Historia de Mendoza

Los dos municipios mendocinos que tuvieron tres nombres

La mayoría de los departamentos de Mendoza han recibido distintos nombres al compás de los vaivenes políticos, sociales y religiosos de cada época, pero hay dos que tienen la particularidad de haber ostentado tres designaciones: Godoy Cruz y Malargüe.

Nicolás Munilla
Nicolás Munilla domingo, 27 de diciembre de 2020 · 07:06 hs
Los dos municipios mendocinos que tuvieron tres nombres

A lo largo de la historia, la mayoría de los departamentos de Mendoza han recibido distintos nombres al compás de los vaivenes políticos, sociales y religiosos de cada época, especialmente entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. En ese sentido, si bien muchos solo tuvieron un cambio de denominación, hay dos que tienen la particularidad de haber ostentado tres designaciones: Godoy Cruz y Malargüe.

En el caso del primero, uno de los más poblados e importantes de la provincia, antes de apropiarse del célebre prócer mendocino se llamó San Vicente y, posteriormente, Belgrano. En tanto, el segundo ubicado en el extremo sur de Mendoza dejó de lado su tradicional designación de origen aborigen en un par de oportunidades para homenajear a dos figuras relevantes de la historia argentina: Fray Luis Beltrán y Juan Domingo Perón.

Cabe destacar que en lo referido a la variación toponímica, ambos municipios comparten una característica: el decreto provincial firmado el 17 de mayo de 1887 por el entonces gobernador Tiburcio Benegas, que además modificó los nombres de otros departamentos mendocinos para reivindicar la gesta libertadora argentina ocurrida siete décadas antes, como parte de la corriente de pensamiento liberal que buscaba minimizar la influencia religiosa y tradicionalista que imperaba por aquellos años en la provincia.

El departamento de Rosario se denominará Lavalle; el de San Vicente, Belgrano; el de Santa Rosa, Chacabuco; el de San Rafael, 25 de Mayo; el de San Carlos, 9 de Julio; (y) el de Malargüe, Coronel Beltrán”, reza el texto central del decreto reglamentario rubricado por Benegas y que pese a su intención revolucionaria y estratégica, tuvo una duración relativamente efímera, ya que únicamente Lavalle conserva hasta la actualidad el nombre que se le designó en 1887.

Godoy Cruz

Según recuerda la historiadora Fabiana Mastrangelo en su libro “Godoy Cruz, una historia. Del barrio de San Vicente a la ciudad de hoy”, el primer nombre del departamento metropolitano fue San Vicente, el cual fue tomado de la capilla consagrada al santo católico San Vicente Ferrer y que fue construida por iniciativa del colonizador Don Tomás de Coria en 1753, en terrenos de su propiedad, donde hoy se encuentra la zona céntrica de esa ciudad.

Durante los siguientes años, a expensas del crecimiento demográfico de la ciudad de Mendoza, en las adyacencias de la capilla se fue formando un caserío que también adoptó el nombre de San Vicente. La importancia del sitio fue aumentando tras la Independencia, lo que motivó la construcción de una plaza central entre 1820 y 1824, y el 11 de mayo de 1855 el pueblo fue declarado Villa y adquirió la categoría de departamento, separándose de Luján de Cuyo. La evolución institucional continuó en 1870 con la celebración de las primeras elecciones locales y dos años después se organizó definitivamente la Municipalidad, siendo una de las primeras de la provincia en conseguir ese logro.

Con esos avances, San Vicente no quedó relegada de la oleada liberal que transformó a la provincia a partir de la década de 1880, en el marco del proceso de consolidación nacional que vivió la Argentina tras las guerras civiles. Más allá del crecimiento económico, el desarrollo de la industria vitivinícola y la inmigración como importantes factores que impulsaron a la provincia en aquellos tiempos, las elites también buscaban reivindicar la gesta emancipadora como gesto de revalidación hacia ellas mismas, y para ello se valieron de varias herramientas institucionales, entre las cuales se encontraba el rebautismo de varios sitios geográficos como calles, ríos, montañas, pueblos y departamentos. 

El 17 de mayo de 1887, el gobernador Tiburcio Benegas y su ministro de Gobierno, Juan Serú, dictaron un breve decreto reglamentario de acuerdo con una ley sancionada el mismo día que modificó la denominación de varios departamentos por referencias a próceres, personajes o acontecimientos relacionados con la hazaña libertadora. A San Vicente, de marcada etimología religiosa, se le asignó el nombre de Belgrano, en recuerdo del prestigioso militar, diplomático y abogado que comandó el Ejército del Norte y creó la bandera nacional.

Pero la forzada imposición política que respondía a una necesidad elitista no pudo con el arraigo popular que el nombre San Vicente tenía entre los vecinos de la próspera villa, por lo que la denominación Belgrano no obtuvo el consenso público esperado y rápidamente cayó en desuso.

En una actitud revisionista que tomó nota de esa realidad, pero sin dejar atrás el impulso liberal de sus antecesores, el gobernador Emilio Civit decidió dar por terminada esta cuestión en 1909 con una solución ‘salomónica’: la villa fue declarada Ciudad y se le dio el nombre definitivo de Godoy Cruz. 

Mastrangelo cuenta que el principal motivo del cambio fue de orden práctico, ya que Civit consideró en el decreto que aunque el nombre Belgrano tiene un “inmenso valor histórico y timbre de honor, de gloria y veneración argentina, no entraña una denominación fundadora ni de conmemoración especial, que haya arraigado en el concepto público e ido más allá de una mera designación oficial, pues continúa conocido y llamado al mismo tiempo por San Vicente, siguiéndose así la tradición de origen y la costumbre inveterada de largos años”.

Por otro lado, Civit apeló al fuerte raigambre local para justificar la redenominación del antiguo San Vicente con el nombre de “un mendocino patriota, laborioso y de ideas progresistas” como era Tomás Godoy Cruz, considerado el principal portavoz de las ideas sanmartinianas en el Congreso de Tucumán y que resultó en el primer gobernador de la provincia de Mendoza en 1820. 

En el proyecto enviado a la Legislatura el 26 de diciembre de 1908, Emilio Civit destacó la figura del doctor Tomás Godoy Cruz como “ese mendocino, el más ilustre y el más patriota”, cuya "estatua que hace tiempo espera modelar el bronce, debe elevarse en ciudad, que lleve su nombre (… ) El título de ciudad lo tiene ya de hecho el antiguo pueblo de San Vicente, que es el primero después de la Capital de la Provincia, que logra adquirirlo, por su densidad, por sus constantes adelantos urbanos y su importancia comercial e industrial”. 

La Legislatura finalmente sancionó el 1 de enero de 1909 la Ley 472 por la cual se declara “Ciudad al pueblo de Belgrano que en lo sucesivo con el resto del departamento se denominará Godoy Cruz”.

A diferencia del cambio anterior, el nombre Godoy Cruz fue rápidamente asimilado por la población sin disensos. Esto fue en buena parte gracias a la decisión de Civit de levantar en el centro de la plaza departamental un monumento en homenaje al prócer mendocino, que finalmente se inauguró en 1924. 

De todas formas, la denominación San Vicente (que perduró en la iglesia que lleva ese nombre y en un parque cercano) tuvo su revancha a comienzos de este milenio, cuando el Concejo Deliberante local aprobó en el año 2000 la creación del distrito homónimo, ubicado al oeste del departamento y que abarca principalmente el sector pedemontano.

Malargüe

En cuanto al municipio sureño, uno de los últimos en ser ‘colonizado’ ya en la etapa independiente del país, está muy relacionado con la primera Campaña del Desierto ejecutada por las tropas del caudillo José Félix Aldao en las décadas de 1830 y 1840, con el fin de proteger la frontera sur de Mendoza y frenar el avance de los mapuches, quienes habían asimilado mucho antes a las tribus puelches y ranqueles locales.

Como resultado de esas avanzadas militares, en 1846 el capitán Juan Troncoso fundó el fortín Malal-hue, que al año siguiente fue transferido a Juan Antonio Rodríguez, un coronel de origen chileno que participó de las citadas campañas y era un fiel seguidor de Aldao, por lo que el gobernador Pedro Pascual Segura (pariente del fallecido caudillo) lo recompensó con la donación de esas tierras, recuerda la historiadora Rosa de Porras en el documental ‘Relatos de nuestra identidad’.

Según el reconocido antropólogo americanista Salvador Canals Frau, Malal-hue es un vocablo de origen mapudungun (mapuche) que significa “lugar donde hay una cerca o un corral”.

Junto al fortín, Rodríguez levantó ese mismo año un poblado al que llamó Villa del Milagro. Sin embargo, el fusilamiento de militar chileno en 1848 provocó el abandono de ambas estructuras, aunque el primero sería recuperado parcialmente en 1870 por los herederos de Rodríguez hasta su paulatino desmantelamiento en la década siguiente. 

En 1876, por orden del entonces encargado de Fronteras, general Julio Argentino Roca, el teniente coronel Luis Tejedor fundó a unos 25 kilómetros hacia el norte de la antigua villa, en las cercanías del arroyo El Chacay, otro fortín al que bautizó Fuerte General San Martín, aunque popularmente fue conocido como 'El Alamito' debido a que así se llamaba el paraje circundante. Además, ese mismo año, el teniente coronel Rufino Ortega (futuro gobernador) recibió en usufructo las tierras de El Chacay y fundó la estancia Cañada Colorada, donde después construiría un molino harinero.

Ante la necesidad de consolidar el territorio, en 1877 la Provincia decidió crear por ley un nuevo departamento al que denominó Malargüe, en honor al antiguo fortín. “Con ello le dio una forma institucional a estas tierras, de modo tal que Malargüe cierre los límites provinciales en el sur con el río Colorado, lo cual fue homologado por la Ley de Fronteras de 1878”, acota De Porras.

Para justificar la administración del nuevo departamento y darle cierto desarrollo, el 16 de enero de 1886 se fundó por decreto la Villa de Malargüe, sobre la base del fortín El Alamito. Pero al año siguiente, el famoso decreto del 17 de mayo le cambió la denominación por Coronel Beltrán, en homenaje al fray Luis Beltrán que fuera jefe de maestranza del Ejército de los Andes bajo las órdenes del general José de San Martín. Curiosamente, Malargüe fue el único municipio de los alcanzados por esa norma que no tenía un topónimo religioso.

Sin embargo, el estatus municipal le fue anulado en 1892 por una ley promulgada por el gobernador Deoclecio García, que dispuso la anexión de Coronel Beltrán como un simple distrito al entonces Departamento 25 de Mayo, nombre con el que se conocía a San Rafael desde 1887.

Tuvieron que pasar casi seis décadas para que los reclamos incesantes de los pobladores fueran escuchados. El 16 de noviembre de 1950 la Legislatura sancionó la Ley Provincial 1937, a instancias del gobierno de Blas Brisoli, que restableció nuevamente el departamento pero con un cambio no menor: pasó a llamarse Presidente Teniente General Juan Domingo Perón.

La denominación grandilocuente (simplificada en el habla cotidiana a ‘General Perón’) obedeció a la mística del peronismo gobernante por aquel entonces que pretendía homenajear en vida a las principales figuras del movimiento: Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón. De hecho, la misma suerte que el municipio mendocino correrían las provincias de Chaco y La Pampa y la ciudad de La Plata, respectivamente.

Pero al igual que sucedió con muchas decisiones adoptadas por las dos primeras administraciones justicialistas, la Revolución Libertadora de 1955 le devolvió a Malargüe su antiguo nombre, que perdura hasta hoy.

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