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El misterio del asesino de la tijera que conmociona al Barrio Trapiche

Los vecinos de la zona tienen miedo tras el fallecimiento de Aldo Toledo (65), quien fue encontrado con heridas punzantes en el cuerpo. Van varias muertes perturbadoras en un radio de pocas cuadras.

Facundo García
Facundo García lunes, 10 de febrero de 2020 · 17:08 hs
El misterio del asesino de la tijera que conmociona al Barrio Trapiche

Aunque es lunes, el Barrio Trapiche de Godoy Cruz conserva cierta tranquilidad de fin de semana. Pero es una paz aparente. En la esquina de Larrea y Manso, un gran camión de policía quiebra el paisaje de árboles y casas bajas. Quedan, después de la tormenta, algunos charcos sobre el asfalto. Y el panorama sería apacible si no fuera porque en las últimas horas fue otro el charco que apareció en una de las casas: era el rastro de sangre que dejó un asesinato.

A Aldo Toledo (65) lo encontraron muerto el sábado. Las primeras informaciones sostienen que fue ultimado con una tijera de podar. Los vecinos están inquietos. Incluso confiesan tener miedo. Casi todos evitan dar su nombre: después de todo, todavía no hay detenidos y el homicida podría estar caminando por cualquier vereda de Mendoza

Policía científica realiza pericias en casa de Toledo.

Conmoción

En 2016, a menos de seis cuadras de allí,  Daniel Zalazar -un profesor de artes marciales- asesinó a una mujer con quien tenía una relación, a la tía de esta y a su abuela. Cuando el barrio aún no había curado las cicatrices del "crimen del karateca", llegó lo de Aldo. Los vecinos intercambian opiniones en kioscos y mercaditos: demasiada violencia concentrada en calles que antes eran muy tranquilas.

El cadáver de Toledo se descubrió en el mediodía del 8 de febrero. Una familiar que había estado intercambiando mensajes de Whatsapp con la víctima, alarmada ante su falta de respuestas, decidió ir a ver qué pasaba. Entonces encontró el cuerpo del jubilado. Tenía sangre seca alrededor, heridas punzantes en la cara, el cuello, el pecho. Alguien había ubicado en sus manos la tijera de podar. En un costado, todavía giraban las aspas de un ventilador encendido.

A las 14.15 de ese sábado llegó a Larrea 1644 un móvil policial de la Comisaría 7°. Por el estado del cadáver, se cree que el homicidio se produjo dentro de las 24 horas anteriores al hallazgo, y que el arma que se usó fue precisamente la tijera

Testigos

Varias incógnitas rodean al caso. Cuando alguien es agredido con elementos punzantes, suele hacer ruido. Gritar. Sin embargo aquí no hay testigos contundentes. Nadie oyó nada.  

"Aldo llegó al barrio hace poco; no más de dos años. Apenas se mudó, empezó a hacer refacciones en su casa. Cortó árboles y puso gente a trabajar de lunes a lunes", informa Luis, un muchacho que observa desde lejos el accionar policial y pide máxima reserva. Por lo bajo, otros vecinos recuerdan que el martillar de los obreros en lo de Toledo era incesante, sin días de descanso ni respeto por la siesta.

"Toledo era un tipo algo cerrado. A veces ni siquiera decía 'buen día'", agrega Luca Giménez (21), que vive en una de las casas aledañas. "Eso sí: cuando ves que el fallecido era tu vecino de al lado, lo que le pasó te empieza a afectar", admite.

Por las noches, Luca suele quedarse hasta tarde jugando al Counter Strike en su PC. Dice que a veces, en plena madrugada, sentía que del otro lado de la pared -en la casa de Aldo- había ruidos extraños. "Es que compartimos la pared, y se escucha todo", describe. Martillazos, papeles revueltos, movimiento de herramientas. Evidentemente, Toledo también tenía sus propios horarios.

Aldo Ramón Toledo era jubilado.

 

Los sospechosos

Hay dos hipótesis. Por un lado, la mira de la investigación que conduce la Fiscal Claudia Ríos está puesta en tres hombres y una mujer que hicieron changas el viernes por la tarde en el domicilio de la víctima. Por otra parte, hay versiones que apuntan a una persona más joven que habría estado viviendo junto a Toledo.

Parco, el Subcomisario Rosales, quien comandaba esta mañana las pericias en la casa donde se produjo el crimen, aceptó que "hay indicios de que el hombre no estaba viviendo solo". Se secuestraron prendas que no eran suyas, aunque la casa solo tenía una habitación que se usaba como dormitorio.

El viernes en que -supuestamente- se produjo el crimen, ningún vecino escuchó nada. En una de las casas de esa cuadra ensayaba un coro con guitarras y bombos, y eso puede haber acallado la discusión y los gritos. Es posible que, amparado por las canciones que sonaban fuerte, el asesino haya perpetrado el ataque sin que lo detectaran.

También cabe la posibilidad de que la agresión haya tenido lugar en la madrugada del sábado, cuando el barrio dormía. La puerta cerrada pero sin llave, más el detalle de que el atacante no se llevó ningún electrodoméstico, podrían sugerir que se trató de alguien que Toledo conocía. 

En el Trapiche recuerdan que el sábado, alrededor de las 9, un hombre llamó a la puerta de Aldo. "Toledo no tenía timbre, y a veces la gente que contrataba para hacer refacciones esperaba un rato largo, aplaudiendo en la puerta, hasta que él los atendía", rememora Giménez. El sábado el hombre insistió. Batió palmas en la puerta, luego se trasladó frente a las ventanas de la calle Manso. "El tipo estaba ahí, bajo la lluvia, así que nos llamó la atención. Los que vivimos acá cerca nos despertamos para ver qué pasaba", completa Sandra, una vecina. Al rato, el misterioso visitante se fue.

 

 

 

 

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