Transformar al súbdito en ciudadano y enfrentar la violencia

“Allí donde se ventila la vida como si fuera un murmullo. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo ya no pude soportarlo” . Juan Rulfo
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En estos días, como todos los días de los últimos tiempos, nos sentimos desbordadas por los graves acontecimientos que suceden día a día en nuestra provincia, en el país y en el mundo.
Por todas partes escuchamos voces que expresan sus miedos, su hartazgo, su indignación y su cansancio, sin embargo escuchamos también voces jóvenes , en “sintonía fina” cantan a coro, la alegría efímera de la dádiva, de los slogan, de las alabanzas.
Hechos violentos contra la libertad de prensa, periodistas agredidos, ancianos asaltados, escuelas usurpadas, canchas de futbol que son campos de batalla, etc. etc.
Ya los medios se encargan de informarnos ampliamente sobre estas noticias, por lo que nosotras trataremos de reflexionar sobre algunas actitudes que nos comprometen a todos a pensar y a actuar en consecuencia.
En “La Sociedad Sitiada” de Zygmunt Bauman encontramos este poema de Clarkson:
“Hay un anciano junto a ti o una jovencita, un niño o un bebé,
Un perro, o un amigo o un lugar
Que absorbe la violencia, el vicio, la vileza
Y hay alguien ahí parado mirando nada más, pasivamente,
Pensando para sí,
Hallando buenas razones para no participar,
Evitando sentir alguna vez esa empatía,
Esa empatía humana nuestra, la igualdad del ser y del dolor”
Se trata acá de la figura del espectador, del que observa sin comprometerse, sin culpa, sin responsabilidad. Quizás sienta alguna emoción desde la comodidad de su sitio “seguro”, y sus respuestas son el comentario superficial, o la posibilidad de cambiar las imágenes del canal de televisión, como las de la vida misma. No ver lo que no se quiere ver.
No tener la capacidad , ni el interés de ponerse en el lugar del otro.
Tampoco un solo gesto caritativo puede acallar su conciencia escrupulosa.
La cuestión es cómo transformar al espectador en actor, al súbdito en ciudadano. L a respuesta sigue siendo por la educación. Pero no cualquier “educación”, sino la que permite formar a nuestros niños y jóvenes en el conocimiento crítico, en la palabra , en la acción responsable, en el valor de defender principios. Nada valioso se consigue sin esfuerzo.
¿Cómo conseguir esto si crece el daño, la pobreza, la desnutrición, la violencia? Si la estructura familiar cambia , los roles se confunden, los padres son espectadores de lo que sus hijos aprenden en las escuelas o de los estereotipos que ven en la televisión. Si se transforman en “padres domados” por la moda, las costumbres, los tiempos de diversión, las bebidas, las drogas…
¿Cómo conseguir esto si los ejemplos de corrupción de políticos, empresarios y aun de la gente común toman un cauce de naturalidad en la opinión pública para la que todo vale? “Viveza Criolla” o simplemente barbarie.
Nos entristece cuando el pensamiento discepoliano en su Cambalache, puede ser un himno nacional. No es lo mismo un honesto que un ladrón. No podemos aceptar los “Robos para la corona” o “Roban pero hacen”.
Porque estas éticas de oportunismo nos conducen no solo a una decadencia moral, sino a una pérdida de identidad capaz de construir una convivencia democrática y digna.
En 1.916, Ortega y Gasset , en El Espectador, reflexiona sobre estas actitudes y nos dice que Espectador es quien no solo mira , sino que apela a un público para que piense, para que no exija ser convencido, que esté abierto a las ideas y a los hechos, que se comprometa. “A hombres y mujeres de tan rara especie se dirige El Espectador”.
Entonces, es posible que el Espectador se convierta en Actor si dice su palabra y actúa en consecuencia. Pensemos con profundidad y actuemos con coraje, defendamos nuestros derechos, cumplamos con nuestras obligaciones y respetemos nuestras instituciones Es tiempo todavía.
Elia Ana Bianchi Zizzias . Educadora.
Eliana C. Zizzias de Rosso. Abogada. Mediadora.

