El misterio de la diosa del amor que abandonó Buenos Aires
En diciembre Sotheby`s logró un precio excepcional por una obra anónima de la antigüedad. En un remate especial presentado en Londres, un mármol del siglo I DC cambió de manos por el equivalente a 24,6 millones de dólares.
La obra tenía un precio inicial estimado de entre 2 y 3 millones de libras y tras una puja de más de 20 minutos fue adjudicada a un coleccionista asiático, cuya identidad no se dio a conocer, por 18.6 millones de esa moneda. La noticia, de por sí extraordinaria, lo fue aún más para los argentinos luego de que el periodista Federico Fahsbender difundiera en Infobae que la obra provenía de Buenos Aires.
Los orígenes de la obra
La escultura clásica griega no tuvo al desnudo femenino como modelo hasta que en el siglo IV AC, Praxíteles representó a la diosa Afrodita totalmente despojada de ropa. La escultura en mármol pasó a la historia como Afrodita de Cnidos, nombre de la isla donde fue instalada. Con la mano derecha cubría púdicamente la entrepierna, en un gesto que parecía indicar que la deidad fue sorprendida por el artista. De la belleza del mármol quedaron un sinnúmero de testimonios. Aunque el original que fue codiciado y disputado en su tiempo, desapareció.
En los siglos siguientes artistas griegos y romanos retomaron el tema teniendo como referencia la escultura de Praxíteles o directamente reproduciendo la misma.
En el siglo XVIII un opaco pintor escocés, residente en Roma, apellidado Hamilton, que se dedicaba también a comercializar antigüedades le vendió a su homónimo y coterráneo Duque de Hamilton un mármol de 190 centímetros de altura y factura extraordinaria representando a la diosa griega. Pasó a ser desde entonces la “Afrodita de Hamilton” y durante 144 años perteneció a la nobleza escocesa. La historia del arte la documentó y catalogó como una un capo-lavoro excepcional romano del S I/II DC.
En 1920, a través de un marchand londinense, fue adquirida por el magnate americano del mundo editorial William Randolf Hearst quien dos décadas más tarde, por intermedio de una galería neoyorkina, la vendió a Joseph Brummer un marchand de origen húngaro que tuvo galería en París hasta el inicio de la Primera Guerra y a partir de entonces en Manhattan.
La fabulosa colección de Brummen fue adquirida en gran parte por el Museo Metropolitano de Nueva York en 1947 pero recién en 1979 la viuda de su hijo terminó de dispersarla en forma privada en Zúrich.
Hasta acá, la historia oficial. El catálogo de Sotheby`s referencia ampliamente los antecedentes de la Afrodita de Hamilton dando cuenta de lo arriba dicho pero después de Brummer solo hay misterio envuelto en “colecciones privadas” y “por herencia” hasta los anónimos actuales vendedores.
La conexión porteña de Afrodita
Cuando falleció en 2014 el barón Federico Zichy Thissen de 74 años, dejó 6 hijos, 5 ex esposas, una fortuna incalculable y un conflicto en puerta.
Era heredero por parte de madre del emporio industrial Thissen-Krupp y estaba radicado desde hacía muchos años en Argentina. Junto con su hermano Claudio habían vendido sus acciones del conglomerado en un valor que se estima cercano a los mil millones de dólares.
Federico se dedicó a actividades agropecuarias y a la cría de caballos árabes. Vivía con su última esposa, la dominicana Rachel Román Núñez en un petit hotel en Barrio Parque. Allí estaba, de acuerdo a distintos testimonios, la escultura rematada. Se decía que el barón la había traído de Roma.
Posiblemente la procedencia no fuese la capital de Italia, sino la ciudad suiza donde se terminó de vender la colección de Brummen. Como el marchand Federico era, por línea paterna, de origen húngaro.
A la muerte de su marido, Román Núñez presentó un testamento según el cual el palacete con todo lo que había en su interior le correspondía. Los hijos lo objetaron y la herencia está hoy en manos de la justicia.
En el inventario del expediente radicado en el juzgado civil número 93, la escultura figura como representando a Venus -la denominación romana de la diosa del amor-. Hay además consignada una oferta de agosto de 2017 para la compra de la misma en conjunto con un cuadro. El valor ofrecido de 1,2 millones de dólares fue, en su momento, rechazado por los herederos.
El regreso a Europa de la diosa del amor
En la nota de Infobae aparece una fotografía -supuestamente de noviembre del año pasado- en la que se ve cómo cargan la escultura en un camión. Al fondo se vislumbra el palacete de Coronel Diaz. En el expediente judicial no hay referencias a su mudanza. Tampoco en la Aduana o en la Comisión de Cultura que otorga (o deniega) los permisos o licencias para la salida del país de obras de arte tomaron intervención en el caso.
El misterio está planteado tendrá cola y seguramente será un capítulo más del increíble mundo del mercado del arte.
*Carlos María Pinasco es consultor de arte