Uruguay

Una organización en Uruguay triplicó sus intercambios durante la pandemia

Se trata de un récord histórico para los programas de intercambio de AFS en este país. Y la organización espera que la tendencia continúe.

Lucas Lafuente jueves, 22 de julio de 2021 · 22:55 hs
Una organización en Uruguay triplicó sus intercambios durante la pandemia
AFS es una ONG que hace más de 60 años brinda experiencias educativas internacionales. Foto: AFS

Uruguay se afianza como el país de la región elegido por los europeos en la red internacional de AFS, especializada en programas culturales. La organización reconoció que esto fue gracias a la buena gestión de la emergencia sanitaria y que generó la confianza en los estudiantes y sus familias para elegir Uruguay para cumplir su proyecto de intercambio.

En los años previos a la pandemia, Uruguay recibía un promedio de 20 estudiantes internacionales gracias a los intercambios de AFS. En octubre de 2020 llegaron al país vecino 64 estudiantes y este año llegarán otros 68. Esta cifra marca un récord histórico para los programas de intercambio de la organización en Uruguay: se triplicó el número de estudiantes a recibir por programas de entre 2 meses y casi un año de duración.

En octubre de 2020, AFS recibió 64 estudiantes y actualmente está por recibir 68 más.

AFS es una ONG que hace más de 60 años se dedica a brindar experiencias educativas internacionales para estudiantes liceales, universitarios, maestros y profesores en todo el mundo. En diálogo con MDZ , Mitchel Thibaud, director de Relaciones Institucionales de AFS en Argentina y Uruguay, contó por qué considera fundamental este aspecto.

-¿Por qué es importante que a pesar de la pandemia se sigan dando estos intercambios culturales?

-En un mundo globalizado adquirir competencias, habilidades y destrezas para comunicarse con otras culturas, comprender tanto la propia cultura como la ajena, son herramientas imprescindibles. La pandemia y la virtualidad a la cual nos vimos obligados a saltar nos han puesto de cara a la necesidad de desarrollar las mismas. Los adolescentes perdieron, no solo las clases presenciales, sino el contacto con el prójimo. Viajar como estudiante a una cultura remota y que alguien venga a nuestro hogar nos da la oportunidad de volver a conectarnos con el mundo al tiempo de aprender y formarnos como ciudadanos globales. Las familias que comparten su hogar con un estudiante internacional establecen conexiones y aprendizajes para toda la vida y adoptan una nueva cultura en su familia. 

-¿Qué ofrece Uruguay a los alumnos extranjeros?

Las familias uruguayas pueden hospedar un estudiante de intercambio en el marco del Programa de Familias Globales.

-Tiene una gran riqueza cultural. Cada municipio tiene sus peculiaridades, saberes, tradiciones y oficios. A diferencia de los otros países de la región, Uruguay, tuvo una buena gestión de la pandemia en cuanto al sistema de salud se refiere. El idioma y la forma de vida es algo que al extranjero le entusiasma mucho conocer. Los liceos abren sus puertas para que también sus espacios se conviertan en Aulas Globales ya que el hecho de tener un alumno extranjero entre los suyos hace que todos vivan la experiencia.

-¿Cuáles fueron las principales complicaciones a la hora de coordinar una experiencia así en estos tiempos?

 -Si bien es desafiante el coordinar con todos los requerimientos que conlleva como el visado y la admisión, entre otros, gracias a nuestro sistema de monitoreo de las realidades internacionales, nacionales y locales tanto del país del cual proviene el estudiante como del que lo recibe nos enorgullece el poder llevar nuestra misión adelante aún en contextos desafiantes. Los estudiantes son quienes mejor y más rápido se adaptan a todos los cambios que pueden surgir en el último tramo. Ellos vienen preparando su programa de intercambio con un año de anticipación en promedio; muchos comenzaron a pensarlo ya en pandemia. Pero las restricciones en los vuelos o las condiciones de cada país para entrar y salir van variando constantemente y eso para ellos es un gran desafío; el cual, afortunadamente, en la gran mayoría de los casos pueden sortearlo.

-¿Qué se siente poder, finalmente, a pesar de las complicaciones, gestionar efectivamente estas experiencias?

-Ver que los estudiantes se suben al avión implica una emoción muy fuerte y un primer paso dado. Hay un largo camino hasta llegar a la sala de preembarque. Y en pandemia se suman muchos cambios de fecha que hubo que ir atravesando. Que finalmente los chicos lleguen es una bocanada de aire no solo para ellos, sino también para las familias que los están esperando y con las que ya estaban en contacto antes del viaje.

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