Rivers Cuomo, un artista para pelear contra el bullying
De chico fui a un colegio donde éramos tres clases de cuarenta varones cada una.
¿Las tres cosas más lindas que me dio ese colegio?
- Amigos que hoy son como hermanos y sigo teniendo y viendo.
- Un gran patio con una gran cancha de fútbol que tantas victorias y derrotas me dejó.
- Los alfajores Jorgito de los martes. Venían directo de fábrica, como pan recién horneado, y las dos tapas podían abrirse haciéndolas girar delicadamente de izquierda a derecha, para hallar el cofre de un tesoro lleno de dulce de leche demasiado fresco y rico. Y por esa única vez en la semana, uno comía un alfajor diferente al de la rutina, un alfajor más crocante y rebosante de dulce de leche; como un primo del Jorgito, que no se consiguen en los kioscos.
Ahora lo que menos me gustó, además de no tener chicas en la clase y de que si no te adaptabas al sistema o eras problemático, te rajaban fue el bullying.
El bullying era tremendo como debe ser hoy en gran mayoría de colegios y a treinta años, cambiaron muchas cosas, pero falta un montón. En mi colegio estaban casi todas las tribus: los rugbiers, los futboleros, los músicos, los millonarios, los que dibujaban bien, los geeks —llamados nerds, en esa época— y los polistas. Se respiraba bullying por todos los pasillos. Creo que ni éramos conscientes de que eso estaba mal. Bullying tanto hacia los amigos como a los no-amigos: desfilaban los gordo, narigón, trolo, cabezón, larva, cabeza de poronga, cuatro ojos, pancuca, shorty, negro, y otros.
A mí me han dicho: bruto, bizco, cuatro ojos, cabezón, pelo de peloncha —imagínate el mix— y sucio, entre otros. Y eso
que me lo decían con cariño. Tenía una mancha de nacimiento marrón con pelos en la pierna y mil veces me decían que tenía un excremento pegado a la piel. Al gordo que se quedaba dormido en clase le ponían un cartel de morsa invernando, escrito así, al amanerado, uno le prometía que si le soplaba la pregunta seis, él le soplaba otra cosa. Y así varios casos más.
Volviendo al foco de recomendaciones, te cuento de Rivers Cuomo, uno de mis ídolos que sin el bullying que sufrió, dudo que se hubiera hecho músico. A menos su banda se llamaría de otra manera.
Con esas gafas de marco grueso, en mi colegio Rivers la hubiese pasado mal. Aunque no sé si peor que en el colegio al que fue en EEUU. Años más tarde pondría de nombre Weezer a su banda, por el apodo que le decían ahí: además de las gafas y la timidez, sufría de asma. Como andaba con el chuf chuf por todos lados, le decían wheezer por el sonido que hacía el aparato. Mirá lo que provoca el bullying, ¿no?

A Weezer la conocí en los gloriosos ’90. Ya me gustaban las armonías pegadizas de los Beach Boys, y también me gustaba Nirvana, en especial su famoso disco del bebé en el agua. Por eso, escuchar a Weezer para mí fue un mix perfecto entre esas dos bandas. Un amor no correspondido con mis amigos, con ellos escuchábamos otras cosas. Weezer fue un gusto mío.
vi por primera vez en MTV con el video “Buddy Holly”. Te diría que la puerta de entrada son sus videos. Del video de MTV me fui a la desaparecida Tower Records, de Avenida Santa Fe y Callao a comprar el CD.
Y lo primero que me llamó la atención fue su tapa: una foto de ellos, cero rockeros, con fondo azul y el nombre de la banda. Ni siquiera tenía un título, por eso, con los años, lo llamaron " The Blue Album". Siempre dicen que exagero, pero te juro que este disco debe estar entre los diez mejores primeros álbumes del rock americano de los ’90.
Cuando escuché esa ráfaga de canciones que arranca con “My name is Jonas” me volví loco, y terminó siendo de esos CDs que uno los dejaba de comienzo a fin. Si tuviera que recomendarte dos primeras canciones —me voy a cagar en los tres que siempre nos hacen elegir para todo, vamos a ir solo con dos, que son suficientes para saber si te gusta o no—: primero iría con “In the
garage”, una canción que arranca con una armónica, después se abre el telón y aparece el mundo de Rivers Cuomo tanto en la letra como en armonías. Un sonido pegadizo y melancoalegre, con una letra muy buena de la vida de un joven Rivers encerrado en su garaje con su póster de Kiss, tocando la viola y sus estúpidas canciones y escribiendo estúpidas letras —no lo digo yo, eh, está en la letra, para mí están buenísimos los temas y lo que dicen—.
Esa canción te llega porque todos nos sentimos así en nuestra adolescencia, sea en un garaje, en el sótano o en nuestro cuarto, no
importa. Los posters, la música, los libros y todo lo que pasa entre las paredes y vos. Nuestro pequeño mundo fuera de los padres y hasta de los amigos, eso es “In the garage”.
El segundo que te recomiendo es “Undone-The Sweater Song”. Ya desde el título, la canción del suéter es genial. Me juego a que sin este tema Santiago Barrionuevo no tendría su banda Él mató a un policía motorizado. La canción arranca con gente hablando de fondo en una fiesta, y Rivers comienza a cantar aburrido y sintiéndose sapo de otro pozo, un poco enojado quizás, tirando frases cortas, hasta llegar —ahora sí enojado— al estribillo diciéndole a alguien que si quiere romperle el suéter solo tiene que tirar del hilo mientras él pasa caminando. Una metáfora de lo pintado que se sentiría él en una época de fiestas, rodeado de yanquis rubios y
deportistas. Seguro que alguna vez te pasó sentirse así, ir a lugares que no te gustaban con gente que no te gustaba, pero lo hacías porque iban tus amigos. De eso se trata la canción del suéter.
Volviendo a Weezer y a Rivers Cuomo, además de los videos, tiene tapas de discos muy buenas. Por un lado sus clásicas portadas de colores con la banda —disco azul, verde, rojo, blanco y negro— y un par de tapas medio freaks. Por ejemplo, la de Hugo Reyes, el gordo de la serie de Lost; y una con la imagen del Papa Francisco. También tienen un costado medio infantil y hasta naif, pero sin dejar de ser cool. Por eso han sido parte de bandas de películas como Shrek, Frozen y Los Muppets. También está su versión de “Tomorrow”, de una película viejísima llamada Annie.
Su sonido vendría a ser como el Síndrome Peter Pan, oscila entre la adolescencia y la adultez post 40: melancólica y power. Tienen muchísimos discos y hay de todo un poco, quizás demasiado. Por eso, como te decía antes, déjame recomendarte cuatro videos (te recomiendo después colgarte a ver varios más) y después cierro con una playlist que te armé en Spoty. “Buddy Holly”: su primer video es una declaración de imagen y humor entre lo bizarro y lo cool. Dirigidos por el genio Spike Jonze, aparecen como banda estelar de una serie famosa de los ’80, con risas incluidas, todos de traje, bien peinados y más nerds que nunca. Y a partir de ese
momento, todo es una gran broma, con partes filmadas y extractos reales de la serie. Lo único raro es que, precisamente en este video, Rivers está sin sus gafas.
Para terminar, te pido que nunca hagas molestes a tus amigxs y menos a los que no lo son. Y no creas que no molestando vas a zafar. Lo peor del bullying es el tercero, el que ve y no hace nada, que es o somos o fuimos, la mayoría. También acordate que mañana esa persona seguramente será tu jefe y te va a hacer limpiar los baños de su empresa. O va a ser el líder de una gran
banda que te harás fan seguramente.
*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir"

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