La pasión que une a Argentina

La previa de la final late en los barrios, entre asados, cábalas y juntadas

Las horas previas al partido de Argentina contra Francia se viven con expectativa y la selección ocupa el centro de todas las charlas. Miles de argentinos detienen hoy su reloj por un momento y se olvidan de los dramas cotidianos.

Zulema Usach
Zulema Usach domingo, 18 de diciembre de 2022 · 09:00 hs
La previa de la final late en los barrios, entre asados, cábalas y juntadas
Foto: Maximiliano Ríos/MDZ

El silencio en la mayor parte de los barrios de Mendoza, parece reinar. Es el preludio de la ansiedad que a lo largo de la semana, millones de argentinos han compartido entre charlas de todo tipo. En los comercios, grandes y pequeños, la figura de Messi, los comentarios sobre extravagantes jugadas de mundiales anteriores y la expectativa por ganar el partido a Francia, en el marco de la gran final que se disputa desde este domingo a las 12 horas de Argentina, del otro lado del mundo, en Qatar, es creciente. En el interior de los hogares, grandes y pequeños piensan en cómo serán esos minutos en que una pelota en el arco puede significar la diferencia entre la alegría extrema o el llanto desconsolado.

Y es que hoy, cuando las angustias por un año en el que la crisis (en todos los aspectos de la vida cotidiana) se empecinó en castigar a miles, el fútbol parece ser la salida por la cual se drenan dolores contenidos, angustias atragantadas en el alma. "Yo desde esta tarde, no pienso hacer nada más que terminar de preparar todo para mañana, sentarme, abrir una botella de fernet y juntarme con mis amigos a comer un asado", comenta un joven que trabaja más de doce horas en una reconocida panadería de Godoy Cruz. Y es que el cansancio por miles de motivos muestra su límite. Hoy, las almas y las mentes se disponen a concentrar energías y simplemente, seguir segundo a segundo los movimientos de los jugadores en el estadio Lusail.

La esperanza que "drena" dolores

Lo cierto es que aquí, en la provincia donde los potreros de barrio son el escenario de los "fulbitos de las tardes" y las corridas a última hora sobre la tierra suelta, grandes y chicos palpitan expectativa, se ciernen en esperanzas. Guillermo Sánchez (42), un carnicero que este año sostuvo su negocio casi a pulmón como consecuencia de la inflación y la baja en las ventas, dice que el sábado vendió más carne de asado que en toda una semana. "La gente viene y lleva bastante carne; creo que el asado va a ser el gran almuerzo de las familias y los amigos", festeja el hombre, que tuvo que sumar personal para atender la demanda. Así, en grupos de a diez o más, amigos de muchos años se vuelven a encontrar para la ocasión. Esta vez, ya no hay lugar a otro tema que no sea el partido de la selección que comenzará en apenas unas horas. Rodrigo (23), Emiliano (22), Tiziano (22), Julieta (19), Rebeca (23) y Marina (23), ya vienen planificando la juntada con pileta mediante en la casa "del Emi", ubicada en el barrio parque, del departamento mendocino de Godoy Cruz.

Ya desde el sábado, el grupo inició la ceremonia de juntarse también el día previo al partido. "Ahora estamos ordenando todos los detalles porque queremos comer a horario; para eso nos hemos dividido con las compras y todos los detalles", cuenta Julieta con expectativa y confiesa que la idea de juntarse el día previo al partido es una cábala que ya vienen aplicando desde que Argentina le ganó a Países Bajos. No son los únicos que aplican hábitos repetidos, como para no "mover las energías" que rodearán a la selección argentina esta vez.

Amalia Rosales (44) y su pareja, Damián (50), cuentan, por ejemplo que en su caso se quedarán en casa, solos para ver el partido y que comerán un almuerzo no muy diferente al habitual. "Esa es nuestra cábala. A esta altura no queremos modificar nada de nuestra rutina confiesa la mujer". Gonzalo (46), que conduce un taxi, asegura que en su caso, nunca había tenido una barba tan suntuosa. "Hasta mi mamá me ha preguntado si me voy a afeitar, pero yo les digo a todos que hasta que no llegue el domingo, no lo voy a hacer", dice el hombre entre risas, que hoy domingo mantendrá a su vehículo estacionado en la puerta de su casa. "Es mi momento con mi familia. No pienso sacar el auto", asegura en tono verborrágico. 

Casi sobre el anochecer del sábado, en las calles, algunas barriadas que rodean al casco más urbano de Mendoza, hay silencio. En los supermercados, miles clientes se aglutinan para aprovechar ofertas y de paso, guardar algo de mercadería para las Fiestas de Fin de Año por si, en unos días, los precios vuelven a aumentar. Los niños y niñas, dejan entrever en sus comentarios lo más puro de la niñez: la inocencia. "Argentina tiene que ganar; yo creo que Messi va a hacer como cuatro goles", se escucha en boca de una pequeña de seis años que sostiene entre sus manos un dibujo con el rostro del 10 y pateando directo al arco. Al lado de esa figura, aparece el escudo de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA). Está acompañando a su abuela, que sostenida a un andador ha ido al súper para comprar algo de carne de oferta.

En el barrio Parque de Godoy Cruz, el silencio en las calles es total por la mañana del domingo. Lo mismo sucede en casi todas las barriadas del Gran Mendoza. 

El gran día llegó. Son las ocho de la mañana del domingo 18 de diciembre. En los patios y las calles, los charcos de agua son la prueba de una noche lluviosa. En el ambiente aún se respira la frescura y el silencio vuelve a reinar. Los rayos de sol que vuelven a iluminarlo todo, van secando humedad en las churrasqueras de las casas. Como si todo estuviese dispuesto al disfrute, esta vez la naturaleza juega también a favor para servir largas mesas al aire libre y disfrutar con amigos o en familia de la Gran Final.

En solo algunas horas, la casa "del Emi" se llenará de amigos, música y algarabía; el joven de la panadería podrá sentarse con su fernet en mano para pensar solo en el partido; los niños se quedarán frente a la tele, esta vez con la mirada fija en la contienda que se jugará en una cancha remota, a miles y miles de kilómetros; Amalia y Damián, se habrán sentado antes de las doce del mediodía en su living, para comer unas milanesas y solamente, compartir, una vez una vivencia única. Gonzalo, por su parte, se olvidará por unos instantes de su trabajo y simplemente, abrazará a sus hijos y esposa; los tomará de la mano y juntos, alentarán a la selección argentina. Tal vez, cuando el tiempo pase, volverán a reír cada vez que recuerden ese momento único que juntos compartieron aquél domingo en que Argentina se volvió a jugar la Copa del Mundo

 

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