Opinión

La salud y el hábito de hacer las cosas por costumbre

Cotidianamente las pacientes entran al consultorio para solicitar un control de salud. “vengo porque hace mucho que no me hago el pap y la colpo” es uno de las frases más frecuentes. Algunas dicen “esto de la pandemia hizo que no consiga turno..!” cosa que puede ser cierta, aunque esa excusa ya fue.

Leandro Rodriguez Lastra viernes, 18 de noviembre de 2022 · 13:03 hs
La salud y el hábito de hacer las cosas por costumbre

Más allá de las excusas, es notable que las pacientes se toman el control de salud como un trámite que deben realizar anualmente. Se me ocurre que lo agendan como la rendición de impuestos, o la planificación de la visita a uno de esos personajes familiares que solamente visitamos en las fiestas de fin de año. Está muy bien que las pacientes se comprometan con el cuidado personal, pero llama la atención que cuando se les pregunta el por qué creen que deben hacerse el PAP, no saben qué responder.

Las más jóvenes (incluyendo la juventud de espíritu), dicen que algo han leído en Google. Otras escucharon hablar del HPV, pero no entienden bien qué tiene que ver con eso de PAP y Colpo.  Es momento de echar un poco de luz sobre un tema del que tan poco se habla. Comencemos por mencionar que, a los fines de prevenir enfermedades, se implementan diversas estrategias (hacerse la mamografía para prevenir el cáncer de mama; tomarse la presión para prevenir enfermedades cardiovasculares, etc.).

En el caso de la prevención del cáncer de cuello de útero (lo llamamos cérvix), la herramienta más eficaz es aquella que se encargue de buscar el principal responsable de esta enfermedad: el VPH, sigla en castellano del Virus Papiloma Humano.  Este virus está formado por una familia enorme de variantes entre los cuales hay 13 que se denominan de “alto riesgo”, por su relación con la generación de cáncer. Este virus se transmite por contacto sexual (sí: de este virus también nos protege el preservativo), y una vez que entra en contacto con la mucosa, puede producir alteraciones que deriven en cáncer.

Es ahí donde se encuentra la justificación de nuestra tarea tan molesta para las pacientes, y que nos pone a los ginecólogos en el podio de los profesionales de salud más antipáticos del hospital. “Dígame, doctor: ¿no se ha descubierto otra manera más amable para prevenir el cáncer de cérvix?” es el gran reclamo del colectivo femenino que muy justificadamente odian los espéculos.

Tristemente, necesitamos acceder a cuello cervical, y para ello debemos apelar al uso de este instrumento para tomar una muestra de éste utilizando una espátula y/o un cepillo, fijarla en un vidrio portaobjetos y la enviarla a un anatomopatólogo para determinar si
las células tienen signos de haber sido contagiadas por el virus. Esto último es lo que se le llama coloquialmente, el PAP. (Otra alternativa es tomar la muestra y remitirla a un laboratorio para hacer pruebas moleculares y determinar con mucha más especificidad, si hay presencia de ADN viral, pero eso no se hace en todos lados). 

Mientras tanto, a nosotros nos toca realizar la colposcopía, que significa “mirar la vagina”. Ciertamente, más que mirar la vagina, miramos el cuello. Fundamentalmente porque es el primero de estos el lugar donde suelen asentar las lesiones. Una vez que se humedece el área con una solución, miraremos con una lente con luz y aumento y podremos hacer el diagnóstico.

Papanicolau y nos ayudan así a prevenir enfermedades cuyas consecuencias podrían generar un daño muy grave para la salud de nuestras mujeres. Por eso, las invito a tomar coraje y llevar adelante esta tarea tan importante.  Si bien hace ya tiempo en que la entrañable Tita Merello insistía en “hacerse el Papanicolau”, increíblemente la tasa de infección por HPV no se ha podido reducir. Es momento, entonces, de renovar la invitación, sacarnos de encima las excusas y saber que somos muchos los especialistas que estamos a vuestra disposición para hacer lo que tanto nos satisface: aportar a mejorar la salud de nuestras pacientes.

Las esperamos.

* Leandro J. Rodríguez Lastra es Médico Tocoginecólogo UBA. (M.N: 135.805)

Archivado en