74 años de sufragio femenino

"Las mujeres en la política han venido para quedarse" luego de 74 años desde la sanción del sufragio femenino

También conocida como ley Evita, desde el 9 de septiembre de 1947 las mujeres votan en Argentina. Silvana Alejandra Palermo, Licenciada y Doctorada en Historia, cuenta cómo se obtuvo este derecho y los nuevos descubrimientos históricos sobre la verdadera participación de las mujeres en el siglo XX.

Candelaria Reinoso jueves, 9 de septiembre de 2021 · 08:00 hs
"Las mujeres en la política han venido para quedarse" luego de 74 años desde la sanción del sufragio femenino

La investigadora del Conicet, Silvana Alejandra Palermo, es Licenciada en Historia de la UBA y Doctora en Historia de la Stony Brook University. Durante su maestría en Historia Latinoamericana trabajó con temas de género. “Siempre me interesó la historia de las mujeres en la Argentina y los derechos políticos de la mujer. Me concentré especialmente en proyectos y debates parlamentarios que se presentaron en la primera mitad del siglo XX, entre la sanción de la Ley Sáenz Peña y la ley que sanciona los mismos derechos, pero en el caso de las mujeres, 35 años después”, cuenta la investigadora.

Palermo investiga especialmente sobre cómo se manejó la dirigencia política argentina y qué pensaban sobre esta inequidad de derechos políticos entre hombres y mujeres. “Mi interés devino del hecho de que muchas colegas se ocupaban de documentar cómo se habían organizado las mujeres en el país para reclamar sobre sus derechos civiles y políticos. Entre ellas se encontraban Elvira Rawson de Dellepiane, Juleta Lanteri o la socialista Alicia Moreau de Justo. Ellas conformaron las figuras visibles de un movimiento en defensa de los derechos de las mujeres que se fue articulando a principio del siglo XX", explica la investigadora.

"Muchas de ellas habían reparado en esta trayectoria, reconstruido estas organizaciones y acciones, pero había menos conocimiento sobre qué había pasado en ámbitos como el Parlamento. Decidí reconstruir cómo los legisladores de diferentes agrupaciones políticas trataron estas cuestiones", cuenta la historiadora.

En 1919 se presentó el primer proyecto a favor del sufragio femenino por parte de Rogelio Araya, diputado radical. También hubo otros como el del senador socialista Mario Bravo en el 29'. "Lo interesante de aquellos proyectos de los radicales o inclusive de los conservadores es que no sostenían el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres en igual condición que los hombres. Se establecían diferencias: que fuera optativo, que las mujeres fueran diplomadas, supiesen leer, tuvieran 22 en vez de 18. Se justificaban con mejorar el electorado en su conjunto e incorporar lo mejor de la población. Solamente los socialistas fueron consistentes en la defensa los derechos políticos de las mujeres en igual condiciones que los hombres", menciona Palermo.

En los años 30’ por primera vez se logra una media sanción, pero la discusión es postergada hasta el 46’ con las elecciones que traen como presidente a Juan Domingo Perón. En septiembre del 47’ se aprueba y en noviembre del 51’  por primera vez las mujeres se presentan no solo a un acto eleccionario de autoridades nacionales sino también con el derecho a elegir y ser elegidas, ocupando más del 30% de los escaños parlamentares.

“Las historiadoras somos quizás las que más nos hemos ocupado de estos temas. Estamos comenzando a investigar e indagar en las acciones de esas mujeres anónimas que han participado de movimientos sociales, que han acompañado a sus familiares varones en conflictos obreros, que han participado en campañas electorales aun cuando no tenían derechos", cuenta la investigadora.

"Empezamos a documentar y saber más sobre de ellas, aunque no sepamos sus nombres. Además de escribir sobre mujeres profesionales, educadas y conocidas (que igualmente sufrían discriminación), también estamos explorando la historia de esas mujeres anónimas que, aunque no formaban parte de ningún movimiento, en su cotidianeidad definían otros modelos de femineidad, rompiendo con ese 'deber ser femenino' y ofrecían otras posibilidades de ser mujer diferentes a las que indicaba la norma. De esta manera, documentamos la migración 'del hogar a las urnas', como titula el libro de Adriana María Valobra", agrega la historiadora.

"Las mujeres estaban fuera del hogar mucho más de lo que solíamos pensar. Estaban en las movilizaciones, en las campañas electorales, en el mundo laboral, en las asociaciones civiles. Las encontramos haciendo muchas cosas en el mundo público, ganando experiencia y teniendo mucha visibilidad", expone Palermo.

Con respecto al impacto de estas mujeres en la actualidad, la investigadora siguiere que "los movimientos como 'Ni Una Menos', en contra de la violencia de género o a favor de las sexualidades disidentes, efectivamente han producido una revolución en nuestros modos de pensar y en buena medida nuestros modos de vivir", y agrega: "la incuestionable presencia de mujeres en la política y en cargos de relevancia naturaliza un lugar ante los ojos de las jóvenes generaciones que no era habitual 50 años atrás".

"La democracia y la puesta en discusión de estos derechos no ha sido en vano, y más allá de los colores políticos de las mujeres que estén participando en las distintas agrupaciones, la política ha dejado de ser un lugar de los hombres y el lugar público también se ha vuelto un lugar femenino", asegura Palermo. Sin embargo, no deja de reconocer que hay formas muy sutiles de discriminación, pero efectivamente los movimientos de las últimas décadas han dado vuelta la página. "Las mujeres en la política han venido para quedarse y es resultado de un proceso mucho más antiguo", remata la historiadora.

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