Recomendador serial

Divididos, una banda para conectar con nuestras raíces

Nuestro recomendador serial se fue al Norte argentino y desde allí conectó con Divididos y particularmente con su líder, Ricardo Mollo.

Diego Villanueva
Diego Villanueva jueves, 26 de mayo de 2022 · 10:50 hs
Divididos, una banda para conectar con nuestras raíces
Foto: Gentileza: Juan Ignacio Blanco.

Escribo este artículo desde Tilcara, Jujuy, a donde tuve la suerte de venir una semana y volver a recorrer una de las zonas más mágicas e impactantes de nuestro país. Estoy parando "en lo del Francés", una zona en las alturas y a kilómetro y medio del pueblo de Tilcara. Siento una paz, una vista y un silencio al que mi mente no estaba acostumbrada. Cerca de acá hay un potrero de fútbol desierto, al menos en los días que estuve.

"El Francés" me sonaba de algún lado, y escuchando "Nada tengo" de Divididos recordé un documental de esta banda que había visto hace unos años y cuando volví a poner play, me volví loco porque estaban acá nomás y, de hecho, aparece "el Francés". Se reencuentra con ellos en Tilcara y van en auto hasta el potrero de fútbol que veo todas las mañanas. En la canchita recuerdan emocionados que ahí mismo se había hecho el último concierto de Divididos en Tilcara, nueve años antes, año 2010. Ese recital fue su segunda visita a esta ciudad y el debut había sido en 1999 donde improvisaron un escenario en el medio del Pucará ante 1500 personas, invitando a músicos de la zona. De esa casualidad de estar tan cerca de donde estuvieron ellos, nació la idea de querer escribir esta recomendación de Divididos y su conexión con nuestras raíces. Y qué mejor que escribir desde Tilcara...

Ambos recitales los podés ver en YouTube y están buenísimos. Ahora, este documental del 2019 que volví a ver es emocionante, ya que se trata de la búsqueda de una canción y al final te lo voy a dejar. Pero primero vamos a las raíces de esta historia y de esta banda.

Arnedo en el 2019 pateándole un penal ficticio en el potrero, en su regreso al lugar donde se hizo el épico recital.

Me quiero centrar en tres nombres para transmitir la pasión que tengo con este costado de Divididos:

Todo arranca en la familia, con el padre del bajista Diego Arnedo, que se llamaba Mario Arnedo Gallo y fue un gran músico del folclore. Autor de varias composiciones, entre ellas "La Amanecida" y "La flor azul", una zamba y una chacarera que Divididos suele hacer en vivo. Don Mario era de Hurlingham y ahí es cuando de a poco uno empieza a entender algunos títulos como "Paisano de Hurlingham".

Mario Arnedo Gallo, padre de Diego Arnedo.

Nunca fui fanático extremo de la banda, más allá de que me alucinan varios temas y de que los tengo impregnados en la vida, ya sea por haberlos escuchado entre amigos, en mi cuarto, en bares y en todos lados, ya son un clásico de clásicos.

Lo que sí siempre me llamó la atención fue esa parte autóctona que tienen. Definitivamente crearon un sonido nuevo, una especie de rocklore. Esa fusión me enamoró. Desde la rareza de "Camarón Bombay", el primer tema que grabaron, donde Mollo hace una voz de paisano; o "El Burrito" del segundo disco. En el tercer disco, "La Era de la Boludez", explotan esa fusión y se hacen bastante populares. Merecidamente, ya que el disco es una obra de arte que explota este nuevo sonido en temas como "Ortega y Gases", en el clásico de Atahualpa con toques de Hendrix que es el "El Arriero", en "Huelga de Amores" y en un tema clave, el hoy ya himno "Qué ves", una especie de chaca reggae con un sonido nunca antes escuchado en el rock nacional. Y bueno, a partir de ahí, siempre siguieron ese camino, una aplanadora del rock pero donde dejan espacio para el folclore. Nunca abandonaron ese costado de raíces argentinas. Títulos sobran, y ya te voy a armar al final una buena playlist de la argentinidad de esta banda. 

Divididos recargando energías en la quebrada de Jujuy.
  • Ricardo Vilca

Un nombre clave de lo que quiero contarte es este maestro rural de Humahuaca, también compositor y bastante desconocido hasta que lo descubrieron Mollo y Arnedo allá por el año 1999. Primero con su canción "Guanuqueando", el primer tema de su autoría que grabaron un par de años más tarde de aquella primera visita. Y en donde casi veinte años después la banda volvería a sus pagos a rescatar una canción de Ricardo Vilca que nunca había sido grabada. El maestro ya había muerto, injustamente joven a los cincuenta y pico, y justo en el momento que comenzaba a ser famoso. El power trío armó este pequeño documental rutero y pueblerino, donde llegan en auto excitados y emocionados como niños de diez años a reencontrarse con los músicos del maestro y terminar de hacer este tema llamado "Nada tengo". Un mágico tema dedicado a los hijos en el que la letra merece ser escuchada con atención.

Mural del maestro Vilca en Humahuaca.

Es ahí donde podemos ver en vivo cómo trabaja Mollo y cuanta pasión, amor y humildad le pone a darle una voz a la canción escrita en su momento por la poeta Elena Gómez. Se lo ve profesional y exigente, más que nada con él mismo. Un verdadero artista y líder. Y de ahí es donde quiero ir al tercer nombre que para mi es clave en esta recomendación.

  • Ricardo Mollo

No sé qué tiene que me cae tan bien ni por qué me transmite tanta paz y calidez cuando habla y cada vez que canta con volumen más bajo de lo habitual. La primera vez que me llegó hasta las lágrimas fue cuando estuvo con Vera Spinetta recordando a su padre y tocó "Plegaria para un niño dormido". La admiración y humildad hacia el Flaco Spinetta, su compasión en ese abrazo final que le da a su hija, y obviamente la versión que se mandó así de una, fueron suficientes para que me interese cada vez más su vida y sus entrevistas. Si no lo viste, vale la pena este video.

De ahí fui conociendo su historia familiar, arrancando con un padre que siempre cita como ejemplo de lucha a raíz de una catástrofe: un día en su Pergamino natal, con solo cuatro años, el pequeño Ricardo fue testigo de un incendio que se produjo en su casa y en la fábrica de zapatos familiar que estaba ahí pegada. Afortunadamente no hubo muertos pero sí un empezar de cero en Hurlingham, bien lejos de sus pagos. Una nueva vida y la resiliencia de su padre de volver a construir otra fábrica en menos de dos años. También Ricardo Mollo suele hablar de la timidez de su niñez frente a los que rodeaban su casa, donde eran todos eran más grandes que él, empezando por su hermano siempre admirado, el cantor de tangos amor Omar Mollo. De esa época leí que Ricardo se confesaba y decía: "Yo era el más chico que cantaba, porque me habrán escuchado en algún momento, y entonces, en las fiestas familiares venia mucha gente a casa, y decían: «Ricardito también canta». Y yo decía: «No, no, no canto». Me daba vergüenza. La frase era una especie de tortura para mí. Imaginate cómo lo vivía a los cuatro años, cuando no tenés manera de defenderte del mundo, era: «Dale, no te hagas rogar». Lapidario. Yo repetía que me daba vergüenza, y terminaba haciéndolo desde un lugar horrible, porque no era un deseo propio".

Ricardo junto a su hermano Omar y Chizzo de la Renga, comienzos de los años 90.

Otro de los momentos de su vida que más me interesa y que tiene que ver con lo que quiero transmitirte, es el cambio personal que hace en 1999, que justo se dio en el Norte, Tilcara, y sanó en ese lugar donde hoy yo también estoy sanando algunos temas. Ricardo conectó con el Norte y siempre cuenta que su energía cambió, y ese cambio lo llevo a dejar el alcohol y las carnes y a tener una familia consolidada. Creo que si hay un tema que puede explicarnos mejor lo que le pasó en esos años de renovación y cambio es "Par mil", una canción espiritual que llega al alma y no conozco a nadie que no le guste.    

Quizás soy un bicho raro cuando me preguntan si me gusta Divididos ya que me declaro fana de su parte folclórica y de varios temas que en los últimos años fueron apareciendo de invitado, o haciendo covers, o temas que grabó en plan solista, que son los más me interesan: bien espirituales tanto en letra y música. Me parece que su esencia de hoy va por ahí. "Somos fuente de energía", le dijo hace unos años a Matías Martin en una gran entrevista, y la verdad que hace 23 años tuvo una nueva energía que hace que hoy a los 60 años se lo vea cada vez más joven, cantando cada día mejor y con esa sonrisa tímida que lo hace único.

Mollo, Tilcara y una sonrisa que lo dice todo.

Para despedirme, elijo una canción de las que salieron en pandemia que se llama "Sanar" y me preguntó si tendrá que ver con ese Mollo de cuatro años que vio cómo se incendiaba su casa y se tuvo que rajar a otro lugar. Encontré esta anécdota que me dejó reflexionando: cuando Ricardo volvió de grande a Pergamino pasó por lo que era su casa y cuenta que empezó a golpear y vino una mujer a abrirle, y le dijo: "Disculpame, yo nací en esta casa, te pido por favor si me dejás entrar". Mollo confiesa que fue a buscar a ese nene, a ese chico que aún tiene, que todos tenemos, y que no lo quiere perder. A ese "Nene de antes" como dice una de sus grandes canciones.  

Ahora sí que me despido con esta playlist del Divididos y de Mollo que se aleja por un rato de la aplanadora del rock para conectarnos con nuestras raíces, y obviamente con nosotros mismos.

Y como te prometí, el documental de la búsqueda y encuentro de una canción perfecta:

*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir".

Archivado en