Mendoza stalkeada

Acosadores en las redes: nadie está a salvo

En Internet acechan obsesivos de toda calaña: maniáticos sexuales, voyeurs, violentos. No escucharán razones. Hasta disfrutarán al saber que causan miedo. Preocupa la situación en la provincia.

Facundo García
Facundo García miércoles, 19 de febrero de 2020 · 06:51 hs
Acosadores en las redes: nadie está a salvo
stalker Los acosadores estudian a sus víctimas y en ocasiones las siguen durante años.

Hola. Hola, cómo estás. ¿Por qué no me respondés? Hola. Qué tal. ¿Me das tu teléfono? ¿Qué te pasa? 

Así en todas las redes, a cualquier hora. Cada vez peor, sin freno. La víctima contesta con evasivas u opta por el silencio. Pero esa voz anónima sigue. Empieza a volverse una presencia siniestra.

Insisten

En la novela Amor Perdurable, de Ian McEwan, una pareja sufre los embates de un stalker que se enamora del marido. El agresor es tan minucioso, que estudia las grietas en la relación. Las profundiza. Y quienes eran dos enamorados terminan cada vez más lejos.

Sin llegar a esos extremos, Denise (28) vivió una muestra de lo que pueden llegar a hacer estos obsesivos. Ella trabaja en la tele -reservamos su identidad para evitar reincidencias- y un día comenzó a recibir mensajes que se acumulaban aunque no tuvieran respuesta. "Este perfil, que llevaba el nombre 'Emanuel Robles', me siguió durante años".

El tal Robles le ponía apreciaciones como: "Hoy te vi caminando por el centro con tu padre. Estabas linda". "Lo loco -repasa Denise desde la perplejidad- es que a veces la pegaba con los datos, y yo me preguntaba cómo había hecho para espiarme así".

Cuando se casó, la flaca se ilusionó con que la persecución acabaría. Pero no. El stalker empezó a escribirle también al marido. "Ya iban cinco años, no sabía qué hacer. Lo bloqueaba y él creaba otro perfil, me volvía a encontrar y la seguía. Cada tanto pensaba que se había terminado y justo me llegaba un nuevo mensaje: 'Hoy estás todavía más linda'".

—¿Lo denunciaste?

—No, ninguna ley lo alcanzaba porque no había hecho ninguna amenaza o comentario "violento". Lamentablemente, a veces el sistema pretende que te acostumbres al acoso. Estamos tan cosificadas, que da la impresión de que nunca te pertenecés a vos misma

Viaje a la mente del acosador

Francisco Izura es psicólogo y coordinador del Equipo de Abordaje para casos de Abuso Sexual en el Ministerio Público Fiscal. Si bien anticipa que él no se dedica específicamente a los acosadores online, sí se anima a compartir percepciones acerca de quiénes son estos individuos

"Son tipos que buscan una descarga desde un lugar que les da cierta invisibilidad. No es que sientan exactamente placer. Es una actividad que tiene que ver más con el orden de lo compulsivo. Algo parecido a una adicción", detalla.  

La otra persona puede no responder, ni siquiera leer los mensajes. Pero el acosador no registrará ese "no". Izura describe: "Ellos insistirán, porque obtienen satisfacción más allá de la voluntad del otro". Ante ese cuadro, "si alguien les responde, bien. Y si no, siguen igual. Para ellos, el otro es relevante solo en la medida en que lo pueden meter dentro de su 'juego'".

Leído así, podría sospecharse que se trata de situaciones excepcionales. Es lo contrario. En 2019, el Observatorio MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) presentó el informe “Violencia On-Line contra Mujeres e Identidades Feminizadas”. La investigación -que tomó en cuenta datos de 17 provincias y CABA- arrojó resultados preocupantes:

Las chicas comienzan a ser acosadas a los 9 años, con un pico de casos a los 14.

Con los adolescentes es peor 

Hola. Soy yo de nuevo. Espero que esta vez me hables. Me parece que no merezco esto. ¿Hola?

Los atacantes suelen cebarse con los jóvenes. En efecto, por año se radican en Mendoza unas 150 denuncias por grooming o acoso sexual digital contra adolescentes y niños. Los criminales no son necesariamente de Argentina. En ocasiones operan desde otros países, con la intención de que la distancia facilite su impunidad.  

"Alguien había conseguido los teléfonos de todo el equipo de rugby y les escribía por privado a los chicos, uno por uno"

 

Brian (16) juega en un equipo de rugby. El año pasado, de buenas a primeras, empezó a recibir mensajes de un tal Riki. "¿Che, a ver tus calzoncillos?", decía uno de los primeros mensajes. "¿Qué sentís cuando takleás a otro amigo?", se leía en otro.

A Brian le pareció raro, pero lo dejó pasar. Hasta que una vuelta, tras un partido, otro muchacho preguntó en el vestuario si alguien conocía a ese tal Riki. "Ahí se dieron cuenta de que alguien había conseguido todos los teléfonos de los pibes del equipo y les había estado mandando privados, uno por uno", recapitula Laura Altavista (48), la mamá de Brian. 

Uno de los muchachos le contó a su mamá lo que les estaba pasando. "Ahí tuvimos una reunión de padres -recuerda Laura-; y nos contactamos con un abogado que nos recomendó no tener ningún trato directo con el tipo, porque si los adultos hablábamos con él, las pruebas que teníamos no nos iban a servir en un juicio".

"Instagram le garantizaba impunidad"

Andrea Pereyra (36) tuvo una experiencia parecida con su hija de 15. Un hombre le empezó a enviar mensajes por privado a la adolescente en Instagram. Con una particularidad: según afirma Andrea, en esa red los privados se borran luego de ser vistos. Y el acosador enviaba videos de él masturbándose, fotos de sus genitales, etc.

"Él se metió porque una de las chicas del grupo de amigas tenía su perfil público. En sus posts, por lo tanto, se veía la etiqueta de tres amiguitas. Y si vos conocés la etiqueta de un usuario, ya le podés escribir por privado", advierte Andrea.

La mamá buscó ayuda y la encontró en un grupo de Whatsapp de mujeres feministas. "Con varias compañeras denunciamos el perfil de esta persona, pero Instagram no detectaba que en sus posteos hubiera nada extraño. Obvio: como los privados se borran, no quedaba rastro de lo que él estaba haciendo. O sea que esa empresa le garantizaba impunidad absoluta, salvo que lo bloquearas. Pero él podía crear otra cuenta y volver". 

En tanto, Andrea le ordenó a su hija que no volviera a abrir esos mensajes y se descargó una aplicación que permite grabar lo que aparece en la pantalla del celular. De esa forma, aunque Instagram borrara los mensajes una vez leídos, ella podría conservar las evidencias de lo que estaba ocurriendo. Tras una reunión de madres y padres, Andrea fue a hacer la denuncia a la fiscalía. "A esa altura -rememora- ya habíamos reunido material que lo comprometía". 

El temor de las mamás era que el acosador parecía no ser de acá. Hablaba y escribía en inglés. "En la Fiscalía nos dijeron que era importante que hiciéramos la denuncia, porque podían ubicarlo. Antes no había cómo detener esto. Ahora sí", subraya Andrea.

Del disgusto sacó algunas conclusiones. "Recomendamos que las cuentas de Instagram de las adolescentes sean privadas. Y lo fundamental: que las chicas tengan la confianza de poder hablar con sus familias. Porque si mi hija no lo contaba, a lo mejor las otras mamás nunca se habrían enterado".

El límite de la Ley

El acoso sexual online y el intento de seducir a menores está penado por la Ley. El problema es que cuando el conflicto se da entre adultos la línea es más difusa, al menos en la legislación nacional. Este diario se comunicó con la Unidad Fiscal de Delitos Económicos e Informáticos de Mendoza para consultar sobre este aspecto. "El acoso virtual a un adulto, o cyberstalking, actualmente no es delito en nuestro país, salvo que se traspasen algunos límites", observó una fuente.

—¿O sea que si yo le mando a una persona adulta un video mio bailando en tanga no sería delito?

—En la actualidad, no.

En otras palabras, si el ciberacosador no traspasa algunos umbrales, es difícil castigarlo. Incluso si los mensajes van dirigidos a un menor pero no abordan temas sexuales o de seducción, "es muy complicado lograr una condena", se lamentan los especialistas.

Hola. Sos muy linda. Okey, no me hables. ¿Charlamos? ¿Tenés un minuto? ¿Hola? 

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