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El poder comunicativo de los introvertidos

Los comunicadores solemos idealizar la capacidad comunicativa del extrovertido. Sin embargo, conviene compensar su excesiva visibilidad con la promoción también de líderes introvertidos.

Damián Fernández Pedemonte domingo, 17 de abril de 2022 · 08:42 hs
El poder comunicativo de los introvertidos

Al concluir el libro El año del Mono, que presenta a Patti Smith como una escritora auténtica y espiritual, me fui a buscar un video que tengo guardado en los favoritos de YouTube. Es su interpretación de la canción "A Hard Rains A-Gonna Fall", el día de 2016 en que le entregaban el premio Nobel al autor de esa y de centenares de tremendas canciones: Bob Dylan, que no estaba en persona para recibirlo. Soy de los que defendió ese Nobel. Estudié Letras, pero me dedico hace treinta años a la comunicación. Esta deriva me permitió independizar el placer de la lectura de algunas pretensiones de la crítica literaria (leer al respecto La lectura inútil de Carlos Skliar) y en cambio extraer de la literatura leves intuiciones para la vida de relación con los demás. Al mismo tiempo encuentro gran literatura en los guiones de las series, en las crónicas periodísticas o en las letras de las canciones.

Emociona la autenticidad del sentimiento de Patti Smith cuando canta: "Va a ser fuerte la lluvia que va a caer". Pero el video registra un momento más intenso aún. Cuando promedia la segunda estrofa, la música y escritora vacila sobre la letra, se detiene y con voz suave dice: "Pido disculpas, estoy muy nerviosa" y desata el aplauso de los elegantes asistentes a la ceremonia. Luego retoma y prosigue hasta el final, con una genuina emoción trasladada a la audiencia.

Los comentarios de YouTube dejan de lado el sarcasmo y revelan el poderoso efecto de este incidente sobre los usuarios. "Ella nunca sabrá cuánto me ayudó esta actuación en la vida, y lo que me enseñó sobre la dignidad y la recuperación de mis propios errores angustiosos". "En esa disculpa se convirtió en la canción, encarnó cada palabra que fluye por sus versos, en su humildad dejó al descubierto y desnuda su letra, no pudo ser mejor". "Cuando se disculpó con una humildad tan genuina e infantil, se me saltaron las lágrimas. Una actuación tan increíble que se hizo aún más por su increíble vulnerabilidad y desnuda emoción".

En un famoso verso de su "Poema de los dones", Borges celebra a Dios "que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche". Yo podría decir algo parecido: estoy siempre rodeado de gente, soy profesor universitario y asesor de organizaciones, me dedico a la comunicación a pesar de ser tímido. Sé de varios colegas a los que les pasa lo mismo. La timidez es algo que conviene superar cada vez que haya que exponerse en público, de lo contrario se pierde libertad de acción y posibilidades de aportar. Para ello un truco que uso y que recomiendo es "mostrar lo que se quiere ocultar".

El psiquiatra vienés Victor Frankl cuenta que uno de sus primeros pacientes fue un joven que sufría una gran tartamudez. Frankl le preguntó por alguna vez que recordara que había hablado de corrido. El muchacho le contó que de chico se había subido al tren sin boleto y al llegar el guardia se propuso tartamudear mucho para inspirarle compasión. Sin embargo, esa vez las palabras salieron sin tropiezos. Esto le llevó al gran psiquiatra a pensar que hay situaciones que no se consiguen cuando se las busca ansiosamente y otras que dejan de suceder solo cuando se deja de temer que sucedan. El insomne menos consigue conciliar el sueño cuanto más se preocupa por dormirse. El cohibido sólo dejará de ponerse colorado en una reunión cuando deje de temer que eso le pase.

Cuando enfrentamos un auditorio que nos amedrenta se puede decir: "Disculpas si me notan nervioso o nerviosa". Eso ya puede desatar un nudo y generar simpatía en el público. También se puede aludir a un defecto involuntario. Es lo que hacen los decoradores de los lofts: en vez de tratar de ocultar la cañería, la destacan pintándola de colores vivos. Más importante todavía es saber que reconocer un error o pedir disculpas por una omisión es algo que fortalece y no disminuye la autoridad del líder. Pero ser tímido no es lo mismo que ser introvertido, aunque ambas características suelen ir juntas. La introversión no es un defecto, es un modo de ser. Es más, es una modulación de la personalidad muy necesaria en los tiempos que corren.

Releo mis columnas en MDZ y advierto que registran varias situaciones de arrogancia y aún de violencia en el espacio público, a la par que intentos de establecer una seguridad psicológica y un nuevo bienestar en las organizaciones. Tendríamos que revaluar si el arquetipo del líder extrovertido y atropellador sigue teniendo la misma vigencia que antes de la pandemia. Según Quiet, el hermoso libro de Susan Cain sobre el poder de los introvertidos, el extrovertido arquetípico prefiera la acción a la contemplación, la certeza a la duda, tomar riesgo que prestar atención (risk-taking to heed-taking). Es un "decisionista", seguido por el equipo porque su forma taxativa es considerada un signo de inteligencia, su locuacidad y voz alta inspiran confianza.

"Los introvertidos, por el contrario, dice Cain, pueden tener grandes habilidades sociales y disfrutar de las fiestas y las reuniones de negocios, pero después de un tiempo desearían estar en casa en pijama. Prefieren dedicar sus energías sociales a los amigos íntimos, los colegas y la familia. Escuchan más que hablan, piensan antes de hablar y a menudo tienen la sensación de expresarse mejor por escrito que en una conversación. Tienden a no gustarles los conflictos. Muchos tienen horror a las conversaciones triviales, pero disfrutan con las discusiones profundas".

Los comunicadores solemos idealizar la capacidad comunicativa del extrovertido. Sin embargo, conviene compensar su excesiva visibilidad con la promoción también de líderes introvertidos. Estos suelen ser más genuinos y empáticos, más comprensivos y motivadores para sus equipos, más reflexivos y abiertos a cambiar de opinión. Más proclives a protagonizar eventos como el de Patti Smith: dejar de lado las poses y los discursos publicitarios para que comparezcan las personas con toda sus vulnerabilidades y posibilidades.

*Por Damián Fernández Pedemonte / Director de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral

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