Educación

Analfabetos del nuevo siglo: el gran fracaso de la actual enseñanza

La experta en educación Susana Ortega de Hocevar detalla los resultados de una investigación que llevó adelante en la que revela el preocupante atraso de los niños de tercer grado al momento de aprender a escribir. La influencia del contexto, la deuda del Estado y las consecuencias a largo plazo.

Zulema Usach
Zulema Usach domingo, 27 de febrero de 2022 · 07:03 hs
Analfabetos del nuevo siglo: el gran fracaso de la actual enseñanza
Susana Ortega de Hocevar es una destaca referente en materia de educación Foto: Maximiliano Ríos/MDZ

En su discurso, no hay palabra que pueda sobrar. Es de esas personas que con solo atender a lo que expresan, dan la pauta de que su saber es fruto de un largo camino de conocimientos, experiencias y sobre todo, amor por su vocación. Susana Ortega de Hocevar (75), es una apasionada de la educación; no solo porque su trayectoria es extensa en todos los sentidos, sino porque sabe aplicar en la práctica aquello que predica. Y lo hace a la perfección: que los saberes deben ser incorporados con respeto, paciencia, atención y dedicación. Algo así como plantar una semilla a la que es necesario cuidar en cada tramo de su proceso de crecimiento.

“El fracaso de la educación en la actualidad es no formar a niños con habilidades de lectura y escritura profunda tanto en el papel como en el mundo de lo digital”, asegura al poner sobre la mesa las problemáticas que giran en torno de la enseñanza durante los primeros años de la escuela primaria.

La infancia y las necesidades educativas que giran en torno de esta etapa, es justamente, una de las temáticas que más la han movilizado y por las cuales ha encarado profundas, dinámicas e integrales investigaciones que dejan en claro que el hecho de aprender no es solo una cuestión de “capacidades innatas”, sino que está profundamente ligado a las posibilidades familiares; su nivel de instrucción y el contexto en el cual se desarrolla la niñez.

La escuela entonces -sostiene Ortega de Hocevar- debe refrescar su mirada y cobijar a cada estudiante como un ser único e irrepetible, concebido desde su particularidad y el contexto dentro del cual está creciendo. Solo de ese modo, asegura la experta en educación, será posible hacer de la enseñanza un espacio realmente inclusivo.

Los niños llegan a tercer grado sin saber leer ni escribir

Sus explicaciones tienen un trasfondo empírico que comprueba todas las teorías ligadas a la incorporación de saberes con calidad. Fue en 2019, cuando la experta mendocina junto a su equipo de investigadoras, decidió afrontar un estudio mediante un pormenorizado seguimiento en el que se buscó comprobar, en primera instancia, el nivel alcanzado por los niños de los primeros años de la escuela primaria, a la hora de aprender a leer y escribir. Lo que se denomina alfabetización temprana.

“Cuando el chico incorpora la relación entre fonema (unidad mínima sonora) y grafema (unidad mínima escrita), es cuando termina el proceso denominado alfabetización temprana. Por cada fonema hay un grafema que se escribe, detalla Ortega de Hocevar.

Poner el foco en esa aclaración no es para la especialista una elección azarosa, puesto que el estudio realizado por su equipo revela justamente, las profundas brechas que persisten entre los niños de familias más pobres en relación con los de clase media y alta y cómo esa situación repercute de manera directa en su aprendizaje. Ligado a ello, aparece además el grado de alfabetización de quienes lo tienen a cargo. El rol de los educadores y la obligación del sistema educativo a la hora de garantizar una enseñanza de calidad es otro aspecto vinculado.

Escuelas vulneradas y no “vulnerables”

Antes de arribar a las conclusiones de la investigación que lideró, Ortega de Hocevar destaca que al realizar la investigación sobre los saberes alcanzados entre los niños de primero a tercer grado fue notorio cómo las dificultades para aprender a leer y escribir eran más profundas entre los aquellos que asistían a las escuelas ubicadas en los barrios más pobres. Por eso, el seguimiento de la investigación se concentró en las etapas siguientes en seguir de cerca el proceso de los niños que asistían al primer nivel de la enseñanza de dos escuelas urbano marginales de Las Heras. “Decidimos cambiar el concepto de escuelas vulnerables a vulneradas, porque en los hechos de trata de instituciones donde asisten niños a los que ya le fueron vulnerados sus derechos y donde la escasez de recursos es evidente”, destaca la profesora de letras y especialista en docencia universitaria.

- ¿Qué detectaron en su investigación?

- “Una de las conclusiones fue que solo el 20% de los alumnos que habían llegado a tercer grado habían aprendido a aplicar la relación entre fonema y grafema. El 80% restante aún era analfabeto; es decir que no había logrado incorporar los saberes básicos para poder leer y escribir”.

- ¿A qué causas atribuyen esa situación?

- “Descubrimos, por ejemplo, que los niños nunca habían escuchado a alguien que les leyera un cuento, ni tampoco los habían explorado. Directamente, no los conocían. Solo los habían visto en los dibujitos”.

- ¿Qué conclusión se desprende de esa situación?

- “En general esto da cuenta de que no han tenido un adecuado proceso de alfabetización. Muchos de esos niños atravesaban problemáticas muy complejas.

Ortega de Hocevar continúa su explicación al mencionar que dentro de un proceso de alfabetización que goza de buena salud, el paso siguiente a relacionar la palabra hablada con la escrita, es el de lograr la coherencia y la comprensión de textos. 

Lo cierto fue que al realizar el seguimiento de los mismos alumnos, en 2020 -año signado por el encierro propiciado por la etapa más crítica de la actual pandemia- el grupo de investigación llegó a la conclusión de que al iniciar tercer grado casi ninguno había logrado, por ejemplo, construir un relato o escribir un texto que fuera coherente. Al momento de contar alguna historia de fantasía o una vivencia familiar, el fracaso de la capacidad al momento de expresarse desde la oralidad, quedó expuesto.

“Los chicos solo podían relatar episodios aislados y mostraron dificultades a la hora de reconstruir una historia. Los problemas fueron evidentes además a la hora de pronunciar palabras y no lograron enriquecer su vocabulario”, describe la doctora en educación y máster en ciencias del lenguaje y advierte que los niños inclusive llegaron a cuarto grado con estos problemas. “Ninguno pudo pasar a cuarto grado con una lectura fluida”, aclara Ortega de Hocevar.

Un sistema que debe ajustarse al niño y no al revés

“Creo que el sistema no está implementando lo que los niños necesitan. Se busca que los niños de nivel inicial aprendan al mismo ritmo y con los mismos elementos pedagógicos cuando en realidad no todos tienen la misma evolución”, recalca Susana Ortega de Hocevar al referirse a las deudas que hoy presenta la educación en Argentina y en Mendoza en particular.

Explica que es clave y urgente la implementación de un modelo educativo que no pase por alto las particularidades y realidades de cada niño. Recomienda que un primer paso para lograr ese objetivo es hacer un buen diagnóstico de cada situación y en base a ellos, buscar los adecuados recursos didácticos justados a las capacidades y necesidades de cada alumno.

“Es necesario cambiar la visión de la enseñanza con el foco puesto en el niño y no al revés. Lo que vemos en la actualidad es que la mirada está puesta desde lo que los adultos piensan que todos los niños necesitan por igual, cuando en realidad no se debe desatender que cada niño es único y particular, con un proceso de aprendizaje distinto y con necesidades únicas”, dice la experta que además es una destacada figura dentro del área de educación de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

En desafío, entonces, es lograr una escuela donde el niño se interese por la lectura y que logre concentrarse en esos momentos de aprendizaje. Para eso, aclara, es fundamental que el Estado revalorice la situación de los docentes y que haya educadores que sigan la carrera docente. Porque en definitiva, aclara la experta, “el tiempo que pierden los chicos no se recupera”.

La decisión desacertada de Mendoza

Que el gobierno escolar haya decidido implementar como una misma unidad pedagógica primero, segundo grado y tercer grado (es decir que no repiten) es para la especialista una decisión desacertada. Detalla que si el niño no ha aprendido a leer y a escribir, en los primeros años de escolarización, entonces es más factible que se produzca un fracaso escolar.

Lejos de las teorías que sostienen que el aprendizaje del niño al momento de expresarse se puede dar de manera “emergente” es decir por un interés individual por aprender a leer y escribir con lo que va incorporando de todo aquello que tiene a mano de su entorno, Ortega de Hocevar destaca que en realidad, los pequeños que logran avanzar en ese proceso son solamente aquellos que tiene las oportunidades necesarias y un núcleo familiar en el cual exista un nivel de alfabetización adecuado.

“Ha quedado en claro que en realidad este proceso no emerge solo, sino que se logra gracias a una interacción con personas alfabetizadas. Todos los niños lo deberían tener a ese proceso. Si no lo tienen en la casa, la escuela lo debe propiciar. Porque de lo contrario, los que menos tienen llegan en situación de desventaja en la escuela”, recalca la experta en educación.

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