La columna de Buddy Roitman

Los que no cortan el bacalao, pero sí la curva

El especialista en tránsito, Héctor "Bubdy" Roitman despeja dudas respecto a accidentes que podrían prevenirse de tener en cuenta aspectos claves a la hora de conducir un vehículo.

Héctor
Héctor "Buddy" Roitman domingo, 9 de octubre de 2022 · 18:36 hs
Los que no cortan el bacalao, pero sí la curva
El monegasco Charles Leclerc forma parte de la escudería Ferrari en Formula 1

George Russell avanzaba con frialdad británica delante de todo el lote a 320 Km/h en su Mercedes Benz. Detrás, a solo 7 décimas de segundo, lo acechaba Charles Leclerc del equipo Ferrari. Y por supuesto, inmediatamente atrás estaba Max Verstappen, del equipo Red Bull. El circuito vibraba con el pasar de los veloces autos de fórmula 1 en el Autódromo Nacional de Monza, Italia. Leclerc miró por el espejo y lo vio a Max suficientemente lejos. Calculó que no podría metérsele en la curva por dentro. Así que se abrió al máximo antes de tomarla. Con eso podría afrontarla con una marcha más elevada y lanzarse a buscar la punta. Se abrió bien a su derecha, ya casi al terminar la recta, apenas tocó el freno, bajó un par de marchas y se lanzó milimétricamente a cortar la curva.

Las ruedas del costado izquierdo subieron ligeramente al pianito, pero solo lo suficiente como para ganar unos centímetros más en el recorte del giro. Ahora las fuerzas inerciales comenzaron a empujarlo hacia el lado de afuera de la pista a medida que progresaba en el giro. Miró hacia atrás. Verstappen había copiado casi al milímetro su trayectoria. La separación se había achicado un poco. Ahora venía una curva a la derecha. Se abrió nuevamente al máximo, pero ahora hacia la izquierda. Qué problema: Verstappen se estaba metiendo por la cuerda.

Max Emilian Verstappen

Andrea avanzaba en su autito compacto por Avenida España, acercándose a calle Espejo. Vio que iba a salir un auto de una playa a su izquierda y se abrió bien a la derecha (sin poner el guiñe, por supuesto). pero no tanto como para quedar centrada en un carril. Así, a caballito entre dos carriles, obstruyendo a los de atrás que querían adelantarse, continuó avanzando hacia el norte. Puso el guiñe unos metros antes de Espejo (eso hay que reconocerlo) para girar hacia el oeste. Y desde donde estaba, entre el carril del centro y el de la derecha, giró a la izquierda cortando la curva. Se cerró bien contra la esquina sur-oeste hasta sentir inclusive el roce con el cordón, pero solo lo suficiente como para no pisarle la punta de los zapatos a los que esperaban para cruzar Espejo (que a todo esto tenían prioridad de paso respecto de Andrea). Fue saliendo de curva y sin que lo justificase ninguna inercia, se abrió hasta ocupar la mano derecha de Espejo.

En ese momento miró por el espejo izquierdo y vio que el señor que venía en el auto de atrás la insultaba con su cabeza a medio sacar por la ventanilla y su brazo con el puño cerrado. Se preguntó: “¿Y a este qué le pasa?”. Claro, nunca se enteró que lo había encerrado al girar, al punto que el otro tuvo que clavar los frenos para no chocarla. Continuó hacia el oeste por Espejo y como le dio miedo que saliera alguno de los que estacionan, siguió avanzando tranquila por el medio de la calzada. Cristian también iba circulando por España en su automóvil. Pero mucho más atrás. Por el Barrio Bombal. A su izquierda, a la par de él, venía otro auto. Llegaron juntos a la rotonda a la rotonda con Peltier y fueron muy respetuosos al ceder el paso a unos que venían por Peltier. Cuando terminaron de pasar, Adrián arrancó un segundo antes y tan pronto arrancó, comenzó a desviarse hacia la izquierda.

El del otro auto se prendió a la bocina, pero Cristian venía escuchando MDZ Radio a todo volumen y ni se enteró. El otro prudentemente lo dejó seguir. “Para qué pelear” pensó. Para cuando Cristian llegó a la mitad del giro a la rotonda, ya estaba ocupando totalmente el carril izquierdo de los dos carriles de esa rotonda. A tal punto había cortado la curva que en un momento
dado cordoneó con la rueda trasera izquierda e insultó por lo bajo:”¡Otra vez! Qué rotonda de m…”. Un instante después comenzó a desviarse bien a la derecha porque tenía que continuar por España. Obviamente ninguna fuerza inercial que lo obligaba a cruzarse. Esta vez sí escuchó los gritos de un tipo en una moto, al que acababa de encerrar justamente contra el cordón de esa esquina. “¿Qué te pasa?” le dijo matoneando al motoquero, “¿cómo me vas a pasar por la derecha, no ves que estoy girando?

Siguieron insultándose durante una larga cuadra hasta llegar a Pedro Molina, donde Cristian tenía intención de doblar a su izquierda. Puso el guiñe y así, desde el centro de España volanteó hacia el oeste, cortando la curva bien pegado al cordón, mientras lanzaba el último insulto al de la moto que continuó hacia el norte. Cristian comenzó a tararear una canción que estaba sonando en la radio mientras se congratulaba por no ser uno de esos pésimos conductores que nunca ponen el guiñe para doblar.

* Héctor “Buddy” Roitman es Ingeniero Electro-Mecánico y Laboral. Consultor en accidentología vial y laboral. 

Consultas, comentarios y sugerencias: ingroitman@gmail.com

 

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