Camino al multiverso de la felicidad
La nueva película de Marvel "Dr. Strange en el multiverso de la locura" nos lleva a plantearnos un interrogante: ¿qué es la felicidad?
¿Eres feliz? Es una frase que se repite a lo largo de las dos horas seis minutos de duración del film "Dr. Strange en el multiverso de la locura", y que en esta oportunidad no nos brinda sólo un despliegue de efectos especiales sino una narrativa que permite alojar al espectador en una cantidad de guiños con los personajes de Marvel. El fanático quedará encantando, y quien no lo es pasará un momento muy agradable, cargado a veces de tensión y suspenso, porque el realizador Sam Reimi es un experto en estos temas desde "El grito" en adelante.
¿Qué es la felicidad? No creo que esta película pueda responder este interrogante, pero al menos es un buen punto de partida.
La felicidad para Sigmund Freud es enteramente subjetiva, puesto que es la cultura la que pone en cuestión su valor en sí mismo. Nuestra felicidad cotidiana está determinada en buena medida por nuestra perspectiva. De hecho, que nos sintamos felices o desdichados en un momento determinado tiene que ver con la forma de percibir nuestra situación, con lo satisfechos que nos sintamos con lo que tenemos actualmente.
La palabra “cultura” para el padre del psicoanálisis designa una suma de normas que distancia nuestra vida a la de nuestros primitivos antepasados y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a los riesgos de la naturaleza, y la regulación de los vínculos recíprocos entre todos.
A fin de comprender un poco más lo planteado, se busca el rasgo de la cultura que se diferencia en la comunidad y lo reconocemos cuando hay algo que resulta útil. El ejemplo es el uso del fuego que sobresalió como un logro sin precedentes, algo así como los anteojos que corrigen los defectos de la visión.
El trabajo terapéutico nos enseña día a día que las frustraciones son lo que empañan la vida del neurótico y lo que le resulta intolerable. Freud destaca al respecto de la humanidad toda que su desarrollo cultural intenta dominar la perturbación de lo cotidiano donde prevalece la tensión con el otro semejante. En 1929 en su escrito "El malestar en la cultura" teme que el ser humano pueda exterminarse entre sí, al menos en gran parte.
En esta inquietud o incertidumbre contemporánea prevalece la angustia que resulta directamente proporcional a la infelicidad, y al interrogante de cómo puede ser posible y cómo se puede prever.
Alcanzar la felicidad no resulta simple. Cuando hablamos de ella hacemos referencia a la riqueza, a la satisfacción, a la espiritualidad que en conjunto abarcan las expectativas de felicidad. Podemos agregar la buena salud que se considera necesaria para una vida feliz, así como tener amistades o compañeros. Reconocemos que para disfrutar de una vida plena, se necesita de un círculo de amigos con los que podamos relacionarnos emocionalmente y en los que podamos confiar.
Todas estas variables son factores importantes, son fuentes de felicidad. Pero para que alguien pueda utilizarlos plenamente, la clave se encuentra en el estado de ánimo. Cuando se carece de la serenidad mental no importan las posesiones o condiciones externas, ya que éstas no proporcionan la sensación de alegría y felicidad que se busca. Por otro lado, si se posee esta cualidad interna de serenidad, es posible tener una vida estable, aunque falten las posesiones materiales que uno consideraría necesarias para alcanzar la felicidad.
¿Eres feliz? Resuena el interrogante del Dr. Strange. Este Doctor Extraño que parece reflexionar más que hacer uso de sus superpoderes.
Podemos interrogarnos sobre esta base para reflexionar sobre el valor en la vida. Qué brinda significado a nuestra vida para poder así establecer prioridades. Parece hermoso pensar que el propósito de nuestra vida ha de ser positivo porque no hemos nacido con fines de causar problemas o de hacer daño a los demás. La vida es valiosa si desplegamos cualidades como la amabilidad, la cordialidad y desde ese lugar, puede ser significativa y pacífica.
También, seguramente, un poco (al menos) más feliz.
*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.