Panini-gate

Cómo cambiar la figurita más difícil del mundial

Hay un aprendizaje que nos dejó la reunión de ayer entre el secretario de Comercio, la UKRA (Unión de Kioskeros) y empresarios de Panini: cuánto costará cambiar la figurita más difícil. 

Federico Poletto miércoles, 21 de septiembre de 2022 · 07:09 hs
Cómo cambiar la figurita más difícil del mundial
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Si de Mundial de Qatar y de fútbol se trata, arranco entonces con una frase de un sabio de este deporte, el Cholo Simeone. "Nunca se toca fondo. Se puede estar peor. Si sabes lo que pasa, puedes solucionarlo". Eso dijo una de las glorias eternas del Atlético Madrid y de la selección argentina. No lo dijo precisamente por el Panini-gate, pero bien vale traer su frase a la actualidad para contar mi historia y la enseñanza que me dejó ayer el nuevo drama nacional: las figuritas del mundial. 

En un domingo 18 de septiembre, cerca de las 19:30, y quizás por una intervención extra planetaria de Diego Armando Maradona, di con un kiosco de revistas que vendía figuritas del mundial Qatar 2022. Allí estaban mis hijos celebrando semejante casualidad después de una búsqueda intensa por más de 100 kioscos de la ciudad de Buenos Aires en la última semana. Esperamos pacientemente a que las 3 mujeres que teníamos adelante terminaran de pagar sus 15 sobres por un valor de $4.350. Ni siquiera presté atención al detalle de la cantidad de sobres y el monto total. La emoción me embargaba. Semanas de intensa búsqueda llegaban a su fin. Quien se dio cuenta del detalle fue mi hijo mayor. Algo olía mal en ese número.

Consumada la compra, las mujeres se marcharon felices y era mi turno. Una vez que el kioskero me confirmó que tenía stock, le dije que me diera 10 paquetes. Quería mostrarme moderado, para no hacer alharaca de mi necesidad. "Tengo que contarte que aumentaron, cada paquete está $290". Ni lo dudé. Ya había desarrollado el mecanismo de auto-defensa necesario para cuando me tocara vivir esta situación: no tenía que ceder. No quería que un tercero encontrara en mi necesidad la oportunidad de sacarme más plata de la que debo pagar. Rechacé la oferta y me alejé en silencio junto a mis hijos. "Te quería cobrar el doble papá, a mi me pareció raro todo lo que pagaron las chicas que estaban antes que nosotros", sentenció. En ese momento quise compartir una reflexión breve con quienes serán los encargados de cambiar este país: nuestros hijos, los niños, los más jóvenes. 

Lo primero que me surgió pensar es que toda esta cadena está mal. ¡En algún momento alguien tiene que cortar! Arranca con la ineficiencia (o mala voluntad, o falta de transparencia, o lo que quieran) de un proveedor -Panini, el de las figuritas-, continúa con un vendedor -el kioskero- que aprovecha al máximo el bolsillo golpeado de un argentino necesitado; y termina en un comprador sin razón, falto de paciencia, sin derechos que ejercer, que sucumbe ante una necesidad que no es básica pero que alimenta un circuito mal desarrollado. Porque hay un razonamiento -propio de la lógica de mercado- que impulsa al kioskero a vender a más de lo que debe... mientras haya gente dispuesta a pagar, así lo deberá vender. Lo que se olvida el kioskero es de la ética de un precio sugerido, que a esta altura poco importa porque el creador de las figuritas hizo un desparpajo con la distribución y el abastecimiento. 

Esa reflexión sencilla me ocupó la noche del domingo. Pensando que cualquiera de esos tres involucrados tenía la oportunidad de cortar con un círculo vicioso. Sin embargo, lo más probable es que esta escena se repita una y otra vez hasta que aparezcan las benditas figuritas. Y, como dice el Cholo Simeone, "se puede estar peor". A dos días de lo sucedido, acontece la reunión del año. Panini, sus figuritas, los kioskeros y nosotros, los consumidores desesperados, ¡somos una cuestión de estado! Todos los medios de comunicación (oficialistas, opositores y neutros) se ocupan de agrandar el acontecimiento, casi a la altura de una denuncia. 

Y vuelvo a pensar en el Cholo Simeone: "Nunca se toca fondo. Se puede estar peor". Porque en esta somos todos responsables: Panini por la espantosa planificación de su principal producto en 4 años, merece que no se compre ni una figurita. La cadena de distribución (kioskeros, supermercados, e-commerce y lo que se incluya en esta lista) por tirar el agua solo para su molino. El consumidor por no castigar, por dejarse llevar por una vorágine inexplicable. La Secretaría de Comercio -y el Gobierno- por asignar demasiados funcionarios y de alto rango a solucionar un conflicto que comparado a otros problemas sociales, parece irrelevante. Los medios de comunicación, en los que incluyo a mi querido MDZ, por poner en agenda semejante noticia cuando seguramente hubo reuniones más interesantes en nuestro país que propician el desarrollo de un pueblo y una nación. 

Y sin embargo, leo lo de arriba y no me lo termino de creer. Porque conseguir figuritas sigue siendo una cuestión de estado para todos. Para los fabricantes, para los distribuidores, para los consumidores, para el Estado porque le sirve desviar los temas de agenda y para los medios de comunicación que se suben a la ola. Mientras tanto, en Ciudad Gótica, los niveles de analfabetismo crecen, las pymes no soportan cargas impositivas y cierran, la inflación nadie la controla, y mucho talento argentino envía memes con la intención de marcharse del país. Entonces me pregunto y me respondo con el título que le puse a esta nota, la reunión de la Secretaría de Comercio con la UKRA y empresarios de Panini nos muestra cómo cambiar la figurita más difícil del mundial: nuestra idiosincrasia. 

 

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