¿Qué pasó con nuestra tolerancia?

Muchos hemos leído que la tolerancia a la frustración es una función ejecutiva que se desarrolla, que ser tolerantes nos permite vivir mejor , porque podemos esperar para satisfacer nuestros deseos. La tolerancia es un respeto hacia el otro, a través de sus ideas, creencias, es decir un respeto íntegro.

Hasta acá todo muy claro y lindo, pero en la vida real nada más difícil y ni hablar en estos nuevos tiempos, todo parece ayudar para que nadie la desarrolle. Somos los propios padres los que buscamos de mil maneras que nuestros hijos no se frustren y para eso somos capaces de todo. Negar la realidad, proyectar los males en el otro, defender lo indefendible y discutir hasta morir para evitarla.

Basta con salir a la calle para darnos cuenta que algo está mal , todo enoja , irrita estamos irascibles y dispuestos a lo que sea para poder hacer lo que queremos o deseamos suceda ayer, de hecho vemos cómo la satisfacción inmediata aunque sea menor es lo que prevalece por sobre la espera y una satisfacción mucho mayor.

En todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana encontramos ejemplos claros y concretos, pensalo en tu propia vida. Cuánto esfuerzo y sacrificio implica la espera, ser pacientes, aceptar que lo que deseo y necesito no se puede siempre y tampoco ahora. No puedo aseverar que la práctica ayuda, si un cuento sirve o educar con el ejemplo, tampoco encontré un libro con la fórmula mágica para tener más tolerancia.

Pero si sé que es tan necesaria como el aire que se respira. No pueden ser imperativos los deseos, cumplidos todos los sueños, la vida muchas veces no te da la pareja que soñaste, el cuerpo que admiras o las comodidades que crees merecer. La vida te pone a prueba, te dice que a las 2 sale el avión pero a veces llega 3 años más tarde.

No sé si nos pasa a todos o a muchos pero algo es seguro que todos queremos mucho y lo queremos ya.

* Lic. Erica Miretti Psicóloga. Neuropsicoeducadora. Docente