#Wok

¿Y si al Plan Nacional de Lectura entramos todos?

Más que recuperar un hábito perdido se busca empezar a crearlo desde el ámbito educativo. La iniciativa abarca a unos diez millones de alumnos, pero también a cada hogar. Un paneo por las redes e incluso por los medios revela una preocupante pauperización. Queda a la vista: se escribe como se lee.

Rubén Valle
Rubén Valle sábado, 4 de enero de 2020 · 06:58 hs

[ Maridaje /  Musicaliza esta columna Julian Lage con In heaven ]

 

"Que el 2020 les traiga compresión de lectura". El tuit con el que acababa de toparme me causó gracia, pero también me dejó pensando. ¿Cuántos malentendidos, imprecisiones, polémicas absurdas y chicanas pueriles les debemos al no entender cabalmente lo que leemos? ¿O a leer mal, a las apuradas, sesgadamente? 

Por si no quedó claro, precisemos: "La comprensión lectora es la capacidad de entender lo que se lee, tanto en referencia al significado de las palabras que forman un texto como con respecto a la comprensión global en un escrito". ¿Capisce?

La semana que termina tuvo un arranque prometedor con el lanzamiento del Plan Nacional de Lectura, una iniciativa del Ministerio de Educación con la cual se pretende llegar en todo el país a unos 10 millones de niños, niñas y adolescentes de primaria y secundaria. 

La consigna, aún en estos tiempos digitales, es que los chicos vuelven a tocar (literalmente) un libro, a experimentar la magia de un cuento, la hondura de un poema, a desarrollar la imaginación, a compartir con sus padres ese ritual ya vintage para muchos. 

Garantizar 180 lecturas para los 180 días de clase es sólo un objetivo de mínima. No hay dudas de que pueden ser muchas más y que para esto la tecnología no debe jugar el rol de villano. Todo lo contrario. Valerse de las herramientas que ofrece esta época signada por el uso de los teléfonos inteligentes es una oportunidad y un desafío. 

Complementar la lectura en papel con la pantalla, explorar los distintos soportes, puede resultar tan lúdico como efectivo en cuanto a las expectativas pedagógicas y el disfrute de ese viaje iniciático.  

También este plan representa una posibilidad más que nutritiva para los autores argentinos quienes a través de esta campaña podrán ser leídos en todas las escuelas e incluso interactuar con los alumnos de las distintas provincias para compartir los misterios de la creación.   

El dato de que al menos 7 de cada 10 chicos y chicas en situación de vulnerabilidad económica nunca vivieron la experiencia de que les leyeran un cuento explica en cierta medida la reacción de rechazo o de indiferencia frente aquellos mundos que pueden abrir las puertas del saber como las del simple entretenimiento

En este plan los adultos tenemos un rol fundamental. No sólo para ser una suerte de contralor de los materiales que seleccione un Consejo Asesor ad hoc (conformado por rectores, referentes literarios, editoriales y representantes de la comunidad educativa de todas las provincias) que inevitablemente tendrá la impronta del gobierno de turno, sino también para agregarle su propio listado de títulos, autores y libros que sumen a la causa madre de recuperar -o mejor dicho conocer- el placer de la lectura. En las escuelas, los hogares y los espacios públicos. Sin límites.  

Un vuelo rasante por las redes sociales bastará para confirmar que ya no importa usar tildes, manejar una ortografía "básica" correctamente, armar un sujeto y predicado como nos enseñaron allá lejos y hace tiempo, usar las palabras según su real significado no el que a cada uno le parece o intuye. El resultado es un auténtico dolor de ojos y la triste certeza de que es preferible un emoticón atinado a una burrada justificada desde la velocidad o el ubicuo "igual se entiende". 

Podrá decirse que es una radiografía exagerada, pero la sensación que queda tras ese periplo es que buena parte de los males nacionales nacen de una muy mala comunicación. O bien en una pésima comprensión lectora que suele terminar en esa suerte de charla de sordos que tan bien nos define a los argentinos.

Conclusión y moción de orden, su señoría: ¿por qué no ampliar el Plan Nacional de Lectura para los adultos, estén o no dentro de un aula? Sepamos desde el vamos que no sumará votos a futuro, pero al menos nos dejará la certeza de que no seguiremos en un permanente proceso de pauperización cultural. 

#ElResaltador

Una lectura significativa

"Hoy es más difícil ser un buen lector que ser un buen escritor. Todos somos buenos escritores, pero ser un buen lector es más complicado. No planteo un futuro distópico en el que el papel ya no existe. Escribir un libro y publicarlo en papel añade protocolos de lectura a la obra. Publicar un libro en papel sigue teniendo un valor; antes había pocos libros y publicar un libro era un evento. Ahora hay muchísimos libros y cualquier persona con un poco de perseverancia puede publicar, porque incluso pagar una autoedición no es tan caro. No es una rareza publicar un libro, sino que la rareza es realizar una lectura significativa".

{ Hernán Vanoli, escritor argentino, en Página/12 }

#Solapa  

Los errantes, de Olga Tokarczuk (Anagrama, 400 páginas, $920)

Olga Tokarczuk (1962) es una de las mejores y más celebradas escritoras polacas actuales a punto tal que el año pasado se hizo acreedora del Premio Nobel de Literatura. En Los errantes, la autora nos sumerge en un viaje inquietante, hecho de apuntes, narraciones y recuerdos que en muchos casos tienen como tema el periplo mismo. Así, entre corazones, piernas y cuerpos, este libro se revela como una novela esencialmente física: en ella se habla del cuerpo, pero también del mundo, y de las estrategias siempre insuficientes (la ciencia, los mapas) con las que intentamos cartografiar lo existente, apresar lo inasible.

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