Preocupación

Angustia, miedo y desazón: cómo se vive la pandemia en los extremos del país

Con las mayores tasas de incidencia de coronavirus del país por cada 100.000 habitantes, solo detrás de la región metropolitana de Buenos Aires, los extremos norte y sur del país, Jujuy y Tierra del Fuego, viven momentos de angustia y tensión por los repuntes de contagios.

Redacción MDZ
Redacción MDZ jueves, 27 de agosto de 2020 · 19:59 hs
Angustia, miedo y desazón: cómo se vive la pandemia en los extremos del país

Con las mayores tasas de incidencia de coronavirus del país por cada 100.000 habitantes, solo detrás de la región metropolitana de Buenos Aires, los extremos norte y sur del país, Jujuy y Tierra del Fuego, viven momentos de angustia y tensión por los repuntes de contagios y la saturación de sus sistemas sanitarios, a la vez que intentan controlar que los rebrotes no se extiendan a otras zonas menos comprometidas.

Durante el reporte diario del Ministerio de Salud de la Nación brindado el pasado domingo, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, aseguró que después de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires, con una tasa de incidencia de 2.728 y 1.455 casos cada 100.000 habitantes, Tierra del Fuego y Jujuy se posicionaban en el tercer y cuarto lugar entre los distritos más afectados del país con 963 y 789 casos, respectivamente.

Doscientos casos diarios, médicos que trabajan sin descanso para evitar el colapso del sistema sanitario, personal que no alcanza y falta de camas es la realidad que hoy atraviesa Jujuy. Ana Alcoba, directora del hospital San Roque de Jujuy, el principal centro equipado de la provincia para atender casos de Covid-19, indica en diálogo con la agencia de noticias Télam que "estamos dejando la vida en esto y no tenemos descanso, pero no depende exclusivamente de nosotros, sino de que la población acompañe y entienda que hay que respetar el distanciamiento y salir solo si se debe".

El hospital ya ha dispuesto equipamiento para habilitar hasta 70 camas en unidades de terapia intensiva, pero ninguna puede utilizarse todavía por "falta del recurso humano", explica Alcoba, quien agrega que están buscando el arribo de profesionales de otras provincias o enviados por Nación.

Con sólo cinco casos en la provincia, el pasado 1 de junio, el gobernador Gerardo Morales había anunciado la próxima apertura del turismo, pero al poco tiempo, los contagios se replicaron y hasta el propio mandatario y su vice, Carlos Haquim, terminaron con coronavirus.

Hoy, según señaló Alcoba, la situación permanece "complicada" a pesar de que médicos y enfermeras continúan batallando con "mucha garra". En el San Roque trabajan una veintena de profesionales especializados que concentran sus esfuerzos en la "atención temprana" de los infectados, en un intento por mermar el número de casos con complicaciones y evitar el colapso del sistema sanitario. "La ocupación de camas críticas es importante", pero se ha logrado "tener mayor capacidad de respuesta con las habilitación de nuevas camas", agregó la directora del hospital.

De tener un nuevo caso cada 31 días, Jujuy pasó a tener brotes en sus 16 departamentos. Los más importantes se registran en la localidad de Libertador San Martín, donde ya se reportaron más de 1.000 casos, varios de ellos trabajadores de la empresa Ledesma. Otros brotes se concentran en zonas de la Puna jujeña donde se asientan proyectos mineros, que suman a la fecha cerca de 300 casos de Covid-19, entre ellos 30 reportados en la jornada de ayer en las minas Pirquitas y Chinchillas, en el pueblo de Rinconada donde las autoridades locales establecieron aislamiento estricto por siete días.

En tanto, angustia y hastío son las sensaciones entre las que más oscilan los habitantes de Río Grande, el conglomerado urbano de 100 mil habitantes del norte de Tierra del Fuego, caracterizado por su perfil industrial, donde un rebrote de casos de coronavirus registrado desde mediados de julio mantiene a la población en vilo, haciendo equilibrio por la cornisa de las restricciones sanitarias.

Los riograndenses pasan de la preocupación por la creciente ola de contagios, que elevó la cifra de casos hasta los 1464 con 25 fallecimientos, al cansancio social que implica sobrellevar el confinamiento, la prohibición de actividades y los inconvenientes económicos, todo en medio de la temporada invernal y los registros de temperatura más bajos en décadas.

Para Florencia Basso, integrante de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (Untdf), la extensión de la cuarentena genera "conflictos inevitables". "Hay mucho cansancio y empiezan los cuestionamientos. Comerciantes se preguntan por qué habilitan algunos rubros y otros no. Actividades que son permitidas dependen de otras, como el cuidado domiciliario de niños, que aún no están liberadas. Es difícil de sostener", señaló Basso.

En Ushuaia, la capital provincial y el otro gran centro urbano de la provincia, la situación sanitaria es menos comprometida. Sin embargo, sus habitantes saben que la cercanía con Río Grande, distante a 200 kilómetros y atada al intercambio tanto de personal esencial como de mercaderías, podría devolverlos en cualquier momento al inicio de la pandemia, cuando concentraban la mayoría de los casos, mientras sobrellevan la crisis económica que vino de la mano del virus.

Según el secretario general del gremio hotelero y gastronómico, Ramón Calderón, solo en ese rubro ya se perdieron "el 25 % de los puestos laborales", mientras que "el 70% de los establecimientos de la ciudad están paralizados", declaró a la prensa local.

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