenderse de lo hecho en enero de 1817. El cruce de los Andes y sus exitosas consecuencias fueron una bisagra en el cumplimiento de los planes de San Martín, aunque reitero que todo estaba integrado a un programa superior que había comenzado a desarrollarse mucho antes que las tropas se movilizarán desde El Plumerillo.

Me confieso un admirador de lo generado en esas semanas de enero y febrero de 1817 por el ejército libertador a lo alto y ancho de los Andes. Peleando desde el arranque en Picheuta y Potrerillos (24 y 25 de enero) hasta después de algo más de tres desgastadoras semanas de viaje y poder lograr el trascendental triunfo en Chacabuco (12 de febrero).

Seré reiterativo en resaltar la certera planificación y su cumplimiento a rajatabla: lo hecho hasta el momento del consagrado cruce fue magnífico, pero resultó un peldaño para poner en práctica lo que la grandeza de San Martín diseñó. Primero, liberar Chile, luego atacar Lima por el Océano Pacífico, y recién con Perú libre el objetivo estaría cumplido.

Mendoza, nervio y motor del plan sanmartiniano

También mucho hemos escrito de lo que implicó el paso de San Martín como Gobernador mendocino. Cambió radicalmente la matriz productiva, económica y cultural de la provincia. Y aunque siga pareciendo increíble, muchos de sus rasgos e impronta siguen imperando en el imaginario provincial y en los comportamientos públicos y ciudadanos de los mendocinos. Pero no ahondaremos la faceta del gobernante, y sí resaltaremos brevemente algunos ejemplos diseñados en Mendoza que pintarán su sagacidad y liderazgo.

  1. Cuando San Martín llegó Mendoza, Chile estaba gobernada por una Junta patriótica (algo similar a lo que sucedía en el Río de la Plata desde el 25 de mayo de 1810). Lo planificado (cruzar los Andes, y desde Chile por mar llegar a Perú) no ofrecería la terrible adversidad de enfrentar un ejército enemigo con todo lo que la guerra implicaría, más allá de lo duro que significaría cruzar la cordillera. En Chile habría un ejército patriota entrenado y eso ayudaría a complementar la preparación del Ejército de los Andes. El cruce se haría en el marco de otra situación, con muchos menos riesgos y por menos pasos cordilleranos, mientras todos estarían exclusivamente concentrados en preparar la flota que liberaría Perú. Pero la situación cambió abruptamente cuando los realistas después de la batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814) reconquistaron Chile. Entonces lo pensado en un primer momento se trastocó notoriamente obligando a rediseñar las acciones y los tiempos, pero no modificando para nada el objetivo final. La fortaleza de la convicción y la tenacidad para cumplir los objetivos finales no hicieron dudar a San Martín, ya que claudicar a lo programado sería una verdadera sentencia de muerte.
  2.  El cuidado de la frontera norte era imprescindible, es por eso que San Martín dedicó tanta atención al teatro de operaciones que debía defender Güemes. Y otra vez: "cruzar los Andes no era suficiente". Pasar a Chile implicaba dejar descuidado a Cuyo y el centro de las Provincias Unidas. Además, los españoles dominaban el Alto Perú, por lo cual la conquista de Jujuy y Salta sería catastrófica para la concreción del plan continental. Por consiguiente, San Martín le brindó el máximo apoyo a Güemes y así la extraordinaria "gesta salteña" liderada por el caudillo salteño y sus "gauchos de fuego" fue pieza fundamental para terminar con el poder realista.
  3. Un dato previo y relevante también fue la Declaración de la Independencia en Tucumán el 9 de julio de 1816. La mano de San Martín empujó claramente la sanción de la independencia. "La Declaración" era una urgencia, pues el proceso emancipador iniciado en mayo de 1810 demandaba una forma republicana para poder decidir sobre un sistema político propio y un nuevo marco de alianzas en el plano de las relaciones internacionales. Pero sobre todo San Martín necesitaba "un documento oficial" que lo legitimara ante la lucha emancipadora, permitiendo el reconocimiento externo de las Provincias Unidas, herramienta imprescindible para poder movilizar el ejército fuera de las fronteras de nuestro país. Pero además de no declararse la independencia en esa época de 1816, se perdería la posibilidad de cruzar los Andes en el inmediato verano, por lo cual habría que esperar un año más, lo que aumentaría notoriamente los consiguientes riesgos externos por el posible reacomodamiento militar realista y podría ahondar las habituales y oscilantes crisis internas de las cuales San Martín padeció siempre.
  4. Ahora "el después". Todo lo logrado desde el cruce andino y la emancipación chilena fue positivo. Durísimo. Pero ahora había que armar una flota para liberar el Perú. Es ahí donde aparecerá otra faceta que no siempre nuestra historiografía realza del General, no debiendo desprenderla jamás del análisis global del momento. San Martín logró lo que ninguno al cruzar los Andes, pero algunos olvidan que inmediatamente debió "cambiar el chip" y convencer a todos que lo magníficamente logrado era solo la mitad de lo planificado. Por ende, al poco tiempo, tras el decisivo triunfo en Maipú (5 de abril de 1818), pasó a dirigir una fuerza naval, anfibia y terrestre para liberar el Virreinato del Perú.

La montaña y el mar: dos aristas del mismo objetivo

Así, al mando de San Martín, el Ejército Libertador del Perú con 25 naves y 5.000 combatiente zarpó desde el puerto de Valparaíso, el 20 de agosto de 1820. Muy atrás habían quedado aquellas noches de 15º bajo cero en las cumbres rocosas. Muy atrás también las 10.000 mulas que fueron fundamentales para surcar los cerros. Los puentes para cruzar quebradas. Las toneladas de leña para hacer fuego. Las 10.000 mantas para protegerse del frío.

Todo cambió diametralmente en esta nueva etapa del mismo objetivo, y así fue como luego de dos semanas de navegación, el 8 de septiembre la expedición libertadora desembarcó en la bahía de Paracas, cerca de Pisco. Al poco tiempo será declarado Protector de "los departamentos libres" tras la declaración de la independencia peruana.

Conclusión

Sobre todo, agregaremos que dicha gesta libertadora, era precisamente eso: "liberadora"; a diferencia de las otras grandes proezas universales rescatadas en la historia política y militar de todas las naciones con la que se la compara (Aníbal, Nabucodonosor, Atila, Julio César, Carlomagno, Napoleón, etc.) que fueron expediciones conquistadoras e imperiales, que buscaban tierras o sometimiento. Lo que esos generales y ejércitos conquistaron era repartido inmediatamente, tomando posesión para su imperio. En cambio, el ejército libertador peleará por lo que recién disfrutaran sus descendientes: la libertad propia y de los pueblos liberados.

Pero también diremos que en el marco de esas comparaciones con aquellas gestas legendarias hay algo más para destacar y fue que todos los anteriores ejemplos nombrados sustentaron sus ejércitos sobre bases muy sólidas y en imperios dominantes por siglos mientras que San Martín arrancó de cero. Cuando llegó a Mendoza no había nada y América se caía a pedazos ante la reconquista española. 

Así fue, y volviendo sobre alguno de los ejemplos sostendremos que Alejandro se apoyó en todos los logros emanados desde Filipo II. Aníbal sobre lo conseguido previamente por su padre Amílcar. Escipión en las conquistas de Quinto Cecilio Metelo y Lucio Venturio. Julio César en lo generado por su tío Mario. Carlomagno sobre Pipino “el breve”. Napoleón sobre Lazare Carnot. Pero no solo eso, todas aquellas conquistas al cabo del tiempo se desvanecieron. Esos imperios se desintegraron. Por ejemplificar nuevamente: Alejandro había conquistado desde el Danubio hasta el Indo, pero empezó a desmembrarse a su muerte. Escipión conquistó para Roma desde el Atlántico al Mar Negro y los montes Taurus, pero todo se desintegró al tiempo.  En cambio, San Martín construyendo desde las raíces aseguró para el resto de los tiempos el fruto de sus logros. Y aún perdura. Perú, Chile, nuestra Argentina, más allá de las difíciles contingencias y las duras coyunturas siguen siendo libres e independientes. Es por eso que la conmemoración de ese heroico Cruce de Los Andes continúa siendo un ejemplo, lección y reflexión de que cumplir los sueños emancipatorios es posible cuando la convicción, la honorabilidad y el patriotismo marchan primero y son la única bandera. 

Una primera lectura podría ser: el genio de San Martín se realzará tras la gesta de los Andes, pero se hará más grande aún luego de demostrar su formación profesional (militar y política) destacándose también al conducir una expedición por el océano.

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