11 de septiembre, Día de Maestro

Florencia, la docente que busca borrar estigmas para rearmar vidas

Florencia Becerra es profesora de Formación Ética y Ciudadana en cinco escuelas, de las cuales cuatro funcionan dentro del Servicio Penitenciario. Aquí, su rol como educadora y su visión desde el interior de las aulas ubicadas en dos penales.

Zulema Usach
Zulema Usach sábado, 10 de septiembre de 2022 · 19:02 hs
Florencia, la docente que busca borrar estigmas para rearmar vidas
Florencia Becerra trabaja en contextos de encierro. Foto: Gentileza

Hace trece años que Florencia Becerra (37), eligió un camino, que asegura, volvería a transitar. Su vocación, surgió al descubrir que desde la educación era posible llegar a las personas para darles herramientas. Y nunca más dejó de aprender. Ni bien se recibió como profesora de filosofía, dejó a su pueblo natal en Misiones y se instaló en Mendoza para comenzar a trabajar como docente en escuelas de casi todos los departamentos de la provincia, dando clases de Formación Ética y Ciudadana. Desde hace años, Florencia enseña esta asignatura en cinco escuelas, de las cuales cuatro funcionan en los complejos penitenciarios de Boulogne Sur Mer y San Felipe.

Son pocos los días en que la docente tiene algún momento de la tarde disponible. Su jornada comienza muy temprano en la mañana y por lo general se extiende casi de corrido hasta las diez de la noche, cuando llega a su casa y aún le quedan tareas pendientes para el día siguiente. Porque Flor, al igual que miles de docentes, en Argentina, sabe bien que su labor no termina al despedirse de sus alumnos cada día.

En su hogar, debe corregir trabajos prácticos y evaluaciones, planificar, armar proyectos, organizar algún acto que se avecine y preparar su clase para alguna fecha especial. Un condimento extra distingue su labor: Florencia educa a personas que por distintos motivos están siendo juzgadas; algunas de las cuales ya tienen una condena, mientras que otra buena parte aún aguarda un juicio mientras pasa los días en prisión. "La escuela que funciona en contexto de encierro es una modalidad que se ubica dentro del sistema educativo; pertenece a la Dirección General de Escuelas y funciona bajo la órbita civil", detalla la docente.

Su aclaración no es azarosa. Florencia es consciente que poco es lo que se sabe acerca de las modalidades que se aplican en las escuelas que se ubican dentro de las cárceles mendocinas. Destaca que este es un derecho al que deben acceder todas las personas y que de hecho, sus alumnos carecieron de esta posibilidad en su infancia, su adolescencia y su adultez, en vidas que estuvieron atravesadas por la naturalización del delito, la violencia, el consumo problemático, el abandono, la pobreza y la marginalidad. En su discurso, la docente llama a la reflexión, resalta que de hecho, muchas de las personas que están presas, por ejemplo, aún no saben leer ni escribir. Asegura que al escuchar algunas historias de sus alumnos, más de una vez se permitió una pregunta que viene atada al contexto: "¿Qué hubiese sido de este joven si su historia y su vida hubiesen sido diferentes, con más amor, contención, cuidados y educación?".

La respuesta, dice Florencia, da lugar a un debate que la sociedad se sigue adeudando. De hecho, advierte que en realidad la provincia (y el país en general) aún guardan una larga lista de temas a resolver para lograr que las cárceles sean verdaderos espacios donde las personas logren cicatrizar heridas, aprender, recobrar el valor por la vida y preparase para construir un porvenir una vez que paguen con su libertad el delito cometido. En lo cotidiano, ella es testigo de aquellas pequeñas y grandes cosas de las que el sistema carece.

Borrando estigmas

Es Flor, por ejemplo, quien al igual que otras colegas suyas deben comparar útiles escolares a sus alumnos porque en muchos casos ni siquiera cuentan con lápiz y un cuaderno para tomar apuntes. "Los estudiantes son muy respetuosos de ese espacio que es la escuela y la cuidan mucho; conciben a esas aulas como el único sitio donde se sienten libres pese a estar dentro de la cárcel y eso es porque aprenden", aclara la docente que busca alejar cualquier frase estigmatizante.

"Nosotros somos trabajadores de la educación y nuestros estudiantes son estudiantes", destaca al mencionar que el rol de la educación es "abrir la puerta a mundos posibles".

Lo cierto es que esa tarea se complejiza en un contexto donde las carencias en materia de infraestructura, servicios básicos (como el agua) y falta de acceso a tratamientos de salud se conjugan con una alimentación deficitaria y escaso acceso a los tratamientos psicológicos y psiquiátricos necesarios en cada caso. "Si las condiciones básicas fallan, entonces no es posible avanzar hacia la reinserción. Para eso se necesita, además de un cambio de mentalidad y de políticas que apliquen lo contemplado en leyes y acuerdo internacionales. También se requiere de mayores presupuestos y eso hoy no está sucediendo", recalca la docente desde un punto de vista crítico. 

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