La historia de Gráficos Asociados, la primera empresa recuperada por sus obreros
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Las fiestas de fin de año del 2002 fueron las más amargas para los quince empleados de la Cooperativa Gráficos y Asociados. En noviembre, el dueño de la firma en la que trabajaban desde jóvenes les anunció que estaba en quiebra y que se quedaban en la calle. Después de meses de angustia, de cientos de reuniones, de no cobrar un sueldo por meses, salieron adelante y fueron el motor de la primera empresa recuperada por sus obreros de Mendoza, que el año próximo cumplirá diez años de existencia.
En las instalaciones de la empresa, ubicada en la Cuarta Este de Ciudad, parece que nada cambió. Las máquinas siguen produciendo etiquetas, los obreros cumplen el mismo horario de siempre, de 6 a 14 y cada uno está en su puesto. Pero sólo ellos saben que ese regreso a la normalidad les costó meses de angustia y de esfuerzo compartido.
Los obreros invirtieron el dinero del seguro de desempleo en la compra de insumos. |
Los obreros aseguran que trabajar sin patrón tiene sus beneficios: hay mayor libertad, cada uno sabe lo que debe hacer y las decisiones se toman en conjunto. Pero también conocen las contras: deben encargarse de cada problema que surge, pagar a los acreedores y ponerse de acuerdo en el camino a seguir.
Un fenómeno nacional
El fenómeno de las empresas recuperadas surgió en los ’90, como una alternativa frente al cierre de fábricas. Los empleados defendieron sus puestos de trabajo y buscaron mecanismos que les permitieran gestionar las empresas.
Algunas de las empresas recuperadas por sus obreros en todo el país fueron Zanón, el diario Comercio y Justicia y el hotel Bauen, entre otras.
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El presidente de la Cooperativa Gráficos Asociados, Julio Díaz. |
La cooperativa Gráficos y Asociados fue la primera empresa gestionada por sus trabajadores en Mendoza. Otras siete siguieron ese camino y son: Curtidores Mendoza, Capdeville, Frigorífico Lagunita, Oeste Argentino, Recuperando lo Nuestro, Avícola Tropero y Alvear Conserveros.
Entre todas las cooperativas, que forman parte de la Mesa de Empresas Recuperadas, lograron conservar 300 puestos de trabajo.
A nivel nacional forman parte de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta). Se calcula que en el país, el movimiento incluye a 300 cooperativas, con más de 30 mil trabajadores.
Empezar de nuevo
Los primeros meses luego del anuncio de la quiebra de la imprenta no fueron fáciles. Los trabajadores debieron formar una cooperativa, realizar un acuerdo con el juez que llevaba la causa, presentar un proyecto de ley para expropiar por tres años el galpón en el que trabajaban, lo que finalmente lograron en el 2005.
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Después de meses de angustia, los empleados volvieron a su rutina habitual. |
Pero lo más difícil para los obreros fue convencerse a ellos mismos y sobre todo a los proveedores y clientes, que podían gestionar una empresa.
El presidente de la cooperativa Gráficos Asociados, Julio Díaz, recordó la angustia de los primeros meses, porque lo cierto es no sabían como llevar una empresa adelante. Pero era la única opción que tenían, porque en ese momento no abundaba el trabajo y además nadie contraría a gente que en promedio tenía 40 años.
Díaz contó que lo primero fue cumplir con los trabajos pactados para no perder los clientes. Entre todos decidieron utilizar el dinero del fondo de desempleo. Con eso, pagaron a otra imprenta que hizo las etiquetas.
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Cristina Guevara, con 29 años en la empresa, dijo que tuvo fe en el proyecto. |
Otro problema fueron los insumos. Como todos sabían que la firma se había declarado en quiebra, nadie les quería dar mercadería si no la pagaban al contado. Para eso utilizaron dinero que les otorgaron a través de un programa del Ministerio de Trabajo.
De a poco fueron recuperando la confianza de los clientes y de los proveedores, que luego de un tiempo aceptaron venderles insumos y estirar los plazos de pago.
Díaz consideró que hoy están asentados en el rubro gráfico, aunque tienen en claro las deficiencias: las máquinas con las que trabajan son viejas, por lo que no pueden producir a gran escala.
Frente a esto, la gran apuesta de los obreros es lograr comprar la empresa, pagar a los acreedores y adquirir máquinas nuevas que les permitan aceptar más trabajos.
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Los obreros hicieron un acuerdo con el juez que lleva la quiebra de la empresa. |
Lucía Echegaray ingresó a trabajar en la imprenta cuando tenía 18 años. Hoy, hace siete que está jubilada, pero dice que se quedará en su puesto de administración hasta que Dios le de fuerzas.
Después de todo lo que pasaron, Lucía se animó a sacar algunas conclusiones. Dijo que ahora tienen más responsabilidad, porque luchan por algo que es de ellos, porque tienen una razón para seguir.
Eduardo Moyano empezó como aprendiz y recorrió todos los puestos en la firma. Dijo sentir orgullo del camino que recorrieron y de haber demostrado que se puede salir adelante, aún cuando todo parece indicar lo contrario.
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Para los trabajadores el apoyo de su familia fue fundamental para seguir adelante. |
El sueño de Eduardo, al igual que el de sus compañeros, es convertirse en dueños de la firma. Por eso, trabajan con los legisladores para concretar algunas modificaciones a una ley que autoriza brindar créditos del Fondo de la Transformación a las empresas recuperas, con el fin de que paguen a los acreedores.
Cristina Guevara, que lleva 29 años en la empresa, frunce la cara al recordar los primeros años. “Fue muy, muy difícil, pero teníamos una gran fe de que podíamos salir adelante”.
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Son quince los obreros que continúan en el proyecto. |
Ariel Argüello, Jorge Albarracín y Segundo Vélez compartieron la visión de los primeros días. Sus familias se convirtieron en un apoyo fundamental, porque estaban todo el día en reuniones, trabajaban doce horas y sólo distribuían el poco dinero que ingresaba por los trabajos realizados.
Segundo es el “mago” de las viejas máquinas que siguen imprimiendo etiquetas. Conoce cada truco para que vuelvan a arrancar, cuando parece que ya no producirán más.
Los sueños de todos son parecidos. Seguir trabajando, comprar la empresa, adquirir maquinarias nuevas y demostrar que pueden gestionar una empresa. Un desafío que los obligaron a emprender en aquellas amargas fiestas del 2002 y que hoy es una realidad.

