Sobre cábalas y mundiales

Es normal por estos días escuchar que muchas personas mantienen las "cábalas" para los partidos de la Selección argentina en el Mundial de Qatar. De este modo, el grupo de amigos que se reunió a comer un asado cuando el equipo argentino venció a México, no hay forma de que no repita la "cábala" en el siguiente partido. De la misma manera, en caso de triunfo, se repite la casa donde se lo mira, el televisor, la comida que se compartió durante el partido, la ropa utilizada, el gorro, la camiseta, el orden en que se sienta cada uno.
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Pero… ¿qué es exactamente una "cábala"? La Real Academia Española tiene para esta palabra cinco definiciones diferentes. De las cinco, me detengo solo en dos que podrían aplicar –algo forzadamente- a aquello a lo que se refieren quienes realizan estas prácticas.
Veamos:
- Conjetura, suposición. Hicieron todo tipo de cábalas sobre el posible culpable.
Sobre esta primera definición, podría pensarse que quien tiene una "cábala", hace una suposición de que esa práctica favorecerá a su equipo, en este caso a nuestra selección.
- Cálculo supersticioso para adivinar algo. Pasó la tarde haciendo cábalas sobre lo que le depararía el futuro.
Sobre esta segunda definición, en cambio, podríamos pensar que la "cábala" es el cálculo supersticioso que permite adivinar que ganará nuestro combinado nacional.
Como puede verse, ambas definiciones nos suenan forzadas para quienes sabemos a qué se refieren los que tienen cábalas de verdad. Y ni hablar de las otras tres definiciones de la RAE, que no aplican ni de lejos para este tema. Viendo entonces que el diccionario no nos ayuda, y pensando en ponerle al tema algo más de exactitud, me atrevo a decir que lo que el argentino promedio llama "cábala" es, ni más ni menos, que “una metodología supersticiosa respecto de la cual si realizamos tal o cual acción de cierta manera, eso tendrá una consecuencia cósmica que permitirá lograr un objetivo”. Definición inventada, claro. Pero… ¿es acaso algo muy distinto de esto?
No busca esta columna juzgar las preferencias de nadie. Cada quién tiene sus gustos y sus creencias. Pero sí me parece interesante utilizar este tópico para reflexionar juntos. Pensemos por un momento. Los argentinos tuvimos cábalas en el Mundial 86. Sin duda. Pero… ¿los alemanes no las tuvieron? Y en el 2014 lo mismo. Sin embargo, el resultado fue exactamente inverso en estos mundiales. Todos sabemos que en 1986 salimos campeones de la mano de Bilardo ganándole la final a Alemania, y en 2014 nos quedamos en la puerta, esta vez perdiendo con Alemania la final. Nos tocó ser subcampeones, esta vez de la mano de Sabella. ¿Será que las cábalas de los argentinos en 1986 fueron más fuertes que en 2014? ¡Quién sabe!
Me pregunto, solo me pregunto, si confiar tanto en las cábalas no será restarles mérito a los jugadores que se esfuerzan por ser los mejores. Al final, podría pensarse… ¿para qué entrenar si finalmente vamos a ganar por las cábalas? ¿Será así? Veamos…
No cabe duda que una cuota de suerte muchas veces ayuda. Pero como canta Palito Ortega “a la suerte uno tiene que ayudarla… como llega se nos va”.
Por eso desde estas humildes líneas, quiero volver a hacer un acto de desagravio al mérito, principalísimo motor del éxito, y que en nuestra sociedad, en algunos ámbitos, es especialmente degradado en su importancia. El mérito es la “ayuda” a la suerte. Y quizás mejor al revés. La suerte es la “ayuda” al mérito.
Y así pienso en ese jugador que puso lo mejor durante muchos años. Entrenó, transpiró, mejoró su estilo de juego, aprendió, finalmente triunfó por eso. Ni por suerte ni por cábalas.
* Matías da Rocha, Comunicador y contador Público Nacional