Inclusión excluyente

Una polémica pregunta del Censo deja al descubierto la falsa inclusión

Tras haber sido postergado por la pandemia, finalmente se llevará a cabo con una novedosa dinámica, el Censo 2022 se realizará a mediados de mayo. A partir de marzo, se puede completar el formulario digital que tiene una pregunta polémica que invisibiliza a un sector.

Florencia Rodríguez Petersen
Florencia Rodríguez Petersen jueves, 24 de febrero de 2022 · 07:51 hs
Una polémica pregunta del Censo deja al descubierto la falsa inclusión

Más de 250 mil personas se inscribieron para trabajar como censistas durante el Censo 2022. Este relevamiento se realiza, por recomendación de Naciones Unidad, cada 10 años. El primer censo argentino fue en 1869. Luego se realizaron censos nacionales en 1895, 1914 y 1947. El siguiente fue recién en 1960. Desde entonces, se realizó uno por década desde 1960. El último, en 2010, coincidió con la muerte de Néstor Kirchner. Este será el 11º censo nacional: llega postergado por la pandemia y con novedades en su realización, empezando por la posibilidad de realizarlo en forma digital.

El lema es "reconocernos". El objetivo, como en cada censo, es realizar un recuento de todas las personas, hogares y viviendas del país. Una foto que permita saber cuántos somos los que habitamos el suelo argentino, saber cómo está constituida la población, cómo es el acceso a la vivienda y a los servicios. Por sus características el censo permite "conocer las principales características demográficas y socioeconómicas de todas las personas que residen en el territorio nacional y sus condiciones habitacionales". Y por eso tiene sentido hablar de reconocernos. "Gracias al censo se podrá saber cuántos somos, dónde estamos y cómo vivimos", señalan desde el sitio oficial. 

El Censo 2022 brindará información sobre migración ya que los ciudadanos deberán responder donde estaban hace 5 años y, en caso de ser extranjeros, no sólo el país de procedencia sino también el año en el que llegaron a Argentina. 

A diferencia del formulario utilizado en 2010, el que se utilizará este año -que se podrá completar en forma digital a partir del 16 de marzo- incluye preguntas que permiten conocer más a los individuos. La inclusión de la opción X para el sexo asignado al nacer y una pregunta sobre la identidad de género llevaron a muchos a hablar de este censo como uno particularmente inclusivo. Sin embargo, un grupo denunció sentirse excluido del Censo 2022. Se trata de las personas con discapacidad.

Una de las primeras preguntas hace referencia al tema pero lo esquiva. En lugar de preguntar si hay personas con discapacidad en el hogar, se refiere a las mismas como "personas con limitaciones o dificultades". 

"Se vulneraron muchos de nuestros derechos", sentencia Daniela Aza al ser consultada por el tema. Ella nació con una enfermedad rara, Artrogriposis Múltiple Congénita (AMC), es licenciada en Comunicación Social y se convirtió en una "influencer de la inclusión". "Cuando vi la pregunta no lo podía creer. Pensaba que era otra cosa. Había escuchado en diversos medios que el cuestionario era innovador y planteaba nuevos temas", comenta. Hace referencia a las cuestiones de género, celebra eso, pero agrega: "Se quedaron muy atrás con eso, porque no llamar por el nombre que somos, que es personas con discapacidad, es seguir cayendo en eso de 'el problema lo tiene esa persona, no es nuestro problema'. En realidad la discapacidad siempre tiene que ver con el entorno, con las barreras y obstáculos que hay en el entorno". 

La corrección política extrema hace que algunos prefieran no hablar de discapacidad. Pero al no ser nombradas, las cosas parecen perder relevancia. "El primer problema es que se invisibiliza la discapacidad. Se esconde bajo la alfombra a las personas con discapacidad. Son personas que necesitan acceso a lugares a los que hoy no podemos acceder", dice Aza indignada. "Al hablar de 'dificultad o limitación' se termina poniendo énfasis en las personas con discapacidad y no en las medidas que hay que tomar como sociedad para que las personas con discapacidad podamos acceder al ámbito laboral, a circular por la calle -que es inviable-, al transporte, a la mayoría de los ámbitos que hoy no tenemos"

"¿Cómo vamos a generar apoyos e incluir si no sabemos cuántas personas con discapacidad tenemos?", se pregunta y explica que una de las consecuencias de esta pregunta es que resulta vaga. "Se pone en igualdad de condiciones a una persona con discapacidad y a otra con una mínima dificultad", explica y sigue: "Esto viene desde hace años. Se cataloga a la persona con discapacidad desde la falencia. Es una mirada de lástima, compasión. Esa pregunta hace ver que el problema es de la persona. Deberían preguntar, por ejemplo, si en la vivienda hay alguna persona con discapacidad y si cuenta con certificado. Es muy poco precisa la pregunta. Sabemos que hay muchas personas con discapacidad que no tienen certificado porque prefieren no tenerlo o porque no cuentan con las condiciones para moverse y acceder el mismo. La discapacidad es un mundo en sí mismo". 

¿Cuál es el riesgo de que un sector de la población quede invisibilizado en el censo? Que tal como anuncia el sitio oficial del mismo, os resultados permiten "realizar mediciones sobre las características sociodemográficas y económicas de la población para orientar el diseño de políticas que puedan mejorar sus condiciones de vida". Difícilmente el gobierno y la sociedad puedan trabajar en políticas que incluyan al que ni siquiera se nombra y que, por lo tanto, queda invisibilizado. Y el problema es que esta foto debería orientar acciones para la próxima década, por lo que podría implicar un retroceso en las políticas de inclusión o intensificar lo que Aza denomina "inclusión excluyente". 

"Lo más urgente es que haya políticas educativas que visibilicen a la persona con discapacidad no desde la lástima sino como persona que pertenece a la diversidad. La pregunta del censo concibe a la discapacidad como algo de otro mundo que no nos compete como sociedad. Y nos compete saber cuántas personas con discapacidad hay, cuáles son sus necesidad, qué apoyos tenemos que generar", dice Aza. Y agrega que "todos los días hay niños y niñas con discapacidad que son víctimas de bullying y no son parte de la agenda mediática y política". 

Daniela habla de discapacidad para que el tema esté en agenda. Le importa la inclusión desde un lugar real y sabe que las palabras tienen un rol clave. "El lenguaje construye un mundo y genera realidades. Las palabras que usamos y elegimos no son casuales", advertía hace tiempo en sus redes sociales. Así como hablar de personas con limitaciones es invisibilizar la discapacidad, cree que usar el eufemismo "capacidades diferentes" no tiene correlato real: "No tenemos otras capacidades o dones. No volamos ni adivinamos el futuro", señala. Agrega que decir "discapacitado" o "lisiado" enfatiza las limitaciones. "Si querés referirte al colectivo utilizá persona con discapacidad o, mejor, nuestro nombre", remata en esa publicación. 

Aza explica a MDZ que cuando habla de inclusión excluyente se refiere al peligro del marketing inclusivo. Como ejemplo, habla de marcas de ropa que usan fotos de personas con discapacidad en sus campañas. Celebra eso, pero aclara que no es suficiente. "Después vas al local y tiene escaleras, o el probador es tan chico que ni siquiera podes entrar, o las vendedoras no hablan ni entienden lengua de señas", comenta. "Caemos en ese concepto que me gusta mucho -no es mío, pero lo uso mucho- de inclusión excluyente. Nos agarramos para tranquilizarnos y poner paños fríos de una imagen, una historia motivacional y demás, pero no trabajamos en acciones que hagan que nos encaminemos a un futuro más inclusivo y respetuoso de la diversidad. Hay avances, pero es necesario ir más allá", remata. 

 

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