Brian Wilson, un artista para ir a la playa
Desde la costa te escribo acerca de uno de los artistas que me parecen más importantes en la historia de la música y en mi playlist personal. Y que tienen que ver con la playa. Los Beach Boys fue la tercera banda internacional que me gustó mucho de chico, después de los Beatles y los Rolling Stones.
Y obviamente me siguen gustando. No sé si todos los discos que hicieron los Beach Boys, ya que tienen muchísimos: algunos son medio pelo y a otros hasta debo confesar que ni los escuché. Pero hay por lo menos treinta canciones que merecen su lugar en mi mesa de luz.
Todo arrancó con dos casetes de edición argentina que me regaló mi vieja. ¿Me los regaló por que se los pedí o a ella le gustaban y me los compró? ¿Fuimos a una disquería y me dijo: 'elegí el que más te guste'? No tengo ni idea. Ella tampoco se acuerda y, que yo sepa, en esa época no le gustaba la banda. Pero lo importante es que por alguna razón que ninguno de los protagonistas se acuerda, en un verano en la costa argentina, seguramente Miramar, los Beach Boys fueron míos durante muchísimo tiempo.
El compilado -así se llamaba en esa época lo que hoy puede ser un Greatest Hits, Best Of o Grandes éxitos- se llama Made in USA y venía con el mismo diseño de tapa, lo único que los diferenciaba era que uno decía 1 y el otro 2. Otra rareza de esos años es que los nombres de los temas venían traducidos al castellano, así que salvo títulos universales como “Surfin U.S.A”, “Surfin Safari” o “Barbara Ann”, al resto los conocí con nombres como “Yo salgo”, “No te preocupes, nena”, “Sé sincero con tu escuela”, “Chica surfer”, “¿No sería hermoso?” o “Hazlo otra vez”, entre otros.
¿Por qué me gustaban tanto? Creo aunque yo estaba terminando la primaria y habían pasado veinte años de haberse grabado esas canciones, tenían un concepto muy fuerte de hacerte sentir en la playa o de vacaciones. Aunque no estaba en California sino en la costa argentina, en un mar helado lleno de aguas vivas, era la banda sonora perfecta para llegar al balneario, para las primeras tablas de barrenar y las primeras fiestas.
Ya desde la tapa ochentosamente diseñada, te mostraba una chica, un frisbee, un autos lujoso, olas, anteojos negros, playa y surf. Yo, salvo la playa y las olas, no tenía nada del resto, obvio, recién andaba por los doce años.
Con el tiempo, me fui dando cuenta de que ese mundo perfecto de sentirte de vacaciones y en la playa no existía tal cual sonaba en los Beach Boys. Por un lado, por la duración, ya que las vacaciones en la playa eran de dos semanas como mucho y después volvías a la ciudad y al colegio hasta no sé cuánto tiempo. Cuando vas creciendo en edad, las vacaciones se hacen cada vez más rápidas y terminan durando como un doble compilado de los Beach Boys.
Tampoco mis veranos solían ser tan perfectos como esas canciones: no había autos lujosos, ni chicas, ni mucho surf, salvo alguna que otra barrenada en tabla de telgopor. Mi historia estaba muy alejada de esa perfección de sonidos y canciones. Pero lo interesante comienza acá, sabiendo que la historia de esta banda también estaba bien alejada de las canciones que hacían.
Los Beach Boys fueron -y son- una banda de tres hermanos de apellido Wilson: Carl murió de cáncer, Dennis murió de joven ahogado y Brian es nuestro protagonista. Además, en la banda tenían a un primo bastante pedante, por no decir boludo, llamado Mike Love, y a un amigo de la infancia, Al Jardine.
De chicos fueron inventados y producidos por papá Wilson, maltratador y exigente, hasta que un día, una vez ya famosos, Brian con sus hermanos lo mandaron a maltratar a otros artistas.
Si los Beatles y los Stones eran las bandas de Inglaterra, los Beach Boys, como te contaba, eran la banda de sonido de las playas de California de los 60'. En su primera etapa, la más linda para muchos, sus melodías pegadizas y de perfecta armonía parecían una campaña publicitaria de Los Angeles, ya que casi todos los temas hablaban de playas, del sol, de autos buenos, de chicas y, sobre todo, de surf.
Ahora, yendo a la realidad de sus vidas, salvo el baterista y hermano menor Dennis, que hacía surf y amaba al mar, el resto directamente odiaba la playa. Solo iban a hacer fotos y videos para promocionar sus discos. Hasta les costaba ponerse el traje de baño.
Un día todo cambió en ese camino fácil para ellos: temas pegadizos que hablan de playa y a cobrar.
En 1966 Brian Wilson escuchó Rubber Soul de los Beatles y le voló la cabeza. Se cansó de hablar de playas que no frecuentaba y de olas que odiaba y quiso hacer el disco perfecto, al que llamó Pet Sounds. En ese camino a la perfección también es cuando comienza con las drogas de la época y salen a flote todas las voces de su cabeza. En su obsesión por sacar un disco demasiado perfecto, durante el proceso, lo echa al padre de la banda. Y en un momento esa misma banda se va a la mierda del estudio de grabación, ya que se enrosca mal en el sonido, haciendo miles y miles de pruebas de una sola frase. Encima, Brian se quedaba en el estudio sin dormir, tocando, agregando, sumando… volviendo locos a todos y volviéndose loco él, en esa época empezaron sus voces en las cabeza que hasta el día de hoy sigue oyendo. Wilson convive en su cabeza con diferentes voces desde hace más de cuarenta años. Según él mismo cuenta en su libro Yo soy Brian Wilson y vos no, desde los veinte años que escucha diferentes voces: de su ídolo musical Chuck Berry, de su padre, del excéntrico productor estrella Phil Spector, y de diferentes desconocidos que aparecen y desaparecen. Y en general esas voces no le dicen cosas lindas. Casi nunca.
Él mismo dijo acerca de su enfermedad: "¿Cuándo comenzó todo? ¿En ese avión a Houston? ¿En los años cuarenta, cuando mi papá me pegaba cuando no me portaba como él quería? ¿Comenzó en los setenta con las drogas alucinógenas? ¿O mucho antes con una enfermedad mental que nadie supo controlar?"
Volviendo al comiendo de su locura que fue durante la grabación de Pet Sounds, se dice que hasta improvisó con orquestas en el estudio, timbres de bicicletas y sonidos de latas de Coca Cola abriéndose. El disco finalmente salió a la venta, y si bien en su momento no se entendió mucho y vendió poco, con los años fue considerado uno de los discos más importantes de la historia. Según el mismo Paul McCartney, de no haber salido Pet Sounds, no habría un disco como Sgt Peppers.
Luego de este disco que tiene un par de temas históricos y realmente perfectos como “Sloop John B”, “God Only Knows” y “Wouldn’t it be Nice”, hicieron un segundo disco por ese mismo camino, pero que no funcionó, porque su obsesión era incontrolable. Y hubo un tercero que dejaron sin terminar —y salió hace unos años—. Y chau, Brian la quedó en su casa, demasiado loco conviviendo con sus voces, mientras el resto de la banda la remó para volver a la normalidad, sacando discos más clásicos durante los años ’70 y ’80. Ninguna obra maestra, sólo la banda tratando de mantenerse a flote y viva.
Durante esa época, debido a la presión, a la locura, a las drogas y al alcohol Brian se quedó en casa, en cama y en bata en una cuarentena de casi siete años, comiendo y de vez en cuando componiendo. A fines de los 70' lo internaron en un loquero, donde llegó a pesar 140 kilos.
En YouTube hay un par de momentos históricos y tensos donde se ve a Brian con la mirada perdida tocando en vivo después de años:
También hay un documental muy bueno, donde él aparece en gran parte hablando en bata desde su cama, donde estuvo dos años literales sin cambiar las sábanas. Este documental se llama The Lost Years y cuenta muy bien su locura.
Por suerte su historia da un giro y le da revancha.
En los 80', se saca de encima a su manager que era el mismísimo diablo que lo llenaba de pastillas y lo estafaba. Se enamora, se vuelve a juntar con sus hermanos -que aún vivían- y resucita a los Beach Boys cada tanto. Además se da el lujo de publicar algunos discos solistas. Y así va envejeciendo con su camiseta hawaiana, más parecido a un anciano en Miami que a un rockero.
Si te interesa saber más de su vida, hay una película muy buena llamada Love and Mercy que cuenta tanto la época de Pet Sounds como su resurrección a mediados de los ’80.
Hoy Brian tiene casi ochenta años, y las voces obviamente lo siguen acompañando tanto fuera como dentro del escenario. Sacó un disco instrumental hermoso hace un par de meses con temas de Beach Boys al piano. Las voces sigues allí con él pero ya conviven bien: "Salgo al escenario. El sonido puede ser abrumador y tengo un monitor a la izquierda. Tiene que estar colocado perfectamente o, de lo contrario, todo lo que oigo es ruido. Y por supuesto están las voces de mi cabeza. A veces me acompañan al escenario. A veces me desconcentro en mitad de una canción porque se vuelven más fuertes. Siempre logro superarlas, pero después dudo de que vaya a poder hacerlo de nuevo".
Me retiro con una playlist armada para cerrar la compu e irme corriendo hacia el mar, escuchando esas canciones que me ayudan a ser consciente que estoy de vacaciones, aunque sea por unos pocos días. Una playlist que recorre un poco de sus primeros hits, la época de Pet Sounds, algunos temas sin Brian, algunos solistas de Wilson y cierra con tres instrumentales del 2021.
*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir"