Scott Bessent: ¿el nuevo Braden para Javier Milei?
El anuncio del Tesoro estadounidense sobre un urgente salvataje de la Argentina expone la fragilidad del gobierno de Javier Milei: lo que se presenta como un triunfo es, en realidad, la demostración de un fracaso.

Javier Milei junto al secretario de Tesoro norteamericano, Scott Bessent
Cuenta de X @OPRArgentinaEn política, los gestos y las imágenes suelen pesar tanto como las cifras. Y la foto que hoy se proyecta desde Washington es la de un Donald Trump tendiéndole una soga a Javier Milei, cuando la economía argentina ya no tenía margen propio para mantenerse a flote. El anuncio del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, de que su país ayudará a Milei a “llegar a las elecciones”, confirma lo que se buscaba ocultar: el plan económico del presidente argentino fracasó.
No se trata de un salvataje institucional de Estado a Estado, sino de un acuerdo personal entre dos líderes con rasgos similares: caprichosos, narcisistas y con una concepción autoritaria de la política. La ayuda de Washington llega con un mensaje implícito: depende de que los argentinos “voten bien” en octubre, es decir, que Milei obtenga una victoria que aumente su músculo político y lo mantenga en pie. La pregunta necesaria que surge es obvia: ¿qué ocurrirá si los resultados electorales no son los deseados?
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El fantasma de Braden
La historia argentina ya conoció escenas parecidas. En 1945, el embajador estadounidense Spruille Braden intervino sin disimulo en la política local, apoyando a la oposición contra Juan Domingo Perón y publicando el célebre “Libro Azul” que acusaba al entonces coronel de simpatizar con el nazismo. Su injerencia fue tan burda que terminó dándole a Perón el mejor eslogan de campaña posible: “Braden o Perón”. El resultado es conocido: Perón arrasó en las urnas y convirtió esa intromisión extranjera en un símbolo de defensa de la soberanía.
Hoy la situación es la inversa. Milei no puede capitalizar el auxilio de Trump como un ataque a la independencia nacional. Al contrario: lo abraza como una tabla de salvación, la única que le queda. La diferencia es sustancial y expone la debilidad de un gobierno que, lejos de mostrarse autónomo, depende de un salvavidas lanzado desde el Norte.
La geopolítica detrás del rescate
El apoyo de Trump no es altruista. Forma parte de una estrategia coherente con su mirada geopolítica: expulsar a China de la región o, al menos reducir su influencia a la mínima expresión, cerrar la base espacial en Neuquén, devolver el swap financiero, instalar una base conjunta en Tierra del Fuego para controlar el paso bioceánico y asegurar su proyección en la Antártida y asegurar acceso a minerales estratégicos. Todo esto por un costo irrisorio para Washington: apenas unos 20.000 millones de dólares, según se conjetura, con los que puede “comprar” la Argentina que hoy está en la mesa de saldos. Es cierto que aún el gobierno de los Estados Unidos no ha exhibido el pliego de condiciones, pero no se requiere ser un experimentado estratega internacional para concluir que las líneas generales bien podrían ser estas.
En paralelo, la administración de Milei también debería aceptar otras condiciones, alguna de las cuales ya las está cumpliendo: más ajuste, verdadera flotación del dólar, cumplimiento estricto del programa con el FMI y acumulación de reservas. Ni épica libertaria ni creatividad económica: apenas el reciclaje de recetas ortodoxas que ya naufragaron en gobiernos anteriores.
El derrumbe del plan propio
La paradoja es cruel. Milei, que construyó su figura política en base a un discurso incendiario contra la “casta” y a promesas de dolarización inmediata, termina recurriendo al dólar barato para llegar a las elecciones. Un mecanismo al que apeló el kirchnerismo y hasta Mauricio Macri. La evidencia es brutal, fracasó en aquello que se suponía era su especialidad: la economía.
En los hechos, Luis “Toto” Caputo, dejó el cargo de ministro de economía y fue reemplazado por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien a partir de ahora tomará las decisiones centrales. Caputo conservará su título de ministro, seguirá ocupando la espaciosa oficina del quinto piso del Ministerio de economía y ejecutará la partitura compuesta por la Secretaría del Tesoro. Eso es lo que se desprende de las declaraciones de Bessent y de sus posteos en la red social X.
El Gobierno celebra lo que en rigor es una derrota: la imposibilidad de estabilizar la economía con herramientas propias.
El frente político
El problema de Milei no es solo económico. La política se ha convertido en su talón de Aquiles. Para sostener los vetos presidenciales, necesita un bloque de al menos un un tercio de los diputados. Esa es su obsesión, su Santo Grial. Pero los frentes abiertos son múltiples.
- Karina Milei, su hermana y principal sostén emocional, enfrenta sospechas de corrupción por los casos Libra y los audios de Spagnuolo.
- El Congreso, que ya funciona como un muro infranqueable, impide al oficialismo aprobar leyes de peso. Aun con un triunfo electoral, el riesgo de parálisis institucional es altísimo.
- Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, se enfrenta por primera vez a la posibilidad real de un voto de censura. Un mecanismo, introducido en la reforma constitucional de 1994, que jamás se utilizó. Si prospera, sería un golpe político inédito.
En ese marco, la ayuda de Trump sólo se trataría de un respirador artificial, que le permitirá comprar tiempo. No resuelve el bloqueo político ni reordena las internas. Pero si no cambia su lógica política y económica de poco servirá el salvavidas de los norteamericanos.
La responsabilidad local
La tentación argentina de culpar siempre al extranjero es conocida. Pero esta vez conviene no confundir. Los responsables de que el país esté “en venta” a precio de oferta de fin de temporada no son los compradores sino quienes lo ofrecen. Estados Unidos actúa de acuerdo con sus intereses, que son claros y coherentes. El problema es argentino: un gobierno débil, un plan económico improvisado y agotado, casos de corrupción, la falta de un horizonte que convenza a los propios ciudadanos de que el esfuerzo vale la pena.
El salvataje de Donald Trump desnuda una verdad incómoda
Javier Milei no está a la altura de la economía que prometió ordenar, ni de la política que necesita sostener. Y, sobre todo, muestra que el supuesto proyecto revolucionario se reduce hoy a depender de la voluntad de otro líder extranjero tan imprevisible como él.
* Martín Pittón, analista político y conductor del podcast Micro Mundos.