Testimonio emocionante

Carta de un médico al presidente Alberto Fernández: "Señor, Yo no me relajé"

Con una redacción plena de experiencias en la que vuelca tristeza, cansancio, pero también relatos de esfuerzo y empatía, el joven neurólogo mendocino Facundo Nazar pone en palabras lo que sintió al escuchar las palabras del presidente Alberto Fernández el 14 de abril.

Facundo Nazar jueves, 15 de abril de 2021 · 12:08 hs
Carta de un médico al presidente Alberto Fernández: "Señor, Yo no me relajé"
Médicos en un pabellón de Covid-19. Imagen ilustrativa.

Decidí oír la conferencia que Ud. dio, Sr. Presidente. Lo hice a fin de conocer las medidas (principalmente sanitarias) que se impondrían actualmente. Para ser sincero no me sorprendí demasiado, a excepción de una frase TAN desafortunada y alejada de la realidad que Ud. utilizó; cito “El sistema de salud se relajó”.

Pues yo no me relajé Sr. Presidente. Tras más de 1 año de esta situación catastrófica que estamos transcurriendo, YO (por referirme a TODO el sistema de salud, pero a la vez entendiendo que sólo soy un número en las estadísticas) no me relajé.

No me relajé al tener que asistir a cientos de pacientes en “área Covid” (tanto en servicio de guardia externa, en internación general y en unidades críticas), siendo que soy médico neurólogo, y no es para lo que estoy formado y capacitado en la actualidad. Aún así déjeme decirle que estudié, me actualicé y por sobre todo puse mi mayor esfuerzo y energía en ser el más idóneo al momento de tratar cada ser humano que tuve la suerte de atender.

No me relajé al momento de tener que realizar maniobras invasivas con el afán de mejorar el estado de salud de esa persona, a pesar de haber tenido miedo e incertidumbre. Sí, así es. Miedo e incertidumbre como todos lo tenemos ante tal adversidad. Miedo a contagiarme, pero sobre todo miedo a contagiar, a convertirme en un vector. Miedo a pasar de ser “efector de salud” a ser “factor de riesgo”.

No me relajé cuando tuve que dar un parte médico a cada familiar de cada paciente que tuve la honra de asistir. De tener que comentar la desmejoría paulatina (pero muchas veces irreversible) de su ser querido; o peor aún, de lamentar la pérdida de esa persona, y tratar de acompañar… con distancia, sin poder dar un abrazo de consuelo; con máscara, sin que pudieran conocer la empatía en mi mirada; e incluso muchas veces vía telefónica.

No me relajé, porque dada la emergencia sanitaria, se suspendieron licencias y descansos. Y porque debido al “pluriempleo” que tenemos que afrontar los integrantes del personal de salud (por la precarización laboral, por la falta de reconocimiento a años de formación de grado y postgrado, especializaciones y estudios; y por otras múltiples razones que Ud. conoce, y que la gente está comenzando a conocer) no pude abandonar ninguna tarea asistencial, pasando jornadas de 12, 24 y hasta 36 horas sin descanso.

Yo no me relajé, Sr Presidente, cuando tuve que aislarme voluntariamente de mi familia, por considerarme un riesgo para mi madre y el resto de mis afectos. Porque al terminar la extensa jornada laboral, quizás nos conformábamos con el agradecimiento del pueblo, los aplausos, las publicidades y el mensaje de aliento en medios de publicidad. Hasta que nos dimos cuenta que no es suficiente, que no somos jugadores de fútbol, y que en realidad; cuando cesó significativamente la primera etapa de esta pandemia, nada concreto se hizo efectivo, nada demostró tal agradecimiento. Nada cambió, nada mejoró para nosotros.

No me relajé, y cuando digo “ME”, me refiero a “NOS”. A cada integrante del sistema de salud… médicos, enfermeros, kinesiólogos, trabajadores sociales, psicólogos, personal de limpieza, administrativos. Pero digo “me” porque muchas veces siento que soy un número. Porque al momento de “autoconvocarnos” a un paro sin asistencia al sitio de trabajo (maniobra poco habitual en salud, y que se encuentra lejos de nuestro agrado y convicciones), fuimos menospreciados por las autoridades. De forma burlona se dijo públicamente en medios televisivos que “éramos unos pocos” los que nos adherimos al paro, y hasta se nos objetó el motivo del mismo, aludiendo que “percibimos varias modalidades de ingresos”, siendo justamente ESE el reclamo; tener que trabajar en 4 o 5 lugares para conseguir un sueldo acorde a la realidad económica del país.

Fuimos un número al que se les asignó una mejora salarial de un 10% a 20% (según el efector que nos emplea) anual, o mejor dicho “bianual”, considerando que no hubo paritarias en el año 2020… en cuotas; cuando otros gremios que ejercen más presión (o saben ejercerla, o tienen mayor connotación política) se vieron agraciados con cifras ampliamente superiores (“casualmente” los mismos gremios de siempre).

Yo no me relajé… pues antes de siquiera recuperar algo de energía, algo de aliento; antes de terminar de secarnos el sudor o las lágrimas; estamos nuevamente enfrentando otro desafío. No es la “segunda ola”, es cada paciente que no se recuperó aún, y cada paciente nuevo que le toca enfrentar este temido enemigo. Esta vez con menos camas disponibles en el sistema de salud (históricamente deficitario y desatendido por las políticas de Estado), y con más cansancio. Esta vez con personas más jóvenes que sufren complicaciones. Esta vez con menos colegas, que padecieron la enfermedad sufriendo alguna secuela persistente o peor aún, los que perdimos en el camino.

No es importante mi nombre Sr. Presidente, soy sólo un médico más. Soy sólo un integrante más del TAN descuidado Sistema de Salud (del que nos jactamos a nivel mundial por su acceso “gratuito”). Sólo espero que todo esto pase pronto, para que TODOS podamos relajarnos, y volver a disfrutar nuestra vida, acompañados de los que hayan podido sobrellevar física y emocionalmente este golpe.

Y una vez pasado todo esto, cuando vuelva la calma a nuestros hogares, cuando vuelvan los abrazos y los reencuentros…ojalá hayamos aprendido a valorar y priorizar lo que hoy tan intensamente anhelamos…LA SALUD.

Facundo Nazar.

Médico Neurólogo, DNI 32.316.177.

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