Recuperar la imaginación y capacidad de asombro

Te Podría Interesar
Por Natalia Aramburú, directora de la sede Mendoza del Método DeRose.
Por alguna razón hoy vino a mi cabeza un recuerdo de hace un tiempo, cuando uno de mis sobrinos tenía alrededor de dos años y comenzaba a hablar. Había algo en él que me fascinaba: cada vez que salía al jardín se asombraba al ver algún tipo de animal o insecto y se expresaba en forma espontánea diciendo “Ahhh… ¡una hormiga!”. Se quedaba extasiado repitiendo esa frase y mirando el insecto. Por otro lado, incentivando su interés por los animales, jugábamos a hacerle mirar el horizonte y a decirle “mirá, una jirafa” y él contestaba “mirá allá, un elefante…”, haciéndose cómplice de esa invitación a imaginar.
¿Cuánto hace que no nos asombramos con algo cotidiano?
Sin duda, en el camino hacia la adultez perdemos algunas capacidades maravillosas, como la capacidad de asombro y la imaginación. Me pregunto si es posible recuperarlas. Hay personas excepcionales que mantienen viva la conexión con esa espontaneidad, creatividad y fantasía que nos caracterizan en la infancia, y lo manifiestan en un arte específico o simplemente en su forma de vivir.
|
¿Por qué será que ya no nos asombramos ante situaciones que, al vivirlas por primera vez, sí nos parecieron admirables? ¿Acaso el espectáculo no es el mismo?
En mi opinión se debe a cierta desconexión con el entorno e incluso con nosotros mismos. Si pensamos en cuánto disfrutamos un atardecer estando de vacaciones y tenemos en cuenta que el sol se pone todos los días, podemos concluir que la diferencia está en no detenernos esos pocos minutos a observar la escena a diario. Simplemente pasa desapercibida porque estamos demasiado apurados. Lo mismo sucede con tantas otras situaciones, que se transforman en algo trivial no porque hayan perdido su magnificencia, sino porque nosotros hemos perdido la capacidad de percibirla.
Existen técnicas para lograr mayor conexión con uno mismo y con el entorno; lo importante es comenzar a aplicarlas sistemáticamente. Pero además, con sólo disminuir un poco el ritmo de vida vertiginoso que en general llevamos, podremos volver a sorprendernos y despertar nuestra capacidad de ilusión tal como cuando éramos niños, cuando contemplábamos las cosas de manera más sensorial y menos intelectual.