Historias de superación

Se jubiló a los 48 por una enfermedad y creó un proyecto para ayudar a bebés de contextos vulnerables

Hace 5 años a Eugenia Luque, cordobesa de 50 años, le diagnosticaron esclerosis sistémica difusa, una enfermedad del sistema inmune, crónica, “sin cura”.

Giza Almirón miércoles, 10 de noviembre de 2021 · 07:10 hs

Eugenia Luque era una persona muy entregada a su trabajo, ese que tanto disfrutaba. Esta mujer con una profunda vocación docente y un gran amor por los niños se desempeñaba como directora del nivel inicial de un colegio. El malestar físico apareció mientras se enfrentaba con los desafíos de su rol, según ella misma describe: el cuidado de la niñez, disfrutando de la espontaneidad del niño y aprovechando esa etapa de mayor educabilidad; y hacer vínculo con las familias para acompañarlas en la crianza de sus hijos, sin ocupar su lugar. En medio de aquel malestar, siguió trabajando en la institución que estaba a 45 minutos de su casa.

Comenzaron los síntomas de un gran dolor físico que le imposibilitaba levantarse de la cama, junto con un cansancio casi extremo y mucha inflamación (en especial en las piernas, las manos y la cara). Entonces llegó el diagnóstico: esclerosis sistémica difusa (un tipo de esclerodermia). Esta se sumaba a una enfermedad que Eugenia ya tenía: el fenómeno de Raynaud.

A pesar del tratamiento médico, los síntomas se fueron profundizando. Primero se dedicó a hacer tareas pasivas en el colegio en el que era directora, pero el cuerpo le puso un límite y tuvo que dejar de trabajar totalmente. Ya no podía ni siquiera hacer algo de medio tiempo ni de menor esfuerzo o responsabilidad.

Valentina fue la primera bebé en recibir el Abrazo de María.

Eugenia tuvo que solicitar una jubilación anticipada. “A los 48 años, jubilada, tuve que dejar de hacer lo que tanto me gustaba. El primer tiempo fue muy difícil: controles médicos, horarios para la medicación, hábitos nuevos de alimentación y mucho tiempo libre”, declara. Además, la necesidad de una dieta estricta debido a la afectación significativa a nivel gástrico influyó también en su ánimo.

Mientras hacía el proceso de su enfermedad y de su jubilación, Eugenia retomó el tejido, que tanto le gustaba en su juventud y, copiando videos de internet, comenzó a tejer cuadraditos a crochet. Este fue el primer paso hacia el proyecto que vendría después: esos cuadraditos se transformaron en mantitas y esas mantitas se transformaron en abrigo para bebés en situaciones de vulnerabilidad. La fe de Eugenia le permite afirmar que Jesús y María son la base de este proyecto y que, de hecho, María es su “socia”. Su hija Giuliana la ayudó en el diseño del logo y algunas voluntarias se sumaron al Abrazo de María.

Ana, una de las tejedoras del Abrazo de María.

“El límite de una enfermedad, muchas veces, te encierra en vos misma, te aísla, te pone en una ‘cuarentena fase 1 permanente’. Pero algo me sacó de ese lugar: la posibilidad de hacer lo posible y en mis tiempos. Actualmente somos un grupo de mujeres que llevamos simbólicamente ese abrazo de María a través de las mantitas”, dice emocionada Eugenia. Hoy llevan ese abrazo a bebés en situaciones de vulnerabilidad un grupo formado por Selva, María JoséMaría, Susana, Cecilia, María Cecilia, Lorenza, Ana, Claudia y quienes colaboran donando lana. Además de hacer las mantas, estas tejedoras rezan por el bebé que llega y sienten ambas cosas como una expresión de su compromiso con la vida. Con este proyecto han llegado a bebés en el Barrio 31 - Padre Carlos Mugica (CABA) y en hospitales de Córdoba. En el invierno pasado sumaron la confección de colchas para gente en situación de calle. Desde el Abrazo de María, invitan a personas de todo el país a sumarse tejiendo o donando lanas.

Para colaborar con el proyecto, podés comunicarte con Eugenia por WhatsApp al +54 9 3543 510210 o a través de Facebook

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